En su momento partner de Eduardo Elzstain, con quien compartió la travesía a Nueva York para convencer al millonario húngaro George Soros, a quien llegaron desde integrantes de la comunidad judía ortodoxa, acerca de la conveniencia de hacer negocios inmobiliarios en Argentina en los años '90, Marcelo Mindlin decidió abrirse camino en soledad en días de la crisis de 2001 cuando consideró conveniente ingresar a empresas de servicios públicos devaluadas. Sin bien no prosperó su interés inicial por Telecom Argentina, empezó a abrirse camino en el negocio energético local a expensas de la eléctrica francesa EdF, para pasar posteriormente al petrolero.
ASCENSO
Mindlin emerge como el nuevo zar nacional de la energía
El negocio petrolero en Argentina integró a contratistas locales asociados a compañías internacionales, que eran su cara visible y como tales se constituyeron un poder en sí mismo ante los sucesivos gobiernos constitucionales y de facto: Astra, de Ricardo Gruneisen; la Pérez Companc, a cargo de Oscar Vicente, y la Bridas de los Bugheroni. La privatización de YPF descorrió el velo y aparecieron con su chapa las extranjeras que operaban a través de sus mandatarios nacionales y estos se reconvirtieron en el sector o desaparecieron. Ahí aparece Marcelo Mindlin, que le compra a Pérez Companc Pecom Argentina y desde 2001 encara una serie de fusiones y adquisiciones, incluida Petrobrás Argentina, que reúne en Pampa Energía, cuyas acciones cotizan en Nueva York y Buenos Aires. Hoy luce el Cinturón de Orión petrolero.
Sin embargo, su carta de presentación tras 15 años de trayectoria la forjó con la Petrolera Pampa, el bastión hidrocarburífero del holding, que en los últimos 4 años alcanzó una facturación anual de US$ 150 millones y se encuentra entre los 10 mayores productores de gas, a lo cual Mindlin le sumó el potencial de algunos yacimientos de su adquirida Petrobras.
Aunque se vinculó estrechamente su evolución a la proximidad con el kirchnerismo, elogió al presidente Mauricio Macri, a quien conocía de antes, en los foros internacionales. Con Juan José Aranguren se cruzó recién cuando éste era ministro y circunscribió el diálogo a su interés por las energías renovables. Y con el jefe de Gabinete Marcos Peña dicen que hubo alguna rispidez en la cumbre de Davos, en enero, cuando le acercó una propuesta sobre qué hacer con las tarifas eléctricas.
Igual les sirvió de amanuense para los intercambios de tarjetas con inversores internacionales y ganó un lugar en su consideración.
El staff en pleno del gobierno de Macri semblanteó atentamente, tanto en atriles como en los pasillos, a cada uno de 800 empresarios de 67 países que asistieron hace unos días al Foro de Inversión y Negocios, en el Centro Cultural Kirchner avenido a SUM (salón de usos múltiples) desde que asumió la nueva administración.
Importaron elogios, muestras de simpatía con el rumbo impreso a la economía y los mejores augurios, pero no pudieron dejar de registrar la exportación que un hombre de negocios made in Argentina ejercía sobre buena parte de los visitantes: el empresario Marcelo Mindlin, que con su hermano Damián, Gustavo Mariani y Ricardo Torres poseen 22% de Pampa Energía, desde hace 2 años animadora del panel en el que cotizan en NYSE de Nueva York y simultáneamente del Merval en la Bolsa de Comercio de Buenos Aires.
Este holding energético nacional aporta casi el 10% de la generación de energía: participa en Transener, la transportista en alta tensión, y la distribuidora Edenor, acaba de comprar Petrobrás Argentina y desembarcó en la nueva generación térmica “limpia” adquiriendo el 100% de Albares Renovables Argentina.
Pero no se limitó sólo a difundir imagen ante los foráneos, sino que se ganó el centro de la atención interno, cuando instó de colega a colega a los empresarios argentinos, tanto en el CCK como en seguida en Nueva York, durante el seminario organizado por el Financial Times en Wall Street sobre "La Nueva Argentina", a que dejaran de lado la especulación y “hablaran con el bolsillo”. Les recordó la enorme expectativa que generó el gobierno nacional con el denominado “mini Davos” y predicó con el ejemplo: “estamos invirtiendo 200 megawatts térmicos que son más o menos US$ 200 millones y presentamos ofertas para hacer 300 megawatts de energía renovable, unos 400 millones de dólares”. Anunció, al mismo tiempo, la inversión de más de u$s100 millones que destinará a la construcción de una nueva central térmica.
La grieta en los negocios es el cuadro de resultados
Él, que ascendió en el firmamento empresarial con el kirchnerismo y fue un claro ganador de la década que está en discusión si fue ganada o perdida, elogia a toda voz el cambio de política que implementó el gobierno actual, como la apertura del cepo cambiario, la solución del tema de los holdouts y el sinceramiento de tarifas, la reinserción de la Argentina en el mundo y que se haya allanado el acceso de las empresas argentinas al financiamiento internacional.
No se cansa de repetir, públicamente y en privado, que “los inversores extranjeros están muy optimistas y con mucho interés en invertir en el país, pero antes de traer capitales están esperando que los empresarios locales apuesten primero. Quieren ver qué pasa con los inversores argentinos. Es momento que asumamos nuestra responsabilidad principal y apostemos con proyectos de inversión”.
Está atento a la venta que hará el Fondo de Garantía de Sustentabilidad de Anses, ya habilitada judicialmente, de las acciones de empresas privadas que posee, entre las cuales tiene el 18% de Pampa. Y en estos momentos el propio Mindlin se encuentra en Nueva York poniéndole el sello de Pampa Energía a todas las adquisiciones que fue concretando, la última Petrobrás Argentina, en la invirtió US$ 892 millones. La meta que se propuso es poder tocar la campana en cuanto termine la consolidación del hólding.
Era el mensaje interno y hacia afuera que necesitaba Macri para ayudarlo en el proceso de dejar atrás el clima adverso a las inversiones que buscó revertir a partir de las medidas económicas que tan buena repercusión tuvieron en una audiencia externa desencantada de tantos años de populismo en Argentina.
El Presidente aprovechó el aporte que le hizo la presencia de Mindlin, con quien compartió corrillos con hombres de negocios del mundo en Davos en enero, y potenció un esperado apoyo internacional que recibió de parte de grandes multinacionales, como la alemana Siemens y la de origen estadounidense General Electric Company. John Rice, vicepresidente de la corporación conocida como GE, con negocios en infraestructura; servicios financieros y medios de comunicación, transmitió en Nueva York las intenciones del conglomerado de invertir en alianzas con empresas locales y extranjeras unos US$ 10.000 millones durante la próxima década.
Precisamente, la asociación de corporaciones extranjeras entre sí, con la estatal YPF y/o con grupos locales, Pymes incluidas, es la modalidad que se perfila para un negocio en el que se requieren capitales, equipos, tecnología y mano de obra especializada, requisitos que se arman como un juego de rompecabezas con piezas foráneas y nacionales, el Estado y privados.
Mindlin justamente se atribuye haber convencido a uno de sus socios estatales en Transener que le compre a Electroingeniería las acciones que tenía en venta y se convierta en el accionista principal de la distribuidora.
YPF, según adelantó su propio presidente, Miguel Ángel Gutiérrez, negocia distintas alianzas para explotar en conjunto áreas de Vaca Muerta, después de haber habilitado la participación del establishment petrolero internacional con el contrato testigo que firmó con Chevron y la justicia le obligó a “desclasificar”.
El ojo de Mindlin estuvo puesto en la audiencia del gas, como lo estará en la de la revisión tarifaria integral (RTI) de servicio eléctrico para el ámbito de las distribuidoras Edesur y Edenor, esta última controlada por su holding.
Audiencias en acción
En el XIV Fórum Empresarial Franco-Argentino que se desarrolló en la sede de la Cancillería, el ministro de Energía, Juan José Aranguren, confirmó las audiencias, lo mismo que para el caso del transporte del sistema eléctrico se harán antes de que finalice el corriente año.
Atentos en el Palacio San Martín estaban el director de Relaciones Europeas e Internacionales de Engie, la energética multinacional gala que opera en las industrias de la generación y distribución, Denis Simonneau; y el director general de Total Austral, una de las principales productoras de gas de la Argentina, Jean Marc Hosanski.
Escucharon del funcionario la definición de los dos ejes de la actual gestión: "garantizar la seguridad energética", que no necesariamente significa el autoabastecimiento, y "diversificar la matriz energética" que en Argentina está dominada por hidrocarburos fósiles en un 87%, por lo cual se busca la incorporación de las energías renovables.
Mindlin lo sabe, estos objetivos desde el punto de vista de la energía eléctrica significan una necesidad de inversión por los próximos 7 años de US$ 35.000 millones a US$ 40.000 millones, no sólo para la generación nueva, sino para reemplazar la antigua y de baja eficiencia. Esa fuerte inversión está pensada para una generación de unos 20 a 22 nuevos Gw de potencia, sobre los 33 Gw que la Argentina tiene de capacidad, o sobre la disponibilidad actual del orden de los 24Gw que en el verano no alcanzan a cubrir la demanda.
El ministro terminó de pintarles el negocio planteando que, además de generar energía, hay que pensar en cómo transmitirla a los distintos centros de consumo, para lo cual se está haciendo un inventario de todas las restricciones advertidas en el sistema de transmisión para poder acomodar la nueva oferta de generación.
Mindlin tuvo el mérito de la paciencia en los 10 años que le tocó hacerse cargo de Edenor, cuando las tarifas venían congeladas desde 2001 y administraban el subsidio que le reconocía el Estado: que recién ahora se las aumentaran.
Aún así no sacó los pies del plato durante el kirchnerismo y se las compuso para seguir haciendo negocios y acumular capital, que lo posicionó como el empresario argentino de mayor peso en el negocio eléctrico.
Ahora, a contrapelo del desmoronamiento del sector energético por la crisis petrolera, en vez de replegarse redobló la apuesta con el cierre de la compra de filial local de la petrolera brasileña, Petrobras Argentina, la quinta petrolera del mercado.