ROSARIO. El sábado por la noche, en la antesala a las elecciones, un hombre de 45 años fue asesinado a balazos en su vivienda ubicada en la zona sur de la ciudad. La víctima, identificada como Juan Domingo Maximiliano Ferreyra, alias "Chicha", era un reconocido referente de la barrabrava de Rosario Central desde hace al menos dos décadas.
VIOLENCIA
Rosario, a fuego vivo: El crimen de Andrés "Pillín" Bracamonte y la lucha por el narcotráfico
El asesinato de Andrés "Pillín" Bracamonte dejó graves secuelas y el conflicto por el control de la barrabrava de Rosario Central volvió a teñirse de sangre.
14 de abril de 2025 - 10:05
A cinco meses del asesinato al jefe de la barra de Rosario Central, aumentan las hipótesis.
Juan vivía en una casa de dos plantas en una cuadra donde los colores auriazules predominan. A partir de lo informado por fuentes del Comando Radioeléctrico, alrededor de las 22, un sicario arribó en moto al lugar junto a un cómplice y le disparó al menos tres veces, lo que generó su muerte de inmediato. Su cuerpo fue hallado con heridas de arma de fuego en el pómulo derecho, abdomen y tórax.
La muerte de Andrés "Pillín" Bracamonte, una disputa por la barra de Rosario Central
"Chicha" era un histórico integrante de "Los Guerreros" en la zona sur, junto a su hermano Emiliano, apodado "Gordo Ema", quien tiempo atrás fue vinculado con la banda de "Los Monos", aunque resultó sobreseído, según comentaron voceros policiales.
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El Gordo Ema tiene un pasado judicial muy pesado: fue condenado hace 21 años por el crimen de un niño de 3 años en un ataque en Villa Gobernador Gálvez, localidad vecina. Además, en el mismo domicilio donde ocurrió el homicidio ya se había realizado un allanamiento por drogas hace más de tres décadas, y los hermanos Ferreyra habían sido detenidos, aunque luego liberados.
Pese a que el silencio abunda, la interna de la barra de Central se intensifica con el correr de los días. Emiliano supo tener vínculos con Oscar "Paco Mono" Ferreyra, un exaliado del histórico exjefe del paravalancha canalla, Andrés "Pillín" Bracamonte, quien estuvo durante 25 años en el poder hasta que el pasado 9 de noviembre fue derrotado. La disputa por el poder dentro de la tribuna está cruzada por el narcotráfico y los negocios ilegales.
Si bien investigadores sospechan que la muerte de Chicha tuvo relación a la lucha por el control de la barra tras el asesinato de Bracamonte, no se descartan pistas de lazos narcos. El fiscal a cargo es Luis Schiappa Pietra.
Por cierto, los crímenes de Bracamonte y su ladero, Daniel "Rana" Attardo, despertaron la incertidumbre sobre quiénes iban a ser sus sucesores. En primera instancia, se suponía que Leopoldo "Pitito" Martínez, asumiría ese lugar.
Sin embargo, como desprendimiento de la causa, se lo imputó por lo que se encuentra en prisión preventiva por hurto agravado, falso testimonio y encubrimiento, desde el 26 de diciembre, acusado de haber sustraído el celular de Attardo cuando ya había fallecido. Su primo, Marcelo Martínez, también quedó detenido por complicidad al igual que Leila Navarro, hija de "Cara de Goma", otro mano derecha de Bracamonte al que mataron en 2016.
Otro que sonaba como sucesor era el "Turco" Sarat Navas, aunque días antes del último partido de Rosario Central en 2024, su casa fue baleada en un claro mensaje mafioso. Según trascendió, detrás de ese ataque estarían los viejos miembros del grupo "Los Chaperos", desplazados por Bracamonte hace más de 10 años cuando selló su alianza con el clan de Ariel "Guille" Cantero.
Desde que Bracamonte fue asesinado, la barra de Central se encuentra fracturada y sin una conducción clara, lo que ha desatado una escalada violencia entre diferentes facciones con aspiraciones de liderar. Por ahora, "Los Menores" son los que ganan territorio.
La violencia en Rosario nunca disminuyó
Pese a que los números demuestren lo contrario, el ataque a Chicha vuelve a dejar al descubierto la violencia en un territorio que no puede lograr la paz y atraviesa una crisis en materia de seguridad que no da tregua. Rosario, una ciudad que viene arrastrando la inseguridad cada vez más profunda, suma otro caso que confirma que las disputas territoriales y de poder no se resuelven con elecciones internas, sino con armas de fuego.
Se trata del crimen 43 en el departamento Rosario y el cuarto caso de abril.
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