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El día que el Vélez de Bianchi conquistó el mundo por primera vez

Pasa el tiempo, pero el 1 de diciembre de 1994 permanece fresco en la memoria colectiva de los hinchas de Vélez Sarsfield. Ese día, el club de Liniers conquistó su primera Copa Intercontinental, una hazaña cuyo eco resuena aún en el corazón de los velezanos.

La épica batalla de Vélez en el Oriente

En aquella mañana interminable, los nervios y la expectación envolvían a los seguidores del ‘Fortín‘. El equipo dirigido por Carlos Bianchi se enfrentaba al poderoso Milán, recién laureado tras vencer al Barcelona en la final de la Copa de Campeones. Pero los hombres de Vélez, liderados por José Luis Chilavert, salieron a la cancha con determinación.

Al mando de Carlos Bianchi, Vélez Sarsfield luchó con el Milán de Italia por la conquista del mundo. Uno de los jugadores que más preocupaba era Franco Baresi, una leyenda italiana.
Al mando de Carlos Bianchi, Vélez Sarsfield luchó con el Milán de Italia por la conquista del mundo. Uno de los jugadores que más preocupaba era Franco Baresi, una leyenda italiana.

La táctica del ‘Virrey‘ sería imposible de olvidar para todos. Ante la imponente figura de Franco Baresi, leyenda del fútbol italiano, las palabras del técnico resonaban: “Cuando tengas en frente a Baresi, ponele la cola y tiralo a la mierda”. Un consejo audaz que marcó el tono de la batalla.

Y así, con Marcelo Gómez superando una lesión de último momento, el equipo saltó al terreno de juego, desafiando a los gigantes del Milán.

La gloriosa hazaña de Trotta y Asad

El primer tiempo fue un cúmulo de emociones contenidas. En Liniers, en Tokio, y en cada rincón donde resonaba la V azulada, el sentimiento de la hinchada se palpaba. Pero fue en la segunda mitad cuando la epopeya tomó forma.

Un penal, un instante que les paró el corazón de todos. Roberto Trotta, con más de doce pasos hacia la red, se erigió como el héroe al convertir el gol que acercaba la gloria. El Olímpico de Tokio temblaba cuando Omar Asad selló la victoria con un golazo que se grabó en la memoria colectiva.

Con dos goles de Trotta y Asad, Vélez se adueñó de su primera Copa Intercontinental en Tokio.

Las lágrimas de alegría y los abrazos se multiplicaron en cada rincón velezano. El planeta se rendía ante Vélez Sarsfield, que con valentía, entrega y amor por la camiseta, se consagraba campeón del mundo. Hoy, la estrella dorada en el pecho de los velezanos simboliza el sudor, el sacrificio y la grandeza de aquel equipo inolvidable.

La primera Intercontinental de Vélez sigue siendo un faro que ilumina el camino del ‘Fortín‘ de Liniers. Recordar es revivir, y en cada aniversario, los hinchas se transportan mentalmente a ese día mágico, celebrando la grandeza de Vélez Sarsfield, campeón del mundo.

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