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DÍA DE ESPUELAS

17 de octubre, Día de la Lealtad, y 18, San Perón

De 1946 a 1954, después del 17 de octubre, 'Día de la Lealtad Peronista', se celebrada el 'Día de San Perón', "a pedido de las masas", aunque "autoproclamado".

Dicha rúbrica constituía un simple formalismo porque todo el mundo sabía que Perón no se iba a negar a disponer que el 18 de octubre fuese feriado. Aunque afirmen que es un 'gorilismo' es cierto: al peronismo, quizás por herencia del conservadurismo popular, le fascinan los días no laborales.

San Perón pasó a ser parte del ritual establecido para los actos del Día de la Lealtad, una continuación de la fiesta iniciada el día anterior, pero para las decenas de miles de provincianos –hombres, mujeres y niños-, el Día de San Perón era utilizado para regresar a sus lugares de origen, desde donde se habían trasladado por 8 años consecutivos a escuchar la proclama de “compañeros”.

La evocación histórica popular –si puede decirse que alguna vez en nuestro país el pueblo escribió la historia-, recuerda que, con anterioridad, al 17 de octubre -y a través de las Unidades Básicas- se organizaban los viajes de los grandes contingentes que se daban cita en la Plaza de Mayo, de tal manera, que poco después de mediodía el histórico paseo presentaba un aspecto que no se ha vuelto a repetir.

Allí coincidían porteños (los menos) y provincianos (los más, en especial llegados del Gran Buenos Aires en expansión), ávidos de escuchar la palabra del general Perón, quien cuando se hacía presente tenía que esperar unos minutos hasta que la muchedumbre dejara de aplaudirlo y vivarlo.

Esta escena se repetiría, por caso, luego que Perón pronunciara la primera palabra como saludo a la concurrencia: “¡Compañeros!”, ocasión en la cual la concurrencia estallaba en aplausos y gritos que duraban varios minutos.

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Imagen histórica del Día de la Lealtad.

Imagen histórica del Día de la Lealtad.

Construcciones

Por entonces, el servicio ferroviario y los colectivos de larga distancia eran utilizados para trasladar a los seguidores del fundador del Movimiento Nacional Justicialista y de su esposa Eva Duarte, generando formidables (universo de formas) concentraciones populares con gente proveniente de la Argentina en su visión más latitudinal: los peregrinos del santo laico eran imparables. Ellos asumían que merecía el despliegue el simple hecho de ser enunciados, es decir, visibles.

No obstante, toda creación popular nace con fecha de vencimiento, y así fue como el “Día de San Perón”, surgido sin mediar milagro alguno, ha caído en el olvido y dejó de celebrarse masivamente.

Pero

  • ¿qué y por qué surge la celebración?
  • ¿Qué se conmemora el 17 de octubre?

La celebración intenta traer a la memoria la movilización popular y obrera que, en esa misma fecha pero en 1945, pobló la Plaza de Mayo y sus alrededores para pedir por la liberación de Juan Domingo Perón, quien en ese entonces era vicepresidente de la Nación, secretario de Guerra y secretario de Trabajo y Previsión del Gobierno militar que fueron liderando Arturo Rawson, Pedro Ramírez y Edelmiro Farrell, pero éste fue quien más respaldó a Perón.

Eran épocas de intrigas y de suspicacias, con luchas en la oratoria y en la carne, que catapultaron a Perón como líder de masas. Aquél rol, tan aplaudido por el pueblo, no lo era tanto por sus colegas de armas, así que se produjeron enfrentamientos con la cúpula militar y Perón fue forzado a renunciar.

Discurso completo de Juan D. Perón - Día de la Lealtad 17 de octubre de 1945

La Plaza

El 9 de octubre de 1945, un día después da un discurso desde la Secretaría de Trabajo, en el que resaltó distintas reivindicaciones laborales, fue detenido y trasladado a la Isla Martín García.

Aquí un recorte de aquel discurso en el que él selló una alianza sindical cuyos resultados recogería días después:

La revolución del 4 de junio no es una revolución más. No está destinada a cambiar hombres o partidos, sino a cambiar un sistema y hacer lo necesario para que en el futuro no se produzcan los fenómenos ingratos que nos llevaron a tomar la dirección del Estado. Aspira, por lo tanto, a ser profundamente transformadora, especialmente en su sentido moral y humanista (…) Montados en la verdad, no necesitamos espuelas (…) El mundo no resolverá nunca su situación en manos de sectarios y de mercaderes, porque los primeros son frutos de la pasión y la tiranía, y los segundos, víctimas del egoísmo y la avaricia. (…) Si la humanidad no se resuelve a utilizar la justicia social, la comprensión y el amor, será inútil que reclame una paz que no merece ni por sus méritos ni por la capacidad y honradez de los hombres en cuyas manos ha puesto su destino. La revolución del 4 de junio no es una revolución más. No está destinada a cambiar hombres o partidos, sino a cambiar un sistema y hacer lo necesario para que en el futuro no se produzcan los fenómenos ingratos que nos llevaron a tomar la dirección del Estado. Aspira, por lo tanto, a ser profundamente transformadora, especialmente en su sentido moral y humanista (…) Montados en la verdad, no necesitamos espuelas (…) El mundo no resolverá nunca su situación en manos de sectarios y de mercaderes, porque los primeros son frutos de la pasión y la tiranía, y los segundos, víctimas del egoísmo y la avaricia. (…) Si la humanidad no se resuelve a utilizar la justicia social, la comprensión y el amor, será inútil que reclame una paz que no merece ni por sus méritos ni por la capacidad y honradez de los hombres en cuyas manos ha puesto su destino.

La alianza sociopolítica de Perón comenzó a movilizarse apenas se conoció su detención, y explotó el 17 de octubre, al enterarse de que Perón había sido trasladado al Hospital Militar, en Palermo (Ciudad de Buenos Aires) por problemas de salud.

La victimización tiene una fuerza impresionante. Los sindicatos pudieron movilizar hacia las calles que llevaban a Plaza de Mayo. Para poner fin a esta huelga, los militares llamaron a Perón y luego le pidieron que hablara a la multitud.

Aquel discurso de Juan Domingo Perón, en el que prometió continuar defendiendo a los trabajadores, no sólo fortaleció la libertad de Perón, sino que además inició importantes cambios políticos, consolidados en las elecciones del año siguiente.

El santo olvidado recordaría hoy, si le asistiera la vida y la palabra, aquella máxima que vivara la multitud de olvidados, desclasados, desde aquél día:

Montados en la verdad, no necesitamos espuelas. Montados en la verdad, no necesitamos espuelas.

Hoy ante la atomización del peronismo sólo es posible declamarlo a partir de los trapos de unos pocos fieles, no así de los que encontraron en la fidelización del pueblo, una estrategia magistral para concentrar el poder y la riqueza.

Se desdibujan, sí, pero no paran de acicatear con aquellas 'espuelas' que su máximo líder decía no precisar. Hoy, muy lejos de aquellos tiempos fervorosos para unos, repugnantes para otros, a la Argentina montada en el caballo cansado de la historia, ya no le da el cuero.

FUENTE: Urgente24

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