La N,N-Dietil-meta-toluamida, conocida como DEET, es el ingrediente habitual de los repelentes de insectos:desde garrapatas a mosquitos. Desarrollado como pesticida agrícola, el Pentágono lo utilizó para sus soldados en la jungla durante la 2da. Guerra Mundial y luego Vietnam; recién en 1957 fue para uso civil: SC Johnson y Unilever.
DESESPERADOS
DEET, China, SC Johnson, el default de los repelentes
El DEET es el ingrediente activo de los repelentes. En general, se importa de China. SC Johnson es el gran productor local en el Estado ausente de Javier Milei.
Es distinto al IR3535, repelente de insectos (piojos) sintético y biopesticida. Y a la icaridina o picaridina (Bayer / Lanxess AG), el repelente que, a diferencia del DEET, presenta un menor riesgo de toxicidad cuando se usa, por ejemplo, con protector solar.
El DEET se importa de China, y SC Johnson es dueña de las marcas OFF!, Fuyi, Raid y Baygon, pero por más que reponga stocks, la abrupta demanda supera su capacidad de producción. Ese fue el eje de la crisis del Estado ausente que la realidad le planteó a los presuntos libertarios en el gobierno (bueno, libertario dice ser Javier Milei pero nada que ver Nicolás Posse, Luis Caputo y Guillermo Francos).
Importación y abuso de DEET
Al respecto, muy interesante un fragmento de InfoNegocios sobre el intento de complementar el déficit de producción de SC Johnson:
"(...) En la última semana, los productores más chicos reforzaron los pedidos en el extranjero, como Algabo. La firma es dueña de la marca Stop Vais y produce para terceros, como Farmacity y Dia, en su planta de Tortuguitas, donde, en diciembre, anunció una inversión de US$ 3 millones.
Implementó cargas aéreas cada 10 días para importar deet directamente desde China, cuando suele traerlo por contenedores en barcos, que tardan hasta 60 días en llegar a la Argentina.
"En enero, se agotó en 7 días el insumo a nivel local tanto para los que importábamos de forma directa como para los proveedores que se dedican a la venta interna. A los 4 días de cuando llega, ya repartimos nuestros productos a distribuidores. Luego, tenemos 4 días ociosos hasta que vuelve a entrar DEET al país", explicó Andrés Bollati, hijo de Alberto, CEO y fundador de la firma, y gerente.
Sólo en enero, Algabo vendió el 70% de la proyección prevista para todo 2024. "Por eso, estamos trayendo constantemente el insumo. Ya llegamos a casi 2 millones de unidades en lo que va del año, cuando años atrás lo habitual era entre 300.000 y 400.000", señaló el ejecutivo de la compañía que tiene un 10% del share.
"Traer el DEET por vía aérea es caro. No solemos traerlo de esta forma por eso. No obstante, decidimos no trasladar este incremento en los costos al producto final. La prioridad es acompañar el bolsillo del cliente y ganar fidelidad y share. De 6 referencias que producimos, 2 van a rentabilidad negativa", destacó Bollati.
En tanto, Queruclor fabrica todos los días en su planta de Garín, provincia de Buenos Aires, Aktiol y repelentes para terceros. "Tenemos stock y estamos despachando producto a diario. Únicamente estamos elaborando aerosol, no cremas. Porque la demanda está concentrada en ese producto y no hay tantas opciones en ese formato", afirmó Walter López, cofundador de Queruclor.
La firma trabaja con un proveedor que importa el DEET. "Estamos abasteciendo la demanda, pero la venta avanza más rápido que la reposición. Por eso, hay precios abusivos por parte de los comerciantes. Un aerosol nuestro que debe salir $ 3.000 se está vendiendo en algunos lados a $ 10.000", argumentó López. (...)".
El silencio no es salud
Otra visión del problema la ofreció Diego Dillenberger desde su revista Imagen: al problema de la importación hay que sumarle el del silencio, que en este caso no es salud.
Quizás hablar ayudaría mucho a todos. Veamos este texto:
"Solo “salvó la ropa” el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires: tanto SC Johnson, el casi monopólico fabricante de repelentes (con sus marcas Off y Fují), como las autoridades sanitarias nacionales y de la provincia de Buenos Aires fueron reprobados lapidariamente en un sondeo de este servicio al sector de la comunicación y asuntos públicos por su rol comunicacional en la crisis del dengue y la desaparición de los repelentes del mercado.
La empresa de capitales privados estadounidenses obtuvo un rotundo “bochazo” por no poner a disposición de los periodistas a un vocero para responder preguntas en medio de la crisis. Una nota del diario Clarín da cuenta de cómo ante la ausencia de sus repelentes en el mercado por incapacidad e imprevisión para satisfacer el aumento de la demanda, la marca solo atinó a contestar con un frío comunicado en el que explica que fue superado por la demanda.
Casi el 80% de un panel de más de 70 profesionales del sector contestó que “se precisa un vocero que hable con los periodistas ante una crisis como la actual epidemia de dengue” que azota al país y buena parte de Sudamérica. (...)
“Tienen como política la no comunicación”, dijo sobre SC Johnson un directivo de comunicación de otra multinacional de consumo masivo conocedor del sector. El laboratorio SC Johnson también fabrica marcas de productos de higiene del hogar e insecticidas, como Raid, Mr. Musculo y Glade.
Johnson es una empresa que a nivel global se ufana de tener una acción de RSE que apunta a eliminar los desechos plásticos que afectan los mares: ¿No debiera ser su principal responsabilidad social empresaria abastecer el mercado satisfactoriamente en lugares en los que un producto suyo es vital para salvar vidas?
Ante una nueva vacuna, que es altamente costosa y que el gobierno nacional decidió no aplicar gratuitamente, la única prevención “segura” y accesible es el repelente, además de la comunicación para explicar y motivar a la población a descacharrizar para evitar la cría del mosquito aedes aegypti. No contar con repelente genera mucha ansiedad en la población, ya que el mosquito puede picar en cualquier lado, tanto al aire libre como en lugares cerrados.
El default
De todos modos, solo el 35% cree que afectará negativamente su reputación tanto el llamativo silencio de la empresa casi monopólica en la producción de repelentes, como su visible incapacidad para satisfacer el pico de demanda -cuando las oleadas veraniegas de dengue vienen creciendo sistemáticamente en toda la región en los últimos años.
Por otra parte, destacan que la compañía afirma haber triplicado su producción en la Argentina, aunque esto no alcanzó ante su mala estrategia de comunicación: “un vocero podría haber ayudado mejor que un comunicado a que ese dato clave se reflejara en la cobertura”, explicó un participante de la encuesta ante el “default” comunicacional de Johnson: incapacidad productiva y de comunicación.
Pero las autoridades nacionales de salud que asumieron el 10/12/2023 también fueron brutalmente bochadas por su falta de comunicación. El único vocero estatal que salió a hablar en los medios fue el ministro de Salud de la Ciudad de Buenos Aires, Fernán Quirós, que ya demostró sus dotes de buen comunicador en la pandemia de COVID y continuó en su cargo con el cambio de gestión. (...)
Ay Mario Russo
Ante las críticas de los medios por su llamativa ausencia comunicacional, el ministro nacional de Salud, Mario Russo, salió a afirmar que los periodistas confunden “inacción con trabajo con bajo perfil”.
Russo también retrucó saliendo a criticar a los medios que cuestionan que no quiera incorporar como gratuita a la nueva vacuna contra el dengue desarrollada por el laboratorio japonés Takeda y contraatacó atribuyendo a los periodistas “hacer lobby” a favor de la empresa farmacéutica, argumentando que no habría evidencia “científica” aún sobre su efectividad. Esa interpretación la fueron desmintiendo casi todos los voceros médicos entrevistados en los últimos días por los medios; explicaron que la vacuna, aprobada por las propias autoridades argentinas, era efectiva en determinadas circunstancias.
Pero es un clásico: cuando hay pésima comunicación y algo sale mal, la culpa siempre es de los periodistas que “operan” para algún poder maligno oculto.
Cualquier similitud con el gobierno kirchnerista, que inventaba que Pfizer “nos pide los glaciares” a cambio de su vacuna para así darles exclusividad a las vacunas deficientes de Rusia y China en la pandemia, podría ser fatal para el gobierno libertario. (...)".
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