El expresidente deBrasil, Luiz Inácio Lula da Silva, asumió este 1 de enero el relevo del actual mandatario Jair Bolsonaro al frente de Brasil, con el difícil reto de reconciliar a una sociedad extremadamente polarizada y satisfacer las expectativas internacionales de hacer lo posible para salvar la Amazonia.
PERSONAJE 2023
Lula da Silva y una resurrección política con muchos retos
Lula da Silva vuelve a gobernar Brasil, territorio más extenso de América latina, con el difícil reto de reconciliar a una sociedad extremadamente polarizada.
El político brasileño juró su cargo tras derrotar al actual mandatario, en una segunda vuelta electoral que se celebró el 30 de octubre de 2022, y en la que obtuvo la victoria por un margen muy estrecho, con el 50,9% de los votos frente a 49,1%.
Reformas radicales y numerosos escándalos marcaron su anterior mandato (2003-2010) y en julio de 2017 fue condenado a 9 años y medio de prisión acusado de lavado de dinero y corrupción.
Lula fue liberado en noviembre de 2019 después de que el Supremo Tribunal Federal dictaminara que los encarcelamientos con apelaciones pendientes eran ilegales.
Hasta entonces parecía un cadáver político. Pero dos años y medio después de recuperar la libertad, por la anulación de sus condenas, el cofundador y líder del Partido de los Trabajadores fue elegido presidente en segunda vuelta.
De esa manera, Lula da Silva arranca su 'resurrección' política "sin miedo a ser feliz", como reza el que ha sido su lema de campaña desde su primer intento por llegar a la Presidencia. No obstante, tiene difíciles retos.
La carrera de Lula da Silva
El hombre que gobierna a Brasil por tercera vez, nació en Caetés, ciudad del estado de Pernambuco (noreste), y construyó su carrera política a partir de su activismo en el sindicato de metalúrgicos de Sao Paulo.
En 1968, según recuerda el centro de pensamiento de Barcelona CIDOB, Lula se unió al Sindicato de Metalúrgicos de São Bernardo do Campo y Diadema. Para 1972, fue elegido director del Departamento de Protección Social del sindicato y en 1975 fue ascendido a la presidencia del mismo.
En 1980, luego de que el sindicato saliera debilitado tras una lucha con el gobierno por las exigencias sindicales y los puestos de trabajo, Lula da Silva y otros activistas fundaron el Partido de los Trabajadores (PT), que debutó en el mundo político en las elecciones legislativas de noviembre de 1982.
El primer cargo político de elección popular al que aspiró Lula fue para gobernador de São Paulo. Según el CIDOB, no obstante recibió más de un millón de votos, fue superado por André Franco Montoro, quien resultó electo, y por otros dos candidatos. Por lo que siguió con su carrera sindical en ascenso.
"Cuanto más se distanciaba Lula de las élites de los demás partidos, más incrementaba su popularidad entre las clases trabajadoras golpeadas por la crisis y cimentaba su liderazgo obrero en las ciudades satélite de São Paulo", recuerda el CIDOB.
Luego, fue candidato presidencial en 1989, 1994 y en 1998. Su cuarta candidatura fue en el 2001 y fue elegido en las elecciones de octubre de 2002. Así, Lula da Silva llegó a ser un presidente que gozó de gran popularidad en Brasil (2003-2010).
El desgaste llegó con los sucesivos escándalos de corrupción que se destaparon en su gestión y en la de su sucesora, Dilma Rousseff.
En el primer caso, Lula fue acusado de recibir sobornos de la constructora OAS y fue condenado a nueve años y siete meses de prisión por corrupción pasiva y lavado de dinero.
La justicia acusó a Lula da Silva de aceptar la remodelación de un apartamento de lujo en Guarujá, a cambio de favorecer a OAS en sus negocios con la estatal Petrobras.
En el segundo caso, fue acusado de recibir sobornos de Odebrecht y OAS a través de remodelaciones en una finca en Atibaia, São Paulo.
En 2021, el Tribunal Supremo anuló esas dos causas y desde entonces, se ha defendido afirmando que el motivo de sus condenas fue puramente político, para permitir el triunfo electoral de Jair Bolsonaro.
Pero a pesar de esos esfuerzos, la corrupción sigue siendo el punto débil al que apuntan la mayoría de los ataques de sus detractores y es la razón que subyace por detrás de las altas tasas de rechazo a Lula da Silva, que llegan al 38%.
Las promesas de Lula da Silva
Para obtener su victoria, Lula da Silva prometió lanzar un Bolsa Familia "renovado y ampliado", agregando a los 600 reales mensuales otros 150 por cada hijo menor de seis años.
Su propuesta económica tiene como pilares la inversión pública y la mejora del salario mínimo para restaurar el poder adquisitivo de los brasileños frente a la elevada inflación.
El líder histórico del Partido de los Trabajadores (P) también se plantea implementar una reforma tributaria "para que los pobres paguen menos y los ricos paguen más".
Además prometió un plan para reducir el endeudamiento que afecta a casi el 70% de las familias brasileñas.
Y la derecha ganó terreno en las elecciones de octubre. "Las fuerzas de Bolsonaro más los partidos de centro, del llamado Centrão, obtuvieron la mayoría. Lula tiene que buscar el acuerdo", advirtió el politólogo Carlos Melo.
El politólogo Marco Antonio Carvalho Teixeira, de la Fundação Getúlio Vargas, cree que el ambiente político actual no se puede comparar con el de 2003, "porque el resultado de las elecciones es hoy diferente". A finales de 2002, Lula ganó por más del 61% de los votos; el octubre pasado, solo el 50,9%.
Teixeira recordó los escándalos de corrupción en los que estuvo involucrado Lula y que aunque las sentencias fueron anuladas, a los ojos de muchos brasileños, le hicieron perder credibilidad.
"El resultado de las elecciones fue por menos del 2% (con respecto a Bolsonaro), y ahora hay sectores de la población que se oponen a él. Debe superar esto rápidamente", zanja. Lula da Silva quiere formar un gobierno de unidad nacional con otras tendencias políticas, tratando de involucrar a fuerzas de la derecha, como el partido União Brasil.
Para Melo, Lula da Silva tiene que actuar con rapidez y lograr éxitos para aplacar a la oposición. No será nada fácil: "Brasil sufre ahora una crisis económica peor que la de 2022", según Teixeira.
La situación económica ha mejorado en los últimos meses, pero las ayudas por la pandemia y el aumento de los beneficios sociales han originado un gran agujero económico. Lula da Silva necesita la aprobación parlamentaria para poner freno a la deuda y una mayoría, para llevar a cabo una reforma fiscal. "Si Lula no obtiene un amplio apoyo político, corre el riesgo de comenzar de inmediato con una crisis", advirtió Melo.
En tanto, a nivel internacional, "el legado de Bolsonaro en temas ambientales y de derechos humanos, en el escenario internacional, es muy malo. La sola elección de Lula ya le ha dado a Brasil más espacio a nivel mundial", explica Teixeira. Su visita a la conferencia climática COP27 en Egipto, en noviembre, fue una fuerte señal.
Sin embargo, Carlos Melo también ve desafíos nacionales en cuanto al tema ambiental. En las elecciones de octubre en la Amazonia, por ejemplo, Lula perdió donde la deforestación es mayor. Lula debe tomar medidas contra la destrucción, pero también ofrecer a las personas que viven allí alternativas para utilizar la riqueza de los bosques de manera sostenible.
"La imagen de Brasil en el exterior depende en gran medida de su política ambiental. Si no logra ninguna mejora, puede olvidar todos los otros planes para que Brasil vuelva al escenario internacional", sentenció Melo.