En Puerto Gaboto, allá al sudeste de Santa Fe, se instaló el primer asentamiento español de lo que hoy es Argentina, y pocas personas lo sabe. Sancti Spiritus era su nombre y aunque duró poco, dejó detrás suyo una historia intensa de convivencias forzadas, despelotes con los pueblos originarios y un final que terminó en desmadre y fuego.
DESPELOTES Y FUEGO
El asentamiento europeo que inició la historia de Argentina... y terminó en llamas
El primer asentamiento español en Argentina se levantó sobre tierras indígenas. Hubo tensiones, abusos y al final fue incendiado por los pueblos originarios.
El primer intento español en Argentina
En 1527, Sebastián Gaboto zarpó rumbo a las Islas Molucas, en el sudeste asiático, buscando especias para la Corona española. Pero en el camino escuchó rumores de que por esta zona (todavía sin mapas ni nombre claro) había oro, riquezas, y hasta ciudades legendarias. No lo dudó: abandonó el plan original y se metió de lleno por el río Paraná. Así, terminó fundando el fuerte Sancti Spiritus, justo donde hoy está la localidad de Puerto Gaboto, en el cruce de los ríos Carcarañá y Coronda, provincia de Santa Fe.
Gaboto y su gente no llegaron a un territorio vacío, ni mucho menos. Donde decidieron levantar el fuerte ya existía un asentamiento indígena con historia. Las excavaciones muestran que esa comunidad venía funcionando desde al menos 1405. Había estructuras, caminos de ingreso, patios, fogones y viviendas circulares. Es decir, una organización establecida mucho antes de que llegaran los europeos.
El fuerte se construyó sobre ese mismo lugar, usando materiales como barro, ramas, techos de paja y postes de madera. A simple vista era chico, pero tenía de todo: un muro de tierra apisonada, una zanja defensiva de más de un metro de profundidad, un almacén de víveres, una torre vigía y hasta la llamada "Cámara del Capitán General", una especie de mini-ciudad improvisada, con lo justo para resistir... o eso creían.
Durante más de dos años convivieron con los pueblos de la zona, pero esa relación fue siempre tensa. Gaboto llegó a firmar "capitulaciones" con algunos grupos originarios, lo que serían acuerdos de paz o colaboración, aunque siempre en términos bastante desiguales. Pero también hubo choques, aunque la llegada de más españoles, como Francisco del Puerto (uno de los primeros intérpretes entre indígenas y europeos), ayudó a mantener cierta calma hasta que todo se desmadró.
En 1529, mientras Gaboto se alejaba río arriba en busca de más "tierras ricas", el fuerte fue atacado e incendiado por indígenas. Según las crónicas, fue una respuesta a los abusos, la desconfianza y la violencia que venían acumulándose. Así, el primer asentamiento español en lo que hoy es Argentina duró apenas dos años y terminó consumido por el fuego.
Crónicas del fuerte: conflictos y un final anunciado
La zona donde se había levantado el fuerte Sancti Spiritus estaba densamente habitada, con grupos como los timbúes, caracaraes, chanáes, guaraníes, querandíes, agaces y chana-timbúes, entre otros. Cada comunidad tenía su idioma, sus costumbres, su organización propia.
Los europeos, como era de esperarse, no entendían mucho y veían todo con mirada ajena, cuando no directamente hostil. Por ejemplo, Luis Ramírez, uno de los jóvenes cronistas que llegó con Gaboto, escribió que en estas tierras había "pueblos de grandísima multitud" y que las mujeres eran "muy dispuestas y más blancas que en otras partes".
Otro testigo, Roger Barlow, describió a los indígenas como "crueles, salvajes, comedores de carne humana, desnudos y sin ley", pero también admitió que se movían con una lógica distinta: los enfrentamientos, las alianzas y hasta las venganzas tenían sentido dentro de su propio mundo. Es decir, no eran salvajes sin rumbo, sino pueblos con códigos que los europeos no supieron (o no quisieron) entender.
Los relatos sobre el ataque final al fuerte sugieren que los indígenas se hartaron del maltrato, la violencia y los incumplimientos de promesas. Un detalle no menor: algunos grupos aliados de los españoles se pasaron del otro lado, cansados de que no se respetaran los pactos. El incendio del fuerte fue una forma clara de decir "hasta acá".
Pero la historia no termina ahí. Años después, arqueólogos encontraron restos de viviendas indígenas sobre las ruinas del fuerte, lo que sugiere que el lugar fue recuperado y vuelto a habitar. También hallaron entierros, cerámicas, huesos de animales, cuentas de collar y hasta objetos de tradiciones europeas e indígenas. Todo eso habla de un espacio donde las culturas se cruzaron, chocaron y, en algunos casos, se influenciaron mutuamente.
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