En Villa Crespo pasó una tragedia que dejó a todo el país helado: un crimen terrible que conmueve a toda la sociedad. Pero más allá del horror, hay un tema que urge hablar de verdad: la salud mental y cómo la ignoramos, dejando que la gente sufra sola hasta que todo se desborda.
BASTA DE MIRAR A OTRO LADO
Villa Crespo: Un crimen que habla más del sistema que de la enfermedad
El crimen de Villa Crespo expone una verdad incómoda: sin tratamiento ni apoyo, la salud mental también mata. Y el silencio social es parte del problema.
Un crimen que no fue lo que parece
Lo que se vio en el departamento de Aguirre 295, en pleno Villa Crespo, este miércoles 21/05 fue dantesco. Laura Leguizamón, que estaba en medio de una recaída psiquiátrica, habría asesinado a su esposo y a sus dos hijos y luego se quitó la vida. La escena fue tan brutal como desconcertante: los chicos, de 12 y 15 años, tenían más de diez puñaladas cada uno y signos de haber intentado defenderse. Bernardo, el papá, fue hallado en la cama con tres heridas; se cree que fue el primero en morir. Laura apareció en el baño, con múltiples lesiones autoinfligidas.
En la cocina, una hoja manchada con sangre decía: "Íbamos a la calle", junto a frases como "Todo mal", "Fue mucho", "Los amo", escritas con distinta letra y estilo. La policía cree que podría haber escrito todo ella, incluso con distintas manos, en pleno brote psicótico.
La empleada doméstica, que encontró los cuerpos, contó que hacía semanas que notaba a Laura distinta. También se secuestraron cajas de antidepresivos y antipsicóticos, todas vacías. Según una hermana, Laura había dejado de tomar la medicación, y estaban esperando un turno con un equipo interdisciplinario. Pero el sistema, otra vez, llegó tarde.
El problema no es la locura, es cómo la tratamos (o no la tratamos)
Lo que pasó en Villa Crespo es lo que se conoce como "suicidio ampliado" o "homicidio altruista", algo rarísimo, pero que puede pasar cuando una persona entra en un delirio tan profundo que cree que está protegiendo a los suyos del sufrimiento. En La Nación, el psiquiatra forense Andrés Mega lo dejó bastante claro: "La enfermedad mental no genera violencia en sí misma".
Mega explica que estas situaciones ocurren cuando no hay tratamiento o se interrumpe, como en este caso. Laura había tenido un episodio grave hacía dos años, y recién ahora estaban intentando volver a una terapia integral. Pero la atención no llegó a tiempo. "El paciente no puede decidir por sí mismo si tratarse, porque está enfermo. La Ley de Salud Mental vigente desde 2010 no lo contempla bien", explicó.
Además, el estigma social hace que la cosa empeore aún más. "La gente cree que un diagnóstico psiquiátrico es una condena social. Muchos no piden ayuda por vergüenza, por miedo a que los tilden de locos peligrosos", señala el experto. Y aclara: la mayoría de las personas con enfermedades mentales no son violentas, ni un poco. Llevan vidas normales si tienen tratamiento, contención y acompañamiento familiar.
Mega insiste en que esto se podría haber evitado. "Lo primero que hay que hacer es sacarse los prejuicios de encima. Y después, darle al sistema de salud las herramientas para actuar cuando hay riesgo real", dice. Porque no es solo tarea de los médicos y los jueces: como sociedad, tenemos que entender que mirar para otro lado es parte del problema.
Villa Crespo no fue únicamente un crimen. Fue un llamado de atención. ¿Vamos a seguir haciéndonos los distraídos?
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