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26/07/1952 - EVA DUARTE DE PERÓN

'Evita', andares y desandares del cuerpo peregrino

Aquel día, Eva Duarte de Perón, 'Evita', ingresó a la posteridad, según aquel relato de Raúl Apold, el comunicador oficial.

Evita, en vida, era la tinta con la que se cargaba el tintero de la historia argentina; penetraban aquel recipiente lustroso, de formas contorneadas, con las salpicaduras propias del uso – y del abuso- las flacas plumas de los pobres, quienes encontraban provisión para la lírica que fileteada en “los trapos” que enarbolados cual banderas se erigían en guirnaldas ante el balcón de la Casa Rosada. Es la efeméride de hoy.

La sola inscripción de aquel nombre era una proclama; para algunos santa, para otros profana. Pródigo el tintero no le mezquinaba tinta a las plumas de los poderosos, ni a las de los adversarios; sedientos no de tinta, sino de sangre. Así, generosamente, para bien o para mal, siempre hubo algo qué decir de Eva Duarte, y aquel 26 de julio de 1952, vencido ya el envase, se entregó a saciar la sed de quienes acostumbrados a matar al mensajero, no se percatan de que el mensaje tiene vuelo propio.

A partir de aquel invierno que la viera morir, Eva Perón comenzó a viajar en andas de quienes tantas veces habían querido cortarle las piernas y coserle la boca.

Cuando la voluntad fenece

Robar un cuerpo inerme, ocultarlo y cultivar el silencio puede ser objeto de interés mediático; dicho delito –deleznable bajo el tamiz de toda deontología del bien y del mal- desata indefectiblemente la curiosidad por saber dónde está y disparar pesquisas policiales, históricas, crónicas periodísticas ávidas por develar el misterio, por identificar a los delincuentes y por asociar la conducta a un “algo ”, que sea capaz de explicar los hechos y finalmente, redimir la culpa.

La prensa popular en Argentina acreditaba a mediados del siglo XX una fuerte raigambre en periodismo de investigación. La muerte destilaba tinta y sangre en sus páginas. La muerte de Eva Perón no fue la excepción; robar un cadáver y ocultarlo contradice la ética instalada en el inconsciente colectivo en relación con el protocolo por cumplimentar ante los cuerpos exánimes. Dicho paradigma escatológico exige de una cierta sacralidad, y pena la profanación. Pero más allá del “deber ser”, aquel no era un cadáver cualquiera.

El calvario que sufrió el cadáver de Evita Perón | EL MUNDO

Embalsamar para sostener el aparato

El proceso de embalsamamiento iniciado el 26 de julio de 1952 se propuso, en la analogía de un cuerpo que no se deteriora, la visualización de la fortaleza peronista; una manera de exhibir en encarnación la eternidad del régimen; la sustracción anulaba esta posibilidad, se inscribía en una política más amplia de erradicación de toda referencia pública al peronismo y disparaba una infinidad de rumores que se ofrecían como insumos irresistibles para las narrativas de la prensa de masas.

Se entiende, entonces, que el secuestro y la averiguación del paradero de ese cuerpo muerto gozaran de un relato cotidiano y sostenido en el tiempo, particularmente evidente en el mes de julio, aniversario de su fallecimiento.

Si te he visto no me acuerdo - La restauración del cuerpo de Evita (1974)

El cadáver en la boca del periodismo

Repetidas veces, en el Semanario Así y La Razón, la “desaparición del cadáver se había convertido en el acertijo, en el enigma más sobresaliente de la época. Dicho misterio no sólo merecía ser descifrado sino que alentaba un contrato de lectura con el público acostumbrado a las novelas por entregas, a relatos que dejaban finales abiertos y que ofrecían pistas para su dilucidación. Por lo demás, la oleada de rumores que habían acompañado al peronismo desde su aparición en el espacio político argentino, y especialmente los chismes que desde la oposición convivieron con el deterioro físico y la muerte de Eva, sin duda, habrían despertado el interés y la imaginación de los lectores como de la prensa en torno al destino de su cuerpo embalsamado."

En 1957, cuando se lanzan una serie de rumores sobre el sitio en el que se habría ocultado el cuerpo de Eva, la revista Así se comprometió con sus lectores a (…) “unir los eslabones que componen la increíble cadena de misterio” (…) Para encontrar la verdad se remontó a los días de julio de 1952 pues ahí, entendía sin explicar, estaba la clave reveladora”.

El funeral de Eva será revisitado en ese momento y en varias ocasiones en el curso de los años, por supuesto que también en las biografías, imponiéndose la foto del féretro con Eva yacente, la mayoría de las veces sola y sin público, acompañada de breves referencias biográficas apoyadas sobre aspectos ya conocidos y que oficiaban de introductores de datos que, a su turno, proponen hipótesis, descartan otras, revelan certezas. Ese año, 1957, la revista instala una idea cautivante: la del doble y la réplica. Y, a través de otro recurso que le será característico, emprende sus propias investigaciones y reproduce extensos reportajes a actores claves.

¿Era Eva la que yacía para la contemplación y el tributo público en julio de 1952? ¿Cómo saber si el féretro albergaba el cuerpo verdadero de Eva? Sin explicitar los rumores que circulaban sobre la forma en que se sustrajo el cadáver de la CGT, Así, postula “(…) “dos furgones, uno llevaba a Eva y otro no; dos cajones, uno llevaba a Eva y otro no. Uno vacío y el otro con el cuerpo de Eva”.

En un gesto típico de competencia periodística, La Razón subió la apuesta: "(… ) cinco serían los féretros que habrían deambulado durante tres días por la ciudad. La réplica, que en este caso remite al engaño, se coronaba con un nombre también falso: “en su tumba figura otro nombre”.

Pero también en la nota convivía otro sentido de réplica, de copia, y era aquel que habilitaba la conmemoración: el monumento. Símbolo de la auto-celebración peronista y del anti-peronismo que, a partir de septiembre de 1955, arrasó con y destruyó a la mayoría de ellos; no se trataba ahora de los típicos bustos de Eva sino de una estatua que, concluirá Así, era Eva. (… ) ”En una nota que sería el resultado del “servicio exterior de Así”, y en una crónica por momentos desopilante, se equipara a Gisela, una estatua ubicada en una plaza de la ciudad de Santiago de Chile -y que Alemania donó en agradecimiento por la ayuda recibida en la inmediata segunda posguerra-, con Eva. Bajo el título en letras de molde, y resaltado en el centro de la página, se sostiene: “Los chilenos están frente a un misterio: ¿‘Gisela’ es Evita?”, y se subraya el parecido entre ambas” .

EVITA, LA TUMBA SIN PAZ - DOCUMENTAL COMPLETO

Frondizi y la esperanza

La elección de Arturo Frondizi, el 23 de febrero de 1958, y su asunción como presidente el 1 de mayo de ese año, revitalizaron las esperanzas de encontrar y recuperar el cuerpo. La apertura política propiciada por el nuevo gobierno dio más visibilidad a los reclamos, mientras que también se perpetuaron prácticas que la familia venía ejerciendo desde inicios de 1956, por lo menos. En efecto, como había sucedido previamente con los presidentes de facto de la “Revolución Libertadora”, Eduardo Lonardi y Pedro Aramburu, Juana Ibarguren -madre de Eva- se entrevistó con Frondizi, el nuevo presidente. (…) “éste prometió una investigación sobre los restos de Evita”, y, como mostrará en la tapa de la edición del 22 de diciembre de 1958, también lo hará el apoderado de Perón, Isidoro Ventura Mayoral. Este “exigió que debe ser entregado el cadáver de Evita”.

A este titular en letras mayúsculas, le seguía la bajada: “Viola todos los preceptos cristianos el ocultamiento”, y el retrato del entrevistado para reforzar la credibilidad de lo narrado, con otra afirmación destacada: “[…] tiene el convencimiento [Ventura Mayoral] de que el cuerpo se encuentra en Martín García donde fue conducido”.

La elección de la isla Martín García no era una elección aleatoria

Ahí fueron llevados, privados de su libertad, no sólo algunos criminales peligrosos, sino también presidentes constitucionales derrocados por golpes cívico-militares, o funcionarios de primera línea desplazados, como Juan Perón, en octubre de 1945.

Geográficamente distante y capaz de albergar a exiliados políticos, bien podría alojar el cadáver de Eva.

No obstante, el semanario, Así afirma: (…) “los militares dudaban de que fuera Eva”. La duda que la revista había sembrado un año anterior, cuando escribió “fracasó el trabajo del doctor Ara”, es revertida sin comentario alguno en boca del apoderado de Perón: “el éxito de la operación de embalsamamiento del doctor Ara era, precisamente, el que hacía dudar a los profanadores, que creían que se trataba no de un cadáver humano, sino de una “figura de cera”. A los fines de llegar a la verdad tan anhelada, un equipo de tres médicos “succionándole una parte del lóbulo del oído habría realizado un estudio anatomohistológico. Posteriormente, se tomaron varias radiografías, a la manera de demostración complementaria y se abrigó ya la menor duda de que se trataba de un cuerpo humano”, relata la historia oficial. No obstante, el semanario, Así afirma: (…) “los militares dudaban de que fuera Eva”. La duda que la revista había sembrado un año anterior, cuando escribió “fracasó el trabajo del doctor Ara”, es revertida sin comentario alguno en boca del apoderado de Perón: “el éxito de la operación de embalsamamiento del doctor Ara era, precisamente, el que hacía dudar a los profanadores, que creían que se trataba no de un cadáver humano, sino de una “figura de cera”. A los fines de llegar a la verdad tan anhelada, un equipo de tres médicos “succionándole una parte del lóbulo del oído habría realizado un estudio anatomohistológico. Posteriormente, se tomaron varias radiografías, a la manera de demostración complementaria y se abrigó ya la menor duda de que se trataba de un cuerpo humano”, relata la historia oficial.

Otros, animados por el mito; afincados en el amor-odio o en uno o en el otro, afirmaban que el cadáver se hallaba en Europa.

Eva Peron. Su secreto mejor guardado. Lobotomia. HD.

Colofón del viaje

Agosto de 1952 el cuerpo embalsamado de Eva Perón yacía en el segundo piso de la Confederación General del Trabajo (CGT) en Buenos Aires. Objeto de veneración popular y cotidiana, el golpe cívico-militar del 16 de septiembre de 1955, que derrocó al segundo gobierno de Juan D. Perón y persiguió a sus dirigentes, a sus partidarios y a sus símbolos, no fue indiferente a él.

La noche del 22 al 23 de diciembre de 1955, se supo después, tres militares liderados por el titular del Servicio de Inteligencia del Ejército, Moori Koening, secuestraron el cadáver.

En 1957, también se supo mucho después, fue trasladado a Italia e inhumado en el cementerio de Milán con el nombre falso de María Maggi de Magistris.

El cadáver fue entregado en Puerta de Hierro (Madrid) a Perón, en 1971. Permaneció allí-

Octubre de 1974, cuando la agrupación peronista Montoneros secuestró el cadáver de Pedro Aramburu para obligar a Isabel Perón, a cargo de la presidencia de Argentina, a trasladar el cadáver de Eva a Buenos Aires. La intención era hacerlo reposar junto al del expresidente en la cripta de Olivos, quien había muerto unos meses antes mientras gobernaba el país por tercera vez.

22 de julio de 1976 la dictadura presidida por Jorge Rafael Videla ordenó el entierro del cuerpo muerto de Evita en el panteón familiar en la Recoleta, bajo una gruesa plancha de acero, a seis metros de profundidad.

Concluía así un largo y desordenado periplo de un cadáver que acompasó el diástole y sístole de la política argentina y los relatos periodísticos por más de dieciséis años, casi el mismo lapso de tiempo durante el cual el peronismo como tal permaneció proscripto de la competencia electoral en el país.

FUENTE: Urgente24