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Netflix: Emily in Paris, la fantasía camp que todos odian

Emily in Paris lleva tres temporadas en Netflix y el publico parece no haberse aludido que es una ensoñación visual que claramente no pretende ser realista

Hablar de Netflix y su decisión de seguir renovando Emily in Paris. Aunque el hate y las críticas fluyen por doquier por ser una serie frívola/ofensiva/estereotípica, las audiencias no pueden dejar de verla, logrando que se posicione como número 1 dentro de la plataforma.

Pero más allá de los outfits imposibles, las relaciones de trabajo en oficinas de lujo, y los triángulos amorosos, el público parece no haberse aludido de que la serie no pretende ser realista, o siquiera verosímil, porque esa es la marca personal de Darren Star, creador de la serie.

Emily en París: Temporada 3 | Tráiler oficial | Netflix

De la misma forma que Star mostraba un Nueva York sin olores, charcos o andamios en Sex and The City, Emily in Paris está planificada de la misma forma, pero aggiornada al público milennial. Un filtro de Instagram de por medio y tenemos a Lilly Collins caminando con su interés romántico de turno en un lugar parisino que estaría atestado de gente en hora pico.

Ahora, de la misma forma que Carrie Bradshaw coqueteaba con Aiden aunque estaba destinada a Big, Emily se enfrenta a la difícil decisión de dejar todo lo que ha logrado en París para regresar a Chicago, crecer profesionalmente, o acostumbrarse por completo a la vida francesa, donde ha encontrado buenos amigos y el amor.

Por qué Emily in Paris es tan adictiva

Emily in Paris es una serie genuinamente buena porque al mismo tiempo no lo es, porque no se toma en serio a sí misma desde el primer minuto. Emily in Paris es una carta del encanto camp, mezclado con lo kistch: De hecho, gran parte de las burlas a la protagonista giran en torno a que no es sofisticada o que tampoco tiene ningún tipo de buen gusto.

Esa es la esencia de esta producción audiovisual, no pretende ir más allá de eso, que esta chica "mal vestida" tenga ese empleo de ensueño en condiciones inverosímiles, como si fuera una novela cutre de Wattpad, para hacer escapar al espectador a un plano manejado por las leyes de la fantasía.

Lo único que se podía hacer para que Emily in Paris se siguiera sosteniendo más allá de su concepto original era que se transformase en algo diferente, y en esta tercera temporada es mucho más notable ese cambio. Lejos ya quedó la historia de la influencer que debía aprender de la cultura francesa, siguen habiendo unas cuantas referencias de vez en cuando, pero Emily ha crecido lo suficiente para que esto ya no sea un grave pesar.

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Esta tercera temporada es una sobredosis de lo que más gusta, el chisme, el romance, y los outfits impactantes, eso es lo único que el creador Darren Star y su equipo necesitan para mantener atrapado al público esta temporada.

Es esa necesidad de saber con quién va a estar Emily, a quién le va a romper el corazón y lo mismo aplica para el resto de los personajes. Lo único que vemos son relaciones que terminan, otras que empiezan, hay peleas de por medio, malas decisiones pero con algunos giros interesantes.

Así que sí, Emily in Paris sigue siendo una serie bastante tonta, absurda, de muy, muy mal gusto, pero es que eso es lo que encanta tanto. La cuarta temporada ya es un hecho, que permitirán entrever más desastres de Emily, más atuendos espantosos, más romances complicados y más entretenimiento que saque de la realidad por un rato a la audiencia.

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