“No es normal la convivencia en sus casas con un cadáver 40 años: se han movido con extrema confianza en ambos casos porque cuanto más cercano un cuerpo está de la superficie terrestre, más rápido se descompone” agregó la doctora Lamarque.
TV IMPACTADA POR 2 CRÍMENES
Casas del horror y víctimas enterradas: de Coghlan, CABA (1984) a Alto Comedero, Jujuy (2025)
Costanza Lamarque, perfiladora criminal, sostuvo: “el lugar más seguro para enterar un cuerpo en Jujuy y en Coghlan, parece haber sido las propias casas”.
“ Tal vez, sería lógico pensar que se trató de algo planeado. Necesita apenas 8 semanas. Pero, los huesos permanecen. Para eliminarlos hace falta una cremación”.
En los casos de Coghlan en Capital Federal y de Alto Comedero en Jujuy, las fosas clandestinas localizaron en terrenos privados, lo que suele resultar un impedimento legal para las fuerzas de seguridad el poder ingresar.
Eso les da tiempo a los criminales para que puedan escapar o deshacerse de elementos comprometedores.
En el caso de Coghlan, Diego Fernández, de 16 años en 1984, fue asesinado a puñaladas y enterrado en el jardín de la casa de un compañero de escuela, Cristian Graf, quien hoy sigue habitando esa vivienda.
Graf es electricista y por el momento se niega a aportar datos a la causa que interesa hoy a los medios de comunicación.
Casas particulares: difíciles de ser allanadas
A diferencia de los dos casos apuntados, en general los integrantes de grupos criminales suelen asesinar personas en un sitio determinado y luego tiran sus cuerpos lejos de ese lugar para dificultar la labor de los policías a cargo.
Los despojos a menudo son encontrados en grandes áreas de terrenos despoblados.
Los investigadores suelen comprobar que los ultimados fueron privados de su libertad en lugares lejanos, muy distantes.
Edgar Allan Poe no fue argentino
El autor del célebre cuento "El corazón delator", publicado en 1843, construyó una obra que ha sido adaptado o servido de inspiración en numerosas ocasiones y en distintos medios.
La historia presenta a un narrador anónimo obsesionado con el ojo enfermo (que llama "ojo de buitre") de un anciano con el cual convive. Finalmente decide asesinarlo.
Difícilmente, el escritor norteamericano se hubiera podido inspirar en la realidad de nuestro país.