Este proyecto aportaría en 2025 hasta casi el 1% del PBI del país, según La República, y será un centro clave de comercio entre el gigante asiático y Sudamérica en una creciente competencia por el dominio de las rutas comerciales y puertos en la región.
Según Xi Jinping que disertó en Apec se abre “un camino de prosperidad en fomento del desarrollo común” entre la nación asiática y sudamericana. Ello generará importantes ingresos a las arcas que consolidará al país como el “hub que conecta” e integre comercialmente a Sudamérica con Asia para el desarrollo de sectores como la industria, la minería, la manufactura y la agricultura.
Dina Boluarte, por su parte, resaltó que la inauguración del megapuerto de Chancay da inicio a una etapa que “convertirá al Perú como centro logístico, tecnológico e industrial”.
Además, el megapuerto amplía la “ruta de la seda” un gran plan lanzado por Xi hace una década que espera que construya infraestructura global y redes energéticas que conecten Asia con África y Europa a través de rutas terrestres y marítima. En los últimos años el régimen chino fomenta Nueva Ruta de la Seda, también conocida como Belt and Road Initiative (BRI),que busca conectar a China con América Latina, Europa, Medio Oriente y África en su buscas de liderar la gobernanza global.
“La magnitud de esta obra se grafica en su inversión total que asciende a unos US$3.400 millones,de los cuales, más de US$1.300 millones se han destinado para la construcción de su primera etapa. Eso no es todo. Según estimó el presidente del Banco Central de Reserva (BCRP), Julio Velarde, el megapuerto de Chancay aportaría durante esta fase con 0,3,% del PBI, lo cual equivale a US$800 millones. Hacia el 2025, se espera que la operación contribuya con casi el 1% del PBI, es decir, alrededor de US$2.670 millones”, detalló La República.
Entre otros beneficios que trae esta asociación estratégica, el tiempo de viaje marítimo del Perú a China se podrá reducir a 25 días, “se ahorrarán 10 días en transporte y más del 20% del costo logístico. Además, se generarán para el Perú ingresos anuales de US$4.500 millones y más de 8.000 empleos directos”.
Este megaproyecto refuerza a Perú como punto de inversión favorita para potencias globales (USA y China) gracias a su economía estable y a una moneda fuerte y recursos naturales, a pesar de la crisis política y corrupción de los dirigentes. El crecimiento proyectado para 2024, con un aumento del PIB del 3,1% según el Banco Mundial
USA y China muestran interés en diversos sectores de Perú: Minería (oro cobre y plata), Energía (recurso hidroeléctricos, proyectos energías renovables en Perú, como la solar y eólica), Infraestructura (carreteras, aeropuertos y puertos), Agronegocios (productos agrícolas, como espárragos, uvas, paltas y arándanos).
¿Manzano doble agente?
En este contexto, emergió una figura conocida en el mundo empresarial. José Luis Manzano, ex ministro del interior durante el gobierno de Carlos Menem, que, en su faceta de socio de este megaproyecto, ha dejado entrever un complejo juego de alianzas.
El 60% del puerto de Chancay es operado por la empresa estatal china dedicada al transporte marítimo Cosco Shipping que, a su vez, integra la Ocean Alliance, uno de los acuerdos estratégicos comerciales más grandes del mundo que se inscribe en la Nueva Ruta de la Seda.
El otro 40% es de la peruana Inversiones Portuarias Chancay (IPCH) sociedad controlada por Transition Metals, firma que es parte del holding argentino Integra Capital del ex ministro, que logró meterse en el proyecto a través de la compra de una minera peruana que a su vez, era propietaria de IPCH, según supo LPO.
“La llegada de la compañía de Manzano como accionista del mega puerto se consolidó en mayo pasado, cuando Manzano cerró la compra a la multinacional Glencore de su participación controlante en Volcan Compañía Minera por 20 millones de dólares. Volcan, que cotiza en la Bolsa de Lima, es una de las mineras más grandes en materia de zinc, oro y plata. Con propiedades adyacentes al puerto, fueron los impulsores del proyecto portuario y en 2018 hicieron un shareholders agreement con Cosco Shipping”, informó el diario.
Su participación en este megapuerto, que otorga a China una influencia comercial geoestratégica, sorprendió porque Manzano asistió días atrás a la cena de la ultraderecha Fundación Faro, “una nueva fundación que como yo cree en la importancia de la batalla cultural para transformar la realidad”, según Javier Milei, aliado férreo USA, que dio un discurso esa misma noche en que destruyó a la izquierda y comunistas.
Muchos la consideran como el verdadero “think tank” libertario, presidido por Agustín Laje. La cena se hizo en el Yacht Club de Puerto Madero y contó con la presencia aproximadamente 400 invitados, entre ellos destacados empresarios, influencers y políticos.
“Subestimar la batalla cultural ha sido un gran error, porque a pesar de los enormes éxitos del capitalismo, la izquierda ha logrado capturar las instituciones más prestigiosas a nivel nacional e internacional y las ha utilizado para pavimentar un verdadero camino de servidumbre”, afirmó el presidente en el evento.
Si bien el involucramiento de Manzano en el Megapuerto podía interpretarse como una jugada estratégica para fortalecer lazos comerciales, su cercanía con figuras de la derecha, tan alineadas con los intereses estadounidenses, sugiere una postura ambigua u oportunista. ¿Manzano saca provecho de las relaciones con el poder económico chino como de la influencia en los círculos políticos de la derecha argentina? Es la misma incoherencia o pragmatismo que mostró Milei. De afirmar "no voy a hacer negocios con china ni comunistas" a considerarla "un socio comercial muy interesante"
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