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2001 POR DENTRO

Del corralito a Eduardo Duhalde, 5 presidentes en 2 semanas

Diciembre: corralito, estallido social, estado de sitio, crisis institucional con cinco presidentes en 14 días. Llega Eduardo Duhalde, fin de la convertibilidad.

Corralito y Eduardo Duhalde, 5 presidentes en dos semanas, podría ser el subtítulo de una imagen registrada en el país que recorría el mundo en diciembre de 2001. Clap, clap, clap, repiqueteaban sobre los gigantes portones metálicos cerrados de los bancos los incesantes martillazos que la multitud agolpada descargaba con furia sin cesar.

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El corralito desató la furia de los ahorristas sobre los bancos, luego vino el estallido social, hubo cinco presidentes en dos semanas y Duhalde sepultó la convertibilidad. (Foto La Izquierda Diario)

El corralito desató la furia de los ahorristas sobre los bancos, luego vino el estallido social, hubo cinco presidentes en dos semanas y Duhalde sepultó la convertibilidad. (Foto La Izquierda Diario)

Reclamaban por sus ahorros que permanecían encerrados por decreto.

Antes que se bajaran las persianas, muchos de los dólares ya habían sido retirados y llevados al exterior y los principales ejecutivos de la banca extranjera habían hecho sus valijas para irse del país.

Quedaban en el gran corralón nacional la pobreza que había aumentado más del 12 por ciento y 3 de cada 10 trabajadores sin empleo.

El inicio del diciembre negro

La ilusión de una Argentina dolarizada, con inflación negativa (-1,1%), se estaba derrumbando como castillo de naipes, sobre todo desde mediados de año, cuando las divisas no sólo dejaron de ingresar, sino que se fugaban en forma cada vez más acelerada.

En el momento en que el Fondo Monetario Internacional dejó de desembolsar el crédito que había otorgado hacía muy poco, las corridas bancarias se tornaron imparables.

El Banco Central perdía aceleradamente las reservas internacionales, a las que estaba atado el 97% de la deuda, y el gobierno de Fernando de la Rúa quedó literalmente acorralado no sólo por la economía, sino porque había quedado políticamente aislado.

Llegó la secuencia fatal: corralito, cacerolazos, movilizaciones en todo el país, y el fatídico miércoles 19 de diciembre. La firma del estado de sitio, la cruenta represión que sobrevino, que el día siguiente se multiplicó y extendió a todo el país, hasta que se levantó la medida excepcional, renunció el ministro Domingo Cavallo y atrás de él, lo hizo De la Rúa.

Ocurría lo que fatalmente habían advertido desde distintas vertientes del poder.

El archirrival en la interna radical y por entonces integrante de la Cámara Alta, Raúl Alfonsín, le había mandado a decir por el jefe del bloque de senadores del oficialismo, Carlos Maestro: “Yo no voy más a la Casa Rosada; para mí, esto está agotado”.

(Maestro fue luego uno de los que entraron al despacho presidencial poco antes de la rauda llegada del helicóptero.)

También, meses antes, partió desde el lado peronista una brutal intimación: “O cambia el gobierno o hay que cambiar al gobierno”.

Lo decía nada menos que Eduardo Duhalde, un merodeador nato del sillón presidencial desde que arribó a la vicepresidencia primera de la Cámara de Diputados en 1987, cuando Antonio Cafiero le ganaba la provincia de Buenos Aires al candidato radical Juan Manuel Casella e instalaba un cepo político al primer presidente de la nueva democracia, Raúl Alfonsín.

El zar de Lomas de Zamora venía mirando de cerca el preciado sillón de Rivadavia durante la breve vicepresidencia al lado de Carlos Menem, hasta que abrieron caminos después de la reforma constitucional de 1994: el riojano quería la reelección y el Cabezón tuvo que resignarse a cruzar el Riachuelo para concentrar su poder de fuego en el conurbano y de ahí otear la Casa Rosada.

La tozudez de Menem le llenó de espinas a Duhalde el camino al vértice nacional del poder político pero, obstinado, se guardó para la próxima. Dos años después, con Carlos Ruckauf sentado en el sillón de La Plata, fue por una banca de senador en la elección de medio término.

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Fernando De la Rúa y Domingo Cavallo: Final.

Fernando De la Rúa y Domingo Cavallo: Final.

De ahí quedó a tiro de la banda presidencial que se veía venir temblar en el pecho de un De la Rúa tambaleante, sin respaldo partidario ni popular, y sin respuesta tampoco de los signos vitales de la economía, con un ministro más aislado aún que él mismo.

La primera reacción contra el corralito provino de la clase media. Salió a la calle con el cacerolazo y se juntó con los que hoy se identifican como planeros e integran los movimientos sociales, más la misma gente humilde que terminó siendo arrastrada a saqueos de supermercados y a participar en ollas populares.

La conjunción cacerolas con bombos conformó la mezcla explosiva que detonó en el estallido social que causó 39 muertes en todo el país entre el 18 y el 20 de diciembre.

El presidente Fernando de la Rúa firmó un proyecto de corralito primero, luego con otro decretó el estado de sitio un día y lo levantó al siguiente. Abatido y en medio de un caos, renunció el 20 de diciembre y abandonó la Casa Rosada en el famoso helicóptero.

El titular del Senado, Ramón Puerta, tomó la posta como interino y estuvo 48 horas, hasta que el domingo 23 lo reemplaza el jefe de los diputados, Adolfo Rodríguez Saa, quien ante la Asamblea Legislativa anuncia el default de la deuda privada y una serie de medidas de emergencia, entre las cuales prorroga el corralito.

Había transcurrido apenas una semana y en Chapadmalal el puntano, mientras elaboraba el presupuesto con la liga de gobernadores y acusaba recibo de que algunos se la habían jurado, sufre un ataque de pánico cuando irrumpe una delegación del personal de los hoteles que querían hablar con el secretario de Turismo y cree que habían entrado para asesinarlo. Ni bien lo estabilizan se va. El calendario señalizaba el 30.

Le hubiera tocado de nuevo a Puerta hacerse cargo de la Presidencia pero también se había apartado del frente de la Cámara Alta y queda como jefe de Estado, por ser el siguiente en la línea de sucesión, el presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Caamaño.

Convoca sin demora a la Asamblea Legislativa para que dentro de las 48 horas de rigor sea designado un presidente interino, que ya tenía nombre y apellido: Eduardo Luis Duhalde, quien asumió rodeado del movimiento político peronista y escudado en la militancia

Cumplía finalmente su sueño presidencial, ya no por la vía de las urnas, sino por los mecanismos institucionales de la acefalía ante la renuncia del titular del Poder Ejecutivo, quien más adelante denunció un complot que encuadraría como golpe de Estado.

Hubo en consecuencia 5 presidentes en ejercicio entre el 20 de diciembre y el 1 de enero. en lo que fue de De la Rúa a Duhalde. Hubiera sido un récord mundial absoluto si en 1997 Ecuador, por la caída de Abadalá Bucaram, no hubiese tenido tres presidentes al mismo tiempo.

Diciembre de 2001 en Argentina, una revuelta generalizada bajo el lema "¡Qué se vayan todos!" (y no se fue nadie, salvo Fernando De la Rúa).
Aquellos días del 2001.

Aquellos días del 2001.

20 días de soledad

“Insisten en que el gobierno no quería a los manifestantes en la calle, pero lo que menos le convenía al gobierno eran las muertes”, declaró años después el que fuera jefe de Seguridad, Enrique Mathov, juzgado como uno de los responsables de la masacre de Plaza de Mayo.

“Tirarle” un muerto encima a alguien significa en el código de la política el epitafio para una carrera”, es al menos lo que reconoció el propio Eduardo Duhalde cuando, ya como presidente interino, pagó los asesinatos de Maximiliano Kosteki y Darío Santillán, cometidos durante su gestión, en la tristemente célebre Masacre de Avellaneda del 26 de junio de 2002, con la prematura renuncia a presentarse como candidato al año siguiente.

Son muchas las versiones e interpretaciones alrededor de los sucesos de diciembre de 2001, hay libros que las cuentan, historias sesgadas de los sucesos que llegaron a la mayor crisis institucional de la democracia recobrada en 1983.

Uno de los protagonistas del diciembre trágico de 2001 fue precisamente el actor central del gran coletazo precedente del sistema instituido por una Constitución que todos los políticos juran con fervor y algunos de ellos abjuran con un entusiasmo inversamente proporcional en la primera de cambio: Raúl Alfonsín.

Fue también víctima en 1989 de movilizaciones, saqueos y de una sensación de caos e ingobernabilidad, efecto y causa de la hiperinflación que obligó al “padre de la democracia” a entregar anticipadamente la banda presidencial al caudillo riojano Carlos Menem como única salida posible para controlar la calle dejando el gobierno en manos de quienes se consideraban en condiciones restablecer la paz interior: el peronismo.

Transcurrió algo más de una década hasta que regresara el desmadre social, la protesta violenta, la represión desmesurada, y se juntaron el jefe de la oposición de De la Rúa, Eduardo Duhalde, con el jefe de la oposición interna dentro del radicalismo, Raúl Alfonsín, para hacerse cargo del gobierno se que había quedado acéfalo después de que el helicóptero que despegó de la terraza de la Casa Rosada se llevara al Presidente elegido por la ciudadanía en 1999.

Mediaron para ello dos semanas de tecnicismos parlamentarios en las que juraron tres presidentes en una suerte de posta que condujo a la Asamblea que dejó al recién ingresado senador bonaerense al frente del Poder Ejecutivo.

Años después, cuando era María Eugenia Vidal gobernadora, concurrió a la inauguración del monumento al ex presidente Raúl Alfonsín levantado en la Plaza Moreno de La Plata, y rindió su propio homenaje ante los micrófonos de Infocielo: “Tuve la suerte de estar muy cerca de él en 2002. Si no era por don Raúl no se salía de la crisis. Hicimos un cogobierno”.

El Pacto Duhalde-Alfonsín en primera persona

Ya en un relato anterior de cómo habían sido los sucesos que lo llevaron a la Presidencia de la Nación, había asegurado que fue Alfonsín quien le insistió para que se hiciera cargo del gobierno, en pleno desbande, en cuyo caso repitió la historia de cuando él ejercía el poder y tuvo que entregarlo ante su impotencia para enfrentar movilizaciones populares.

Así y todo, 2002 no fue un buen año para el nuevo mandatario. Arrancó con una devaluación del 35% que le puso fin a la convertibilidad, pesificó deudas y alquileres en dólares, bajó tasas, puso precios máximos a combustibles y medicamentos, anunció medidas proteccionistas e hizo un efecto demostración de austeridad de “la política” mediante una reforma a la ley de ministerios y de recortes a las remuneraciones de funcionarios pùblicos.

Una manera de licuar el “que se vayan todos” y mutarlo en que fueran sólo algunos.

La asistencia social llegaba a 2 millones de argentinos, que visto desde hoy es un número que se opaca frente a los actuales 22 millones de beneficiarios de alguno de los 141 programas de asistencia que tiene el Estado, o sea la mitad de la población.

La crisis de balanza de pagos que puso al gobierno de Alberto Fernández de cara al FMI, luego de hacerle perder la elección de medio término, tiene algunas reminiscencias de la que cumplió 20 años.

Los familiares de las víctimas de la represión del 19 y 20 de diciembre de 2001 hace tiempo que reclaman un resarcimiento y han sido recibidos por el Presidente, quien les prometió una reparación histórica sancionada por ley.

https://twitter.com/CasaRosada/status/1466389037418225668

La necesidad de revisar aquellos sucesos que marcaron a generaciones más recientes que la de la híper de Alfonsín o previamente la del régimen militar los revive con el inminente estreno de una serie avenida en thriller político, que se basa en la novela "El Palacio y la Calle", de Miguel Bonasso, en la que se narra una de las tantas sesgadas y parciales verdades sobre lo que ocurrió en el siniestro 2001.

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El actor César Troncoso representa en la serie Diciembre 2001 a Eduardo Duhalde cuando jura como el quinto presidente en 14 días.

El actor César Troncoso representa en la serie Diciembre 2001 a Eduardo Duhalde cuando jura como el quinto presidente en 14 días.

Están representados Fernando de la Rúa, Chrystian Colombo, Domingo Cavallo, Chacho Alvarez, Eduardo Duhalde y otros.

Trailer de la serie Diciembre 2001

La línea está explicada en un párrafo del libro de Bonasso: "El gobierno de la Alianza comenzó reprimiendo y terminó reprimiendo. Debutó con los dos muertos de Corrientes y se despidió con los treinta y tres que cayeron el 20 de diciembre. Todos ellos, sacrificados en el altar de la renta financiera".

En este último punto coincidió la ex radical Elisa Carrió, quien por entonces también integraba la Alianza gobernante.

https://twitter.com/Diciembre_2001/status/1466391705016438792