OPINIÓN

INSTITUCIONALIDAD EN RIESGO

El poder y la miseria en clave Argentina

La institucionalidad de la Nación anda por el piso: del fiscal Carlos Stornelli en rebeldía a la Corte Suprema de Justicia de la Nación partida, pasando por CFK amparada en sus fueros por hechos ocurridos anteriores a su mandato de senadora nacional. Nada bueno puede surgir de todo esto.

El poder tiene que ver con la facultad o la posibilidad de hacer; y la miseria con las flaquezas y debilidades, con la suciedad.

El poder debería ser ejercido en la dirección del “bien” precisamente para disminuir al máximo posible la miseria, entendida como pobreza, como vicio del ánimo y como debilidad y flaqueza de la voluntad.

Supongamos, recurriendo a la imaginación, que el famoso escritor Graham Greene, tal como lo hizo en su viaje a México en 1938 para describir la persecución religiosa, llegara hoy a la Argentina para percibir nuestra realidad.

No debería andar mucho para sorprenderse del modo en que se ejerce el poder y del imperio de la miseria en nuestra conducta diaria.

Eduardo Fidanza le contaba días pasados a Roberto Garcia en su programa “La Mirada” que el 42% de la población estaría dispuesto a burlar la ley si su aplicación no le conviene y un 9% dijo que lo pensaría, por eso decía que vivimos en una “sociedad anómica”.

Pero más grave es la cosa cuando quienes deben aplicar la ley no lo hacen.

Un fiscal de la Nación tiene la obligación de hacer espetar la ley y, desde luego, debe dar ejemplo cumpliendo con ella y cumplir y respetar las decisiones judiciales sin perjuicio de ejercer los derechos que la propia ley le concede.

Pues bien, un fiscal de la Nacion acaba de ser declarado rebelde por un juez de la Nación que a su vez ha sido denunciado por el Poder Ejecutivo de la Nación por presunto mal desempeño.

A su vez este juez estaría investigando la posible existencia de una red de espionaje que operaria por medios muy poco ortodoxos sobre funcionarios públicos y su privacidad, entre ellos la gobernadora de la provincia de Buenos Aires, con fines que se desconocen. 

Podría ser que esa red opere amparada o bien simplemente tolerada  por la AFI, ex SIDE, cuya disolución se ha pedido y se volvió a pedir. Alguien dijo refiriéndose a la SIDE que debió haberse disuelto luego de los atentados contra la embajada de Israel y la AMIA por su imposibilidad de prevenir sobre ambos atentados y luego por su ineficacia investigativa.

La Corte Suprema de Justicia de la Nación ha convertido la figura de su presidente en una mera presencia protocolar, lo que pone en evidencia una riesgosa división que supera las lógicas divergencias que pueden  existir entre los integrantes de un cuerpo colegiado.

Asimismo se comienza a advertir un sesgo “populista” en los fundamentos de sus fallos que desconoce que todo derecho tiene un costo. Hay derechos que dependen de la riqueza que genere el país y resulta muy injusto conceder derechos que no se pueden financiar.

La Corte, asimismo, no tiene en cuenta que hoy la Argentina no administra riquezas, sino pobreza o más bien miseria, dado que el gasto social es de alrededor del 70% del gasto total.

El Banco Central sigue enfrascado en contener el precio de las monedas extranjeras, dólar y euro, controlando (¿?) el tipo de cambio y el Presidente de la República, de cuya variación dependería su reelección, nos pide que “Aguantemos”, como lo podría hacer desde el teatro de la Calle Corrientes el humorista, Roberto Moldavsky para hacernos reír.

La ex presidente Cristina Fernandez de Kirchner tiene diez procesamientos y cinco resoluciones que disponen su prisión preventiva y se mantiene como senadora de la Nación.

Si bien es cierto que la presunción de inocencia la beneficia desde un punto de vista deontológico no parecería razonable el uso de los fueros para obtener una protección privilegiada por hechos en lo que habría incurrido con anterioridad a su elección.

Tiendo a creer que el privilegio del art. 69 de la Constitución, inmunidad de arresto, salvo casos de flagrancia, se refiere a hechos que ocurran a partir de la elección, no a los anteriores, ya que en ese caso ese privilegio coinvertiría a la Cámara en un “aguantadero”, tal como pareciera serlo ya.

Con estos hechos nuestro imaginario Graham Greene tendría elementos de sobra para escribir, no ya su mejor novela “El poder y la gloria”  y su suerte de prólogo periodístico que fue “Caminos sin ley”;  sino “El poder y la miseria” y “la Argentina sin ley”.

La lastima de todo esto es que no somos una “novela”, somos una realidad…

Te puede interesar

    Dejá tu comentario