Sergio Massa llegará a las elecciones generales de este 22/10 cargando sobre sus espaldas de candidato presidencial la responsabilidad por la cifra de inflación mensual más alta no sólo desde que tomó la “papa caliente” de la economía argentina en agosto del año pasado sino también desde febrero de 1991, en las vísperas de la Convertibilidad. El 12,7% de suba de precios (14,3% en el rubro Alimentos) que el INdEC midió en septiembre e informó el jueves doblegó incluso por unas décimas al registro del mes previo y sin que mediara una corrección del tipo de cambio oficial como la que ocurrió en agosto, tras la derrota del oficialismo en las PASO. Massa fracasó en dominar la inflación, la principal preocupación ciudadana. No sólo no la detuvo, sino que además la empeoró. Al momento de asumir en Economía, los precios se movían a un ritmo mensual del 6%. Hoy duplican esa velocidad, cuando había prometido para abril de este año -6 meses atrás- un índice que “comenzara con 3”. Las últimas mediciones no sólo están lejos de aquella proyección del ministro: ni siquiera se mantuvieron en un dígito. Y los pronósticos no son alentadores: la disparada del dólar blue y de las cotizaciones financieras de la última semana amenaza con un nuevo fogonazo en los precios. En el Palacio de Hacienda intentan moderar las expectativas abrazándose a una baja registrada en las últimas 4 semanas en mediciones propias. Pero la fuerte suba de tasas de interés que dispuso el Banco Central parece ir en la dirección contraria a ese optimismo.
PANORAMA
Paradojas, giros y la palabra más mencionada
Se recalentó la inflación, pero aun así Massa sigue competitivo. Bullrich juega la última ficha de la unidad. Milei y el fantasma de la hiper.
La gran paradoja es que aun con ese trasfondo Massa -es decir, el gobierno del exFrente de Todos- mantiene competitividad de cara a los comicios de dentro de una semana, lo que se convierte en una de las novedades de este proceso. El ministro candidato cuenta con amplias chances de ingresar al balotaje para disputar un round final con, todo indica, Javier Milei.
Pero una plaza en la 2da vuelta es también la ambición de Patricia Bullrich. En esa empresa, la candidata de Juntos por el Cambio acaba de dar una fuerte señal hacia el centro con el anuncio de que, en caso de resultar electa, Horacio Rodríguez Larreta, jefe de Gobierno porteño y a quien ella derrotó en las PASO cambiemita, será su jefe de Gabinete. La movida de Bullrich va en línea con el spot en el que reúne a gobernadores y a próximos a serlo, además del economista Carlos Melconian, y que tiene como fin mostrar el andamiaje político en el que se sustentará una eventual administración bullrichista. El virtual nombramiento de Larreta aparece además como el signo que debería sellar de una vez por todas las internas en el espacio opositor. Pero surge antes que nada de la necesidad de consolidar los votos que JxC obtuvo en conjunto en las elecciones primarias. El anticipo de Bullrich desnudaría cierta desconfianza en que se esté logrando.
Bullrich logró captar la atención en el debate de la Facultad de Derecho merced a una posición más enérgica que la que había mostrado en el episodio anterior, en Santiago del Estero. Massa y Milei, en tanto, fueron con un planteo más conservador, sin estridencias. Como todo frontrunner, el libertario no se expuso, mientras que el ministro de Economía jugó seguro pero sin mostrar ninguna carta fuerte (nunca anunció quién sería su ministro de Economía, como había adelantado). Como en la universidad santiagueña, los principales candidatos fueron más a no perder que a ganar.
Bullrich confronta con Massa, pero también con Milei. Salió a reprocharle al libertario sus comentarios sobre el peso y su sugerencia a los ahorristas para que retiren sus plazos fijos en moneda nacional y se refugien en el dólar. Es una posición histórica de Milei, pero que se amplifica y toma otro tenor cuando se trata del favorito de cara al 22-O y la dolarización de la economía es su principal propuesta de gobierno. Su última referencia al peso como algo que vale menos que “un excremento” le valió que un reaparecido Alberto Fernández lo denunciara ante la justicia federal por “intimidación pública” y que el fiscal Franco Piccardi lo imputara. Los bancos también salieron en conjunto contra el libertario al advertir sobre los efectos negativos en la población de recomendar no renovar los depósitos.
Milei respondió las acusaciones en una conferencia de prensa en la que ratificó sus dichos y apuntó sobre los responsables del déficit fiscal, la emisión monetaria y otras medidas que llevaron a la situación económica actual. “El que aterra es Alberto Fernández con este conjunto de políticas económicas”, respondió en virtual cadena nacional desde las oficinas de Bull Market, la empresa de Ramiro Marra, el candidato de Milei a jefe de Gobierno porteño. La vidriera que el Presidente le regaló a Milei fue un disgusto para Massa, que teme que el libertario se potencie como candidato opositor, absorba votos de Bullrich y logre imponerse en una primera vuelta, tal el vaticinio del sindicalista Luis Barrionuevo.
Las declaraciones de Milei que apuntalaron la corrida cambiaria y llevaron al dólar blue por encima de los $1.000 (cerró la semana por debajo de esa marca) se interpretaron como una movida para forzar una victoria el 22/10 a partir de la convicción de que toda vez que el dólar subió el líder de La libertad avanza se fortaleció. Además, el mismo Milei sostiene que mientras más alto sea el dólar, más fácil será dolarizar. Pero en una escenario de mucha fragilidad y nerviosismo, y con Milei en una posición que demanda mayor responsabilidad, el éxito de la jugada queda bajo un signo de interrogación. La suba del dólar significa una licuación de los ingresos con el consecuente aumento de la vulnerabilidad social. La palabra "hiperinflación" fue una de las más mencionadas en estos días de tensión. Seguramente se repetirá en esta última semana de campaña.
Más contenido de Urgente24
Se entregó Julio Rigau: Caso "Chocolate Rigau"
Ni halcones ni palomas: Patricia Bullrich cerró la brecha
Libre de carpetazos, ¿la Izquierda impulsa su propia "cancelación"?