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RETROCESO

Chile en plebiscito por un mal texto constitucional

Es objetivo: el texto en plebiscito el domingo 04/09 en Chile es un mal texto constitucional porque no refleja el mapa político. Esperamos el resultado.

Plebiscito 2022 en Chile, por una nueva Constitución. La coherencia acerca de un mal texto que no refleja el mapa político del país debería lograr el triunfo del Rechazo pero el Apruebo cree contar con una gran oportunidad de triunfo, a como sea. El autopercibido 'progresismo' se encuentra eufórico con la posibilidad de aplastar la historia.

Gabriel Boric, presidente de Chile y promotor del Apruebo, dijo al salir de votar en su natal Punta Arenas: "Confío en la sabiduría del pueblo chileno": ¿...?

Él se comprometió a convocar a la unidad nacional con los otros sectores políticos del país sudamericano para implementar los resultados, sean de Apruebo o Rechazo, del Plebiscito 2022.

Cerca de 3.000 centros de votación han abierto este domingo 04/09 en Chile para una de las votaciones más importantes de su historia reciente, en la que más de 15,1 millones chilenos decidirán acerca de la propuesta de nueva Constitución.

De aprobarse, el texto sustituirá a la actual Carta Magna, vista por una parte de la sociedad como el origen de las desigualdades del país, tal como si en antes de Augusto Pinochet no hubiesen ocurrido desigualdades en Chile.

De rechazarse, seguirá vigente la actual Ley Fundamental, aunque el presidente Boric ya anunció que convocará a un nuevo proceso constituyente y que se cumplirá con el mandato del plebiscito de octubre de 2020, en el que casi el 80% de los chilenos pidió un cambio constitucional. Boric no acepta que, quizás, ese fue un tiempo especial, y la sociedad hoy tiene un enfoque distinto.

Evelyn Matthei, exsenadora y actual alcaldesa de Providencia, afirmó: "Estamos mirando como podemos resolver los problemos con consenso. La gran mayoría de chilenos no son de extremos y quieren vivir tranquilos, más que pensar en izquierda o en derecha, no hay que aislar a nadie, a que escuchar a todo el mundo".

El expresidente chileno, Sebastián Piñera, emitió su voto y declaró para la prensa. "Lo que Chile necesita es más paz. Dejemos afuera la cultura de la cancelación. Chile es un país maravilloso y tenemos la oportunidad de construir juntos un Chile en el que todos podamos tener una vida más digna. Lo mejor de Chile está todavía por delante. Nosotros tenemos un compromiso por una buena y Nueva Constitución".

https://twitter.com/dw_espanol/status/1566361678479908864

Texto importante

José Ignacio Martínez Estay, profesor de Derecho Constitucional y decano de la Facultad de Derecho de la Universidad de los Andes de Chile, escribió días atrás una interesante columna que publicó el diario El Mundo, de Madrid, España:

Chile cuenta con una tradición constitucional bicentenaria, iniciada con la Constitución de 1818, y continuada por los textos de 1822, 1823, 1828, 1833, 1925 y 1980. Cada uno de ellos fue sentando las bases de un modelo que, en lo esencial, se ha mantenido a lo largo de estas dos centurias:

  • un Estado democrático, unitario, presidencialista,
  • con un Congreso bicameral,
  • un Poder Judicial independiente, y
  • con el reconocimiento y garantía de derechos y libertades.

Esta estructura hizo posible el desarrollo de una vida política bastante excepcional en el contexto latinoamericano. Y es que, si bien durante los años posteriores a la independencia hubo inestabilidad institucional y caudillismo, a partir de 1833 Chile comenzó a recorrer un camino -no exento de sobresaltos- que posibilitó la construcción y consolidación de un sistema político democrático.

La Guerra Civil de 1891 y los golpes de Estado de 1924 y de 1973 fueron sin duda duras pruebas, que generaron dolor y fisuras institucionales, aunque cada una de ellas fue afrontada en su momento con generosidad y espíritu republicano.

Esto hizo posible que la Constitución de 1925 reemplazase a la de 1833, que había sido sobrepasada por los hechos, y que la Carta de 1980, elaborada durante la dictadura militar, haya sido objeto de decenas de reformas a partir del retorno de la democracia, siendo la más relevante la de 2005.

  • Durante la vigencia de esta Constitución, Chile ha vivido uno de los periodos de mayor estabilidad política de su historia, y un desarrollo y crecimiento económico conducido mayoritariamente por gobiernos de centro izquierda, que lo puso a la vanguardia de las naciones de Latinoamérica.
  • No obstante, una parte del espectro político mantuvo sus objeciones a la legitimidad de origen de la actual Constitución, y demandó de manera sostenida la redacción de una nueva Carta Fundamental.

A su vez, el innegable crecimiento económico fue incapaz de satisfacer los anhelos ciudadanos por una mayor equidad social, y por la erradicación de conductas abusivas de algunos actores económicos.

En este contexto surgen los acontecimientos del 18 de octubre de 2019 y de los días posteriores, que pusieron en jaque las instituciones democráticas. A lo largo de su historia, Chile había enfrentado momentos complejos. Pero este era particularmente delicado, debido a la inusitada violencia que asoló al país, y que puso en serio riesgo la democracia que había sido reestablecida en 1990.

Por eso el 15 de noviembre de 2019 es una fecha importante. Ese día las fuerzas políticas democráticas con representación parlamentaria suscribieron el Acuerdo por la paz social y la nueva Constitución, destinado a darle una salida a la grave crisis que vivíamos. Producto de dicho pacto, los ciudadanos fuimos convocados a un plebiscito destinado a decidir si queríamos o no una nueva Constitución, y, en caso afirmativo, cuál debía ser el procedimiento para redactarla.

El 20 de octubre de 2020 se llevó a cabo este referéndum, en el que participó un 51% de los ciudadanos con derecho a voto.

De éstos, casi un 80% aprobó la idea de avanzar hacia una nueva Constitución, y un porcentaje similar de los votantes prefirió que la redacción de este texto estuviese a cargo de una Convención totalmente elegida por el pueblo.

Esta elección se realizó los días 15 y 16 de mayo de 2021, y contó con la participación de un 43% de los ciudadanos con derecho a voto, que eligieron a los 155 miembros de la Convención, bajo un sistema electoral ad hoc, con cupos reservados para indígenas, y que permitió además que candidatos independientes participaran conformando listas.

Se iniciaba así el proceso para elaborar una nueva Constitución que, además, de sustituir a la actual, recogiese las mayoritarias inquietudes y aspiraciones ciudadanas, en un marco de unidad e identidad común.

Lamentablemente, la conformación de la Convención no reflejó la realidad del mapa político del país. El sistema electoral permitió que sectores más bien radicales se organizaran en listas de independientes, y los cupos reservados fueron también copados por candidatos con visiones indigenistas extremas.

Por eso, durante el año que funcionó la Convención, su trabajo no estuvo exento de diversas polémicas que debilitaron su imagen y prestigio casi desde el comienzo.

Éstas abarcaron desde convencionales que acudieron disfrazados a las sesiones;

  • el desprecio y vejamen a los símbolos nacionales;
  • el auge y caída de un convencional que había basado su campaña electoral en una supuesta enfermedad que jamás tuvo;
  • los discursos y posiciones maximalistas, y
  • la imposibilidad que tuvieron los partidos políticos de centro, centro-izquierda y centro-derecha de hacer prosperar sus propuestas.

Esto último debido a la subrepresentación de estos sectores, que los dejó en minoría en la Convención, lo que fue una consecuencia directa del sistema electoral adoptado para la elección de los miembros de este organismo.

El resultado final del trabajo de la Convención es malo y frustrante, porque refleja un deseo refundacional y radical, que condujo a apartarse de nuestra tradición constitucional y de la mejor experiencia comparada. Por eso ha sido calificado por el ex presidente Ricardo Lagos como "partisano".

En efecto, el texto que votaremos este domingo es muy extenso (380 artículos) y maximalista. Tiene un marcado sesgo ideológico, cargado de indigenismo e ideología de género, acompañado de un preocupante debilitamiento del sistema de frenos y contrapesos, de la independencia del Poder Judicial y del modelo de Estado. En efecto, el texto que votaremos este domingo es muy extenso (380 artículos) y maximalista. Tiene un marcado sesgo ideológico, cargado de indigenismo e ideología de género, acompañado de un preocupante debilitamiento del sistema de frenos y contrapesos, de la independencia del Poder Judicial y del modelo de Estado.

Las encuestas muestran que estos problemas son reconocidos también por un alto porcentaje de ciudadanos que declara que en el plebiscito votará por la opción Apruebo. Por eso los partidos que han hecho campaña en favor de la propuesta suscribieron hace unas semanas un compromiso para reformarla, en caso de que entrase en vigor.

El problema es que el mecanismo para la reforma es de enorme rigidez, por lo que parece muy difícil que dicho acuerdo pudiera llegar a concretarse.

El plebiscito de este domingo es una oportunidad para desechar un mal proyecto, y para seguir trabajando en la preparación de uno nuevo, que satisfaga los anhelos y expectativas de la mayoría de los ciudadanos, y que recoja lo mejor de nuestra historia constitucional y de los más admirados modelos comparados. El plebiscito de este domingo es una oportunidad para desechar un mal proyecto, y para seguir trabajando en la preparación de uno nuevo, que satisfaga los anhelos y expectativas de la mayoría de los ciudadanos, y que recoja lo mejor de nuestra historia constitucional y de los más admirados modelos comparados.

En tal sentido, pareciera existir un amplio consenso respecto de que una nueva Constitución debe resguardar y fortalecer el sistema democrático representativo, consagrar un Estado social de derecho, hacer posible una mejor y mayor descentralización, reconocer la cultura y costumbres de los pueblos indígenas, y profundizar los mecanismos de protección de la naturaleza, entre otras materias.

Como es evidente, la fórmula para elaborar una nueva propuesta de Constitución no ha sido acordada, ya que aún no se celebrado el referéndum ni se conocen sus resultados.

Sin embargo, las encuestas muestran un amplio respaldo ciudadano a la idea de que este proyecto sea redactado también por una Convención, pero contando esta vez con la participación de expertos, que orienten, canalicen y traduzcan al lenguaje constitucional los acuerdos que se fragüen en ella, a la luz de aquellos amplios consensos mencionados antes.

Asimismo, y en atención a la distorsión que generó el sistema electoral aplicado para la elección de los miembros de la anterior Convención, parece sensato aplicar un modelo que reestablezca el insustituible rol que les cabe a los partidos políticos en la democracia representativa.

Todo indica que esta visión cuenta con apoyos de diversos sectores democráticos, por lo que, de triunfar el rechazo, probablemente será éste el camino elegido para elaborar una nueva y buena Constitución para Chile.

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