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EXPLOTA DE DROGA EL PAÍS

Cocaína, ola de muertos, giro comunicacional y la Iglesia 

La ola de muertos en el GBA por cocaína puso la lupa en los funcionarios que pasaron y pasan por la provincia.

Los muertos y decenas de internados en el Conurbano Bonaerense por cocaína -mal llamada adulterada o envenenada o alterada- dejó en evidencia la falta de gestión en la lucha contra el narcotráfico y de coordinación entre el gobierno nacional y la Justicia.

No solo eso. Los investigadores están completamente perdidos sobre qué pasó y por qué las personas adictas cayeron desplomadas a las pocas horas de haberla consumido.

En un primero momento se instaló en los medios que fue veneno para ratas. Luego, como los toxicólogos advirtieron que lo que estaban diciendo los periodistas era lisa y llanamente “una burrada” por la falta de relación entre lo descripto por los familiares y la sustancia, todo giro hacia el fentanilo.

Entonces, llovieron las notas SEO con títulos sobre qué era el fentanilo, cuánto costaba, sus efectos, etcétera. Y el debate nacional derivó en que el problema no era la cocaína sino las sustancias que se utilizan “para estirarla” y sus efectos letales.

El problema es que este mediodía el propio ministro de Seguridad bonaerense, Sergio Berni, confirmó que no se sabe qué era. Hay quienes se preguntan: ¿Era realmente cocaína o estamos ante otra sustancia?

Hay más sospechas: ¿Estamos frente a un reordenamiento de territorio narco en el que unos intentan dejar fuera de juego a otros? Quien “diseñó” la sustancia química, ¿sabía lo que hacía, estaba probando o no sabía?

La falta de respuestas obligó al gabinete del gobernador Axel Kicillof a intentar realizar un giro comunicacional: pegarle a la oposición pero, a su vez, disparar contra los pacientes diciendo que “salieron de alta, volvieron a consumir y tuvieron que ser internados nuevamente”, movida que acompañó el propio ministro de Seguridad de la Nación, Aníbal Fernández. Un papelón porque habla de un intento de búsqueda de responsables no ya en la gestión o el crimen organizado sino en los adictos.

Todo esto con una ley de salud mental de 2010 que fue impulsada por la entonces presidenta Cristina Kirchner con un resultado espectacular para los dealers: le quitó las herramientas a las familias para sacar a los enfermos de las drogas. Juntos por el Cambio nunca se molestó en reformar esto, consolidando así el mejor terreno político para los narcos.

Mientras se cae la hipótesis de que pueda ser El Paisa el responsable del “veneno”, los capos narco ríen desde sus mansiones en countries o desde algún punto turístico.

Pero la iglesia católica no dejó pasar el hecho y cargó duramente contra el gobierno. El presidente de la Conferencia Episcopal, monseñor Oscar Ojea, atribuyó el “grave problema de las adicciones” en el país a “problemas más profundos de nuestra sociedad” que “deben ser atendidos por una mejor política”.

“(El aumento de la cantidad de consumidores) tiene que ver con falta de horizontes humanos y laborales, profundas crisis familiares, el déficit enorme de nuestra educación, la profunda soledad y la necesidad de afecto”, dijo en tuits.

Los mismos funcionarios de la provincia confirmaron que "todo el mundo sabe quién vende", cuántas dosis por día y de cuánto dinero estamos hablando.

De todos modos, pasarán los días y nadie se acordará ni del hacinamiento ni del narcotráfico ni de la ley de salud mental. Eso sí, nuestro jóvenes deben saber cómo y en qué momento consumir.

A todos, gracias por nada.

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