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ECLIPSANDO A PUTIN

En el Cáucaso, Donald Trump hacia el Nobel de la Paz: Armenia y Azerbaiyán en paz

USA gestionará por casi un siglo el Corredor de Zangezur en Armenia, desplazando a Rusia y tensando el tablero con Irán y Turkiye como actores claves.

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Donald Trump aseguró que Armenia y Azerbaiyán

Donald Trump aseguró que Armenia y Azerbaiyán "ya acarician la paz"

El acuerdo, que no alcanza el rango de tratado definitivo, contempla la administración por parte de USA del Corredor de Zangezur —vital para unir el oeste de Azerbaiyán con su enclave de Najicheván— durante un plazo de hasta 99 años.

La firma de una declaración conjunta en Washington marca el mayor reacomodamiento de poder en el Cáucaso Sur desde el fin de la URSS, con Estados Unidos como nuevo garante de la conectividad regional y la seguridad estratégica.

Donald Trump es una amenaza

La ruta, rebautizada Ruta Trump para la Paz y la Prosperidad Internacionales, será construida y financiada con participación de Armenia y Azerbaiyán, bajo supervisión estadounidense. El proyecto genera fuerte rechazo en Irán, que ve en la presencia militar y logística de USA una amenaza directa a su seguridad.

Turquía, aliado tradicional de Bakú, celebra la iniciativa por su potencial para ampliar su proyección en Asia Central. En cambio, Rusia observa desde la distancia, consciente de que este avance erosiona su capacidad de influencia en una región que Moscú siempre consideró parte de su esfera de seguridad.

Armenia - Azerbaiyán: Diplomacia

Paralelamente, USA firmó acuerdos bilaterales con ambos países para ampliar la cooperación en energía, comercio y tecnología —incluida inteligencia artificial—, y levantó restricciones militares a Azerbaiyán vigentes desde 1992. El mensaje es claro: Washington quiere convertirse en socio estratégico integral, no solo mediador de conflictos.

Impacto en el equilibrio regional

Para Armenia, el acercamiento a EE.UU. representa una oportunidad para diversificar alianzas y reducir su dependencia histórica de Rusia, especialmente tras la guerra de 2020. Para Azerbaiyán, implica consolidar su victoria territorial en Nagorno-Karabaj y proyectar su infraestructura hacia el oeste con aval internacional.

La exclusión de Moscú de la mesa de negociación es interpretada como un mensaje directo: Bakú y Ereván buscan un futuro político y económico fuera de la órbita rusa, lo que a mediano plazo podría desencadenar una reconfiguración de alianzas en toda la región del Cáucaso y Asia Central.

Camino a Alaska: Trump y Putin frente a frente

La cita de Trump con Putin, programada para el 15 de agosto en Alaska, se perfila como un encuentro en el que el acuerdo del Cáucaso estará inevitablemente sobre la mesa. Para Moscú, la mediación estadounidense en un área históricamente bajo su influencia es una afrenta diplomática; para Washington, es una demostración de capacidad de negociación y proyección de poder.

La reunión podría definir si el nuevo equilibrio en el Cáucaso se consolida como un hecho consumado o si Rusia intentará recuperar margen de maniobra, ya sea por vía diplomática o mediante presión regional indirecta.

Para Armenia, el acercamiento a USA. representa una oportunidad para diversificar alianzas y reducir su dependencia histórica de Rusia, especialmente tras la guerra de 2020. Para Azerbaiyán, implica consolidar su victoria territorial en Nagorno-Karabaj y proyectar su infraestructura hacia el oeste con aval internacional.

La exclusión de Moscú de la mesa de negociación es interpretada como un mensaje directo: Bakú y Ereván buscan un futuro político y económico fuera de la órbita rusa, lo que a mediano plazo podría desencadenar una reconfiguración de alianzas en toda la región del Cáucaso y Asia Central.

La mirada transversal

En el tablero global, la firma del acuerdo de paz entre Armenia y Azerbaiyán y la inminente reunión del 15 de agosto en Alaska no son hechos aislados, sino piezas de una misma estrategia, evalúan analistas internacionales ante la fuente.

Trump ha colocado a Estados Unidos como árbitro en un conflicto históricamente bajo control ruso, asegurando presencia física y estratégica en un corredor que une el Mar Caspio con el Mediterráneo a través del Cáucaso. En Alaska, frente a Putin, el presidente estadounidense buscará consolidar este avance como un hecho irreversible, presentándolo no solo como un triunfo diplomático, sino como la prueba de que Washington puede desplazar a Moscú incluso en su propio “patio trasero” geopolítico.

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