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OTRA FORMA DE COMPRAR

Hace 50 años, se escaneaba el primer código de barras: ¿Cómo nació esta innovación?

El 26 de junio de 1974, se escaneaba el primer producto con un código de barras, un paquete de chicles, revolucionando el comercio y la gestión de inventarios.

La comodidad y rapidez con la que hoy compramos en el supermercado no siempre fue así. Hace 50 años, el 26 de junio de 1974, se vivió un momento trascendental en la historia del comercio: el escaneo del primer producto con un código de barras. Este pequeño invento, que hoy nos parece tan cotidiano, revolucionó para siempre la venta minorista.

El código de barras: la idea que nació en la arena

La historia del código de barras comienza en 1949, cuando el inventor Joe Woodland, inspirado por el código Morse que había aprendido en los Boy Scouts, dibujó con sus dedos una serie de líneas en la arena de una playa en Miami. La idea le surgió a raíz de una conversación entre el decano del Instituto de Tecnología de Drexel, donde él había estudiado, y el gerente de un supermercado que buscaba una solución para agilizar las colas en las cajas y mejorar la precisión del inventariado.

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Joe Woodland tuvo la idea en una playa en Miami para agilizar las compras de los consumidores en los supermercados. Junto a su socio Bob Silver obtuvo la patente para un primer escáner rudimentario.

Joe Woodland tuvo la idea en una playa en Miami para agilizar las compras de los consumidores en los supermercados. Junto a su socio Bob Silver obtuvo la patente para un primer escáner rudimentario.

Woodland, intrigado por el desafío, dejó sus estudios de posgrado y se trasladó a Miami para dedicarse a encontrar una solución. Su epifanía llegó en enero de 1949: en lugar de utilizar puntos y rayas, como en el código Morse, empleó líneas gruesas y delgadas, una idea simple pero brillante que fue el germen de lo que más tarde se convertiría en el código de barras.

Junto con su colega Bernard "Bob" Silver, Woodland desarrolló un prototipo rudimentario que utilizaba una potente bombilla incandescente y un osciloscopio para leer el código. Aunque primitivo, el prototipo demostró que la idea tenía potencial y, en 1952, recibieron la patente para diseñar el código de barras, pero en forma de diana en lugar de las conocidas líneas verticales que conocemos.

La revolución del comercio

El verdadero avance llegó en 1960 con la invención del láser, una tecnología que permitió escanear códigos de barras con mayor precisión. A medida que las computadoras se hacían más pequeñas y asequibles, se desarrollaron escáneres de códigos de barras que podían leer las líneas en blanco y negro e interpretar la información de manera más eficiente.

Así fue como, a principios de los años 70, la industria de los supermercados vio el potencial de esta tecnología para mejorar la eficiencia y reducir costos, después de que el Comité Ad Hoc de la Industria de Alimentos se reuniera para desarrollar un plan para implementar los códigos de barras. De este modo, en 1972, la Compañía Kroger (entonces dueña de la mayor cadena de supermercados de Norteamérica) instaló un programa piloto de escáneres de códigos de barras en colaboración con Radio Corporation of America (RCA), utilizando el diseño de diana de Woodland. Sin embargo, este diseño tenía la tendencia de salir manchado de la impresora, lo que llevó a proponer una versión rectangular mucho más fiable, idea del ingeniero George Laurer de la empresa IBM.

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Los primeros códigos de barras tenían forma redonda, como una diana, lo que significaba que a veces salían con problemas de impresión. Más tarde, pasaron a ser líneas verticales como las que conocemos.

Los primeros códigos de barras tenían forma redonda, como una diana, lo que significaba que a veces salían con problemas de impresión. Más tarde, pasaron a ser líneas verticales como las que conocemos.

FInalmente, en la mañana del 26 de junio de 1974, Clyde Dawson -jefe de investigación y desarrollo de Marsh Supermarkets- se puso en la piel de comprador y escaneó el primer producto con un código UPC: un paquete de chicles Wrigley's Juicy Fruit. Dawson no los eligió por casualidad: quería demostrar que los códigos de barras eran prácticos incluso con los productos más pequeños... y definitivamente lo logró.

Aunque parezca increíble, algunos consumidores se resistieron en principio a la adopción de esta tecnología: estaban los que temían que fueran alguna clase de estafa o, incluso, algunos más creyentes, aseguraban que las líneas representaban la "marca de la bestia" bíblica. A pesar de eso, ya para finales de los años 80, más de la mitad de los supermercados en EE.UU. utilizaban escáneres de códigos de barras, transformando para siempre la experiencia de compra de los consumidores.

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Hoy en día, los códigos de barra nos facilitan la vida, agilizando nuestras compras cada vez que visitamos el supermercado.

Hoy en día, los códigos de barra nos facilitan la vida, agilizando nuestras compras cada vez que visitamos el supermercado.

Hoy en día, los códigos de barras son una herramienta omnipresente en el comercio, donde se realizan miles de millones de escaneos en todo el mundo por día, lo que permite hacer transacciones de manera más fácil, rápida y precisa. Un testimonio de cómo una simple idea puede revolucionar una industria entera.

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