Durante el transcurso de los recientes 15 días, los argentinos han sufrido la falta de un plan energético, cortes del suministro eléctrico -que en algunos casos duraron casi 7 días-, cruces entre los organismos regulatorios vs. las empresas concesionarias, una comunicación deficiente por parte del Estado en cuanto a la situación, y una capacidad de reacción prácticamente nula de las autoridades competentes.
ELECTRICIDAD ESCASA
Cráneos: Buscar el plan energético y organizar el caos
En un país sin plan económico, es previsible que no haya plan energético. ¿Qué conflicto tienen los argentinos con la planificación?
Los cortes de energía eléctrica desnudaron
- la falta de una planificación energética a nivel nacional,
- la pésima programación por parte del Administrador del Mercado Eléctrico, y
- la ausencia de un Plan B (protocolo de emergencia) en el caso de que ocurran cortes, cualquiera sea el motivo de la interrupción.
El miércoles 19/011, mientras se celebraba una Audiencia Pública meramente informativa, para tratar los aumentos en las facturas de gas natural, el Ente Nacional Regulador de la Electricidad (ENRE) sancionaba multas a las empresas distribuidoras de energía eléctrica, y estas fueron rechazadas por parte de las concesionarias.
Esto provocó que el mercado, en general, se preguntara:
- "¿Y cuál es el plan? ¿Hay plan?".
- "¿Cuánto van a aumentar las tarifas en el año 2022 que ya ha comenzado?".
- "¿Cómo el gobierno se va a abastecer de gas natural durante el invierno, frente a los aumentos de los costos internacionales?".
Esto ocurrió a pesar de los celebrados récords de producción en Vaca Muerta -que aún no alcanza para cubrir el 100% de la demanda local- y, lo más preocupante, ¿cuál es el plan que tiene el gobierno en el caso que, otra vez, suframos por más de 5 días temperaturas cercanas a los 40°C?
Volverán
Estamos en verano, una estación climática en la que es una obviedad recordar pero hace calor, mucho calor. En consecuencia, las personas lo combaten como pueden. Algunos encienden sus aires acondicionados, otros sus ventiladores o cualquier método casero para combatir las altas temperaturas. A menudo, abanicarse ya no es suficiente. Soplarle al otro en el rostro no es oportuno con esto del covid-19.
En ese contexto, es lógico pensar que, de repetirse la situación ya descripta, se repetirán los problemas que ocurrieron las semanas anteriores, y ante ese escenario, ¿qué podrían hacer las autoridades para disminuir el daño provocado a personas y empresas ante la falta de energía eléctrica?
- Suponiendo que los principales actores del sector energético, se tomen el trabajo de leer pronósticos metereológicos extendidos, y
- Suponiendo que conozcan la capacidad del sistema en cuanto a la cantidad de energía que pueden generar, cuánta cantidad de energía pueden transportar y distribuir, y medir los registros históricos de consumo,
se pude concluir que los problemas volverán a repetirse.
Entonces, ¿cuáles podrían ser las medidas alternativas a tomar, más allá de un verdadero plan de recomposición de la red de energía eléctrica? (En el caso que finalmente armen un plan, los resultados no se verán en el corto plazo).
Modular la demanda
Son medidas antipáticas, incómodas, que reconocen que las cosas “no están tan bien como el relato así lo dice” pero que, en definitiva, podría construir un sendero de previsibilidad a las personas, comercios y empresas que son convidados de piedra de esta situación.
Una idea que surge es 'organizar el caos': si se conoce que en determinados lugares las subestaciones van a volar por los aires, la red de tendido eléctrico no podrá soportar una determinada cantidad de carga y que en Argentina no existe el concepto de ahorro energético a causa del atraso de las tarifas lo que debería hacerse es anticiparse al problema.
En el sector energético se denomina modular la demanda: ni más ni menos volver - con la frente marchita / las nieves del tiempo platearon mi sien- a los viejos y queridos 'cortes programados'.
Reconozcamos que la incomodidad de no tener suministro eléctrico es terrible -no nos podemos iluminar, hay dificultades para tener agua potable, no funcionan los electrodomésticos, no podemos cargar nuestros dispositivos móviles, ni hablar de tener que bajar o subir escaleras a oscuras, etc. etc., ¿por qué no programar con anticipación esta situación?
Es decir: determinar que la Zona A por el término de una cantidad de horas razonables no tendrá suministro; terminado ese lapso de tiempo, se repone el servicio a esta zona y se procede a cortar a la Zona B, por el mismo lapso de tiempo... Y así, ordenar toda la demanda.
Esta propuesta tiene muchas ventajas.
La N°1 es que le da tiempo a los consumidores a prepararse para los cortes.
La N°2 es no se recarga la red eléctrica y disminuyen los daños que ello acarrea.
De todos modos, si no se toman estas medidas, habrá cortes igual pero intempestivos, abruptos, horribles.
De la misma manera se puede jugar con la demanda industrial y comercial, evitando pérdidas por descomposición de productos por falta de frío, aprovechar los tiempos muertos para hacer otros tipos de tareas, solo para dar un ejemplo.
La medida es muy antipática e implica el reconocimiento que el estado de la red eléctrica argentina no está en condiciones óptimas.
Y ese reconocimiento obliga a pensar, programar, planificar acciones para que esta situación, a la que los argentinos no estamos acostumbrados, se pueda solucionar en forma urgente con el menor costo para los consumidores quienes, en definitiva, son meros espectadores.
La situación actual, por lo menos, amerita el análisis de esta propuesta, o bien pensar alguna otra solución que no implique que una familia, en pleno Siglo 21, tenga que soportar 7 días sin energía eléctrica.
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Fernando Meiter es Director de Tns Latam y Socio Director de Gas Energy LA.