¿Puede haber un accidente nuclear en la Argentina? Pues, luego de que la propia Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) denunciara " severas fallas de seguridad en el Centro Atómico Constituyentes", que está en el partido de San Martín, a solo metros de la Capital Federal, las alertas se encendieron.
CENTRO ATÓMICO CONSTITUYENTES
Denuncia y advertencia por un posible accidente nuclear en Argentina
La CNEA denunció "severas fallas de seguridad en el Centro Atómico Constituyentes", a metros de CABA, y afirman que la situación no sería Chernobyl, pero sí "gravísima".
Según los expertos, "las autoridades no responden a los reclamos de los empleados en materia de seguridad, protección física y medio ambiente, lo que podría desencadenar un accidente con material radioactivo que pondría en jaque a gran parte del conurbano bonaerense y a la Ciudad de Buenos Aires".
Así lo indicaron en un comunicado que emitieron desde la CNEA, donde precisaron también que "en las últimas horas, trascendió que la denuncia fue elevada por el sistema oficial de comunicación al Subsecretario de Energía, Ing. Dario Martinez, y que llegó a oídos del propio Presidente de la Nación, Alberto Fernandez".
Advierten además que "desde hace varios meses, el licenciado Javier Zulato, Jefe de Seguridad Nuclear y Ambiente de la CNEA, Director de la Initiative for Global Security (IGS) y Fundador del Proyecto Energía Argentina, viene elaborando y elevando a las autoridades un pormenorizado informe sobre la crítica situación que atraviesa el organismo estatal en materia de seguridad".
Y continúa con la explicación: "Allí, se abordan temas relacionados con la seguridad e higiene, garantías físicas, protección radiológica y medio ambiente, entre otros temas, poniendo al descubierto las principales deficiencias que podrían desencadenar un verdadero desastre ambiental".
Desde la CNEA aseguran que "la denuncia tiene relevancia fuera de las fronteras del país, dado que en el ámbito nuclear Argentina tiene un rol trascendental a nivel internacional, a tal punto que el Director General del máximo organismo que rige la actividad, la Organización Internacional de Energía Atómica atómica, es el argentino Rafael Mariano Grossi".
La denuncia
En primer término, el informe presentado en enero denuncia que "la red de incendio del CAC está prácticamente fuera de funcionamiento, ya que una parte no cuenta con el correcto mantenimiento por falta de personal y la otra ha sido desguazada por los permanentes hurtos que se producen sistemáticamente en el sitio" y agrega que "desde la designación de la nueva gerencia de coordinación se han hurtado bienes de la red de incendios por un monto aproximado de AR $2.000.000".
En la denuncia se explica que "el Centro Atómico Constituyentes es un sitio ubicado sobre la Colectora de la Avenida General Paz y está comprendido por 8 hectáreas y 50 edificios en los que se emplazan diferentes instalaciones, desde simples oficinas administrativas, pasando por laboratorios físico-químicos, de radiobiología, carpintería, depósitos de material nuclear, fábrica de combustibles nucleares y un reactor de investigación, entre otras cosas".
En ese marco, Zulato señaló en declaraciones públicas que "en caso de que se produjera un incendio de grandes magnitudes, sería prácticamente imposible de controlar en todo el perímetro del Centro Atómico". La denuncia también fue rubricada por el personal de la División Riesgos Especiales de los Bomberos de la Policía Federal Argentina.
Si bien Zulato se excusó por motivos éticos de dar detalles de las instalaciones emplazadas, aseguró en la denuncia que su postura "es completamente pro-nuclear". A su vez, aclaró que "jamás diría que podría haber un accidente del tipo de Chernobyl o Fukushima, debido a que el Centro Atómico no es una central nuclear".
De todas maneras, la advertencia realizada no es menor: " Actualmente la situación podría llegar a ser gravísima en el caso de que el foco ígneo se iniciara en las inmediaciones de cualquiera de las instalaciones nucleares que alberga el CAC, donde las consecuencias podrían ser desastrosas, por cuanto se corre el riesgo de que el material radiactivo se volatilice a la atmósfera dependiendo ya su alcance de circunstancias aleatorias (como la dirección y velocidad del viento, condiciones de presión temperatura,etc) y pudiendo afectar un radio impredecible", alertó con preocupación, en su denuncia, Zulato.
Página negra
Si bien la Argentina tiene reconocimiento mundial por el uso pacífico de la energía nuclear, en el partido bonaerense de San Martín, se escribió la única página negra en la historia nuclear argentina.
Ocurrió el 23 de septiembre de 1983 cuando un reactor de investigación que funcionaba con combustible de uranio altamente enriquecido fue sacudido por un aumento repentino e incontrolado de energía. El operador del reactor murió por exposición a la radiación.
En ese entonces, el gobierno militar prefirió mantenerlo en secreto. Pero unos días después, cuando fue informado a la Agencia Internacional de Energía Atómica, el diario 'The Washington Post' publicó la noticia, Los gobiernos de Estados Unidos y Francia ya estaban al tanto de la novedad en la Argentina. Entonces se supo que, de acuerdo a los reportes técnicos, no se había liberado radiación de la instalación.
"El pequeño reactor, en Buenos Aires, sufrió un accidente de pronta criticidad, en el que en una milésima de segundo comenzó el tipo de reacción de fisión que ocurre al inicio de una explosión nuclear", se leyó en la crónica.
Según una crónica que escribió Santiago Albizzatti, "las inmediaciones del Centro Atómico Constituyentes no eran un ejemplo de disciplina y seguridad. Según testigos y ex trabajadores del sitio, el sistema de vacío se atoraba, lo que provocaba que los operadores deban entrar a la zona del reactor para sacudir los caños con un escobillón mientras eran irradiados. Lo mismo ocurría con las ventanas de seguridad, que debían estar llenas de agua para detener la radiación, pero al estar torcidas muchas de ellas permanecían a medio llenar. Las fugas de neutrones térmicos eran tantas que a uno de los operadores debieron secuestrarle su anillo de casamiento y enterrarlo en el cementerio atómico de Ezeiza porque había quedado radioactivo".
El mismo Albizzatti ejemplifica: una radiografía dispara 0,04 rads sobre el cuerpo humano, lo suficiente como para prohibirle a las embarazadas llevar adelante la práctica; en 70 milisegundos, Rogulich recibió unos 2000 rads de radiación gamma y unos 1700 rads de neutrones, por lo que 30 horas después, tuvo vómitos, ansiedad, desórdenes neurológicos y lesiones vasculares. Convulsionó, tuvo tres paros cardíacos y, finalmente, a 48 horas y 25 minutos del accidente, murió.
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