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PANORAMA

La hora de Massa, decepción naranja y take over a Alberto

Sergio Massa llega el gabinete con un cambio de clima y mucha expectativa. El camino que seguiría. ¿Qué pasará con el Presidente?

“Batakis duró menos que Miguel Ángel Roig y sin morirse”. Con más sarcasmo y humor negro que rigor histórico, un comentarista de la política definió así la efímera gestión de la única persona que aceptó tomar el hierro caliente del ministerio de Economía en las horas dramáticas tras la renuncia de Martín Guzmán a principios de mes. El primer jefe del Palacio de Hacienda de Carlos Menem apenas estuvo 5 días en el cargo antes de que un infarto se lo llevara de este mundo en 1989. Silvina Batakis estuvo 20 días más que Roig en la conducción económica. Afortunadamente no fue un infarto lo que la alejó, aunque se trató un fenómeno igual de súbito: la llegada de Sergio Massa como nuevo hombre fuerte del gobierno de Alberto Fernández.

El todavía presidente de la Cámara de Diputados barrió con todo lo que pudo (no necesariamente todo lo que quiso) en el Gabinete. Desde el control de la gestión en Producción y Agricultura, hasta la administración de los créditos de organismos internacionales. Esto último precipitó la salida de la secretaría de Asuntos Estratégicos de Gustavo Béliz, que días antes había recibido el reproche de Batakis por el presunto uso ineficiente de esos fondos. Béliz pegó el portazo invocando a Dios y cansado de los sinsabores con el Presidente. No menos enojada estaba Batakis, cuyo desplazamiento se conoció un día antes como versión cuando se disponía a volver a Buenos Aires tras prometerle en Washington al FMI que contaba con todo el apoyo de los socios del Frente de Todos. De la peor forma, la funcionaria de los atuendos floridos comprobó que no era así. Será, como consuelo, presidente del Banco Nación.

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Batakis se entevistó con la jefa del Fondo como ministra de Economía. Al volver a Buenos Aires, ya no lo era. 

Batakis se entevistó con la jefa del Fondo como ministra de Economía. Al volver a Buenos Aires, ya no lo era.

Decepción

La decepción de Batakis es sólo comparable con la de Daniel Scioli, quien volverá a la embajada en Brasil luego de que Massa absorbiera su ministerio. 45 días duró su gestión al frente de Desarrollo Productivo, tal como él mismo lo dijo el viernes en una insólita conferencia de prensa en la que fue presentado por el propio Massa. La aparición conjunta generó expectativa. Hasta se llegó a pensar que el exgobernador se iba a quedar en la nueva estructura a pesar de que un día antes un comunicado oficial afirmaba que retomaría tareas diplomáticas en Brasilia por pedido expreso del Presidente. Un gesto de convivencia entre 2 rivales como señal hacia el interior del peronismo. Especulaciones. La ilusión óptica duró segundos. Casi como un primer acto de gestión -antes de jurar- Massa apareció junto a Scioli para que todo el mundo confirmara que se iba. “Cuánto sadismo”, se oyó en los corrillos políticos. El exmotonauta se vuelve a Brasil y se lleva consigo el sueño de una candidatura presidencial, tal vez la única motivación real que lo trajo aquella vez, cuando -igual que Batakis, su exministra en la provincia- aceptó un cargo que nadie más quiso ante el abrupto despido de Matías Kulfas. La decepción tiene color naranja.

Cambio de clima

El desembarco de Massa al gabinete apuntaló un cambio de clima en los mercados que se había iniciado con algunas señales, como un dólar diferencial para estimular la liquidación de cosecha y sumar reservas (más allá de las dudas que generó su implementación); y los aumentos de tasas de interés por parte de Economía y el Banco Central, medidas de incentivo a la permanencia en pesos. La suba de la tasa de política monetaria del Central habría sido convalidada por el propio Massa, a pesar de que el BCRA no ingresó a su órbita. Continúa al frente de la autoridad reguladora Miguel Pesce, uno de los últimos albertistas en pie. Massa tampoco pudo quedarse con la AFIP, que quedó para el ultracristinista Carlos Castagneto, que reemplazará a Mercedes Marcó del Pont, que a su vez reemplazará a Béliz. Tampoco habría cambios en el área de energía, dominada por La Cámpora.

En coincidencia con la designación de Massa se derrumbaron los dólares financieros, el blue y el Riesgo País. Fue una bienvenida para una figura con capital político propio, alejado de las doctrinas del estatismo kirchnerista y con aceitados vínculos con el establishment económico y con USA (el saludo de Mauricio Claver-Carone, presidente del BID y hombre del Departamento de Estado debe leerse en esa última clave).

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Massa se retira y deja solo a Scioli para que se despida. 

Massa se retira y deja solo a Scioli para que se despida.

El plan

¿Pero cuál es el plan? Massa prometió anuncios para el miércoles, luego de que se resuelva su alejamiento de la Cámara Baja y haya conformado su equipo. El movimiento de los mercados dio un indicio y entre los comunicadores kirchneristas asumen que habrá un mayor giro hacia la ortodoxia, aunque se esperanzan con alguna política de ingreso. En la City creen que puede haber apenas “pinceladas” redistributivas y que todo conducirá a darle curso al programa de ordenamiento macroeconómico pactado con el FMI.

Conseguir más dólares sería la apuesta inicial y, por lo tanto, clave el estímulo al campo, principal generador de divisas que retiene miles de millones de dólares en toneladas de granos a la espera de un mejor escenario. Ya hubo un contacto entre Massa y las entidades rurales de la Mesa de Enlace. Un gesto muy a contramano de algún intendente ultrakirchnerista que parece no haber leído el nuevo tiempo y propone expropiar los silobolsas para quedar bien con el sector más recalcitrante de su espacio.

¿Devaluación? En la agenda inmediata de Massa no estaría una corrección abrupta del tipo de cambio oficial sino acelerar el crawling peg para recortar el atraso y la brecha. En la medida que ingresen más divisas a las reservas la expectativa de una devaluación brusca mermaría, quitándole presión al dólar. En el Gobierno creen que no hay lugar para una maxi-devaluación al tener en cuenta el resultado de la inflación de julio, que podría acercarse al 8% como consecuencia de la corrida cambiaria de las últimas semanas que desencadenó remarcaciones. En el oficialismo lamentan que se estén pagando los mismos costos de una devaluación brusca aun sin haberlo hecho.

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Conseguir dólares, prioridad del plan Massa. 

Conseguir dólares, prioridad del plan Massa.

Take Over

Además de su peso específico político, Massa llega con la certificación de Cristina Kirchner. A diferencia de lo que ocurrió con Batakis, cuando se esperaba algún gesto de aval de la Vicepresidente, la designación del líder del Frente Renovador surge de un acuerdo directo con la líder del kirchnerismo, que habría observado más que cercana una debacle. Horas antes de que fuera comunicado su nombramiento como ministro de Economía, Producción y Agricultura, Massa estuvo reunido con CFK en el Senado. Por otro lado, difícilmente Massa hubiera conseguido amplias facultades sin su bendición. En realidad, la movida fue vista como una suerte de hostile take over (una toma compulsiva) del gobierno de Alberto Fernández, quien evitaba un cambio radical en su staff convencido de que -como le dijo Pesce- la presión cambiaria aflojaría ni bien se disipe el frío que consume millones de dólares en importaciones de gas y que debilita las ya de por sí débiles reservas del BCRA. Esa visión no convencía ni a la Vice, ni a Massa, ni a los gobernadores que se reunieron el lunes con el jefe de Estado para reclamarle acciones inmediatas. Ya pedían abiertamente por Massa. Acorralado, Fernández tuvo que ceder, algo que intentó disimular en su primer mensaje tras el nombramiento.

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Alberto Fernández deja la Casa Rosada tras una intensa jornada que concluyó con el desembarco de Massa en el Gabinete. 

Alberto Fernández deja la Casa Rosada tras una intensa jornada que concluyó con el desembarco de Massa en el Gabinete.

¿Qué queda ahora para un Presidente vaciado de poder? Hay que recordar que la Argentina es un país presidencialista, de allí que no debería darse por hecho que Fernández será un jefe de Estado testimonial, aunque los acontecimientos de los últimos tiempos indiquen que sí lo es. No extrañaría que ante un eventual éxito de Massa Fernández pretenda capitalizarlo y darse algún tipo de impulso. Tampoco hay que perder de vista anteriores intentos fallidos de darle al Gobierno “volumen político”. Aunque Massa se tiene toda la fe del mundo y su ambición presidencialista depende de que su plan funcione, dejó un mensaje para moderar expectativas: “No soy un salvador”.

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