Un día Elon Musk decidió comprar Twitter, ex microblogging que tampoco llegó a red social, en crisis financiera permanente por dificultades en elaborar un plan de negocios en días en que sus competidores hicieron fortuna. Musk desembarcó en Twitter sin plan de negocios y la improvisación es onerosa más allá de la decisión de buscar rentabilidad despidiendo personal y ajustando costos fijos.
ENIGMAS
Elon Musk no consigue estabilizar Twitter (ni siquiera $$)
Todavía se ignora el alcance del capricho de Elon Musk de comprar una red social en crisis sin plan de negocios confiable.
Muchos ya se preguntan a quién logrará venderle Musk ahora su capricho devaluado. O qué posibilidades hay para que, en un rapto de genialidad, de una vuelta de tuerca a partir de la Inteligencia Artificial o de la tecnología que desarrolla para Tesla o para SpaceX o Starlink o Neuralink. Un switch por favor.
Elon Musk provoca admiración en muchos, interrogantes en otros. Es lo más parecido a Howard Hughes que irrumpió en USA desde entonces. Pero el problema de crear un personaje es cuando el personaje define la identidad y las decisiones. Wall Street puede financiar 'el circo' en tiempos de dinero barato pero cuando las tasas de interés se empinan porque la prioridad de la Reserva Federal es reducir la inflación, el escenario es más complejo.
La Gran Novela
Recientemente se dieron a conocer nuevos despidos entre los empleados de la compañía, cierres de oficinas y más litigios por falta de pago. El “flamante” CEO critica a los anunciantes que se van en retirada e intenta posicionar nuevas formas de monetización que, por el momento, son insuficientes. Mientras tanto, los usuarios registran fallas en la plataforma y, en los primeros meses de la “gestión Musk”, hay quienes temen por el futuro de la icónica red social.
Cuando el polémico millonario adquirió la plataforma en octubre del 2022 por US$ 44.000 millones, luego de meses de idas y vueltas alrededor del acuerdo y levantando la bandera de la libertad de expresión, comenzó la gran novela de Twitter, donde semana a semana se abren nuevos capítulos, con despidos, renuncias, cambios en la plataforma y rumores sobre el liderazgo del nuevo CEO.
La reducción de personal es, sin dudas, una de las medidas de la “gestión Musk” que más impacto generó. Una semana después de la adquisición, la mitad de los empleados fueron despedidos. Pocos meses después, el último sábado de febrero, decenas de colaboradores dejaron de tener acceso a sus mails corporativos. Al día siguiente y fiel a su estilo irreverente, Elon Musk tuiteaba: “Espero que tengas un buen domingo. Primer día del resto de tu vida”.
Despertar para descubrir que me han bloqueado el acceso a mi correo electrónico. Parece que me dejo ir. Ahora mi viaje de Revue realmente ha terminado.
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Esta nueva ola de despidos dejó afuera de la empresa a unas 200 personas, un 10% de una plantilla que ya estaría por debajo de los 2.000 colaboradores, menos de un tercio de los 7.500 que trabajaban en la compañía en octubre, cuando Elon Musk se incorporó a la organización como propietario y CEO.
Entre los despedidos, llaman la atención algunos empleados de alto perfil. Por ejemplo, Esther Crawford, que estuvo involucrada en la implementación de la polémica “verificación azul” y tiempo atrás protagonizó un tuit viral en el que se la veía “durmiendo en la oficina” para poder cumplir con los exigentes deadlines. Entonces, cuando corrían los rumores de un liderazgo un tanto tóxico por parte de Elon, ese “meme” no habría caído muy bien puertas adentro.
https://twitter.com/esthercrawford/status/1630040219880914945?s=20
https://twitter.com/esthercrawford/status/1587709705488830464?lang=es
Bajo la misma tendencia de buscar una operación más eficiente, este febrero Twitter cerró dos de las tres oficinas que tenía en India e invitó a los empleados a hacer home-office. En ese país, uno de los mercados favoritos de las tecnológicas, la compañía despidió al 90% de su plantilla a finales del año pasado, pasando de 200 personas a un par de decenas.
Mientras tanto, los abogados tocan la puerta de la red social de Musk. Este febrero, la tecnológica Writer, Inc. se sumó a la lista de seis proveedores que iniciaron acciones legales contra Twitter por incumplimiento de contrato, reclamando falta de pago en conceptos de alquileres, servicios de transporte en jets privados, producción de eventos y consultoría. También se rumorea de una deuda con Slack, la plataforma de mensajería que los empleados de Twitter utilizan para trabajar y que fue suspendida por dos días la semana pasada, dejando a muchos de ellos sin nada para hacer.
La estabilidad financiera
Desde la llegada de Musk a la compañía también se implementaron diversos cambios en la plataforma, como la suscripción paga para obtener la verificación y límites de uso para aliviar la carga de los servidores. Y estas novedades, así como los despidos o la acumulación de deudas, nos hablan de una situación financiera en la que las ganancias escasean.
En noviembre del año pasado, el multimillonario afirmaba que Twitter registró una “caída masiva” en sus ingresos. Según él, culpa de los activistas y los anunciantes que se dejan presionar. Más allá de quién sea el culpable, es una realidad que la red social del pajarito no es, ni de lejos, la favorita para hacer inversiones en publicidad, arrasada por Google, Amazon y Meta (Facebook e Instagram), que concentran el 75% de los anuncios digitales. Twitter, apenas se acerca al 1% del gasto mundial en publicidad digital de 2022, según un estudio de Insider Intelligence.
La capacidad de la publicidad de Twitter para llegar a las personas más influyentes del mundo a menudo no se aprecia por completo. Mientras que algunas otras redes sociales son técnicamente más grandes, Twitter es donde los escritores y líderes pasan su tiempo.
N. de la R.: Urgente24 coincide con esto. Quizás resulte un problema de marketing. En cualquier caso es responsabilidad de Twitter.
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Y es que la red social de Elon, aunque cuenta aún con millones de usuarios, viene complicada hace ya varios años. En la era de la imagen, sigue siendo una plataforma donde prima la palabra. Podríamos decir que en Instagram se encuentra la cara bonita de la vida, lo aspiracional: las fotos de las vacaciones, las salidas a comer, los cuerpos esculturales. En Twitter, por otro lado, suele estar lo feo: las quejas sobre las dificultades, las guerras entre fandoms de celebrities o grupos políticos, y mucho humor ácido.
Twitter ya enfrentaba esta crisis de fondo cuando Elon Musk se incorporó a la cabeza de la organización. Criticando la supuesta censura de la plataforma, el polémico personaje hizo huir a los anunciantes que no quieren ser salpicados por la mala reputación del magnate: en los últimos meses, retiraron su publicidad empresas como General Motors, Audi, Pfizer, Mondelez, Cheerios y Lucky Charms, entre otros. Hace unos días trascendió, en una nota de The Information, que los ingresos diarios de Twitter se redujeron en un 40% y que son alrededor de 500 las organizaciones que dejaron de invertir en sus anuncios.
En este contexto caótico, sea por la falta de inversiones en infraestructura o por la disminución de valiosos recursos humanos, Twitter registra fallas que sacan de quicio a sus usuarios, que manifiestan en la red social (la favorita para quejarse) que están hartos de ver los mismos tuis una y otra vez. Solo en febrero, la plataforma ya experimentó una caída global y una interrupción durante el Super Bowl en Estados Unidos.
Hay que estar en la cabeza de Elon para saber si la adquisición de Twitter fue una decisión motivada por los negocios o por el fanatismo que el propio magnate tiene por la red social, que utiliza activamente para expresarse y responder a otros usuarios. Por lo pronto, estaremos atentos a los próximos capítulos que se vayan sumando a este interesante culebrón al que no le faltan condimentos.
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