DICTADURA DE LOS LABORATORIOS

La insulina es un problemón en USA

El precio de la insulina para el tratamiento de la diabetes tipo 1 en USA casi se duplicó durante un período de 5 años, en un contexto de indignación en el país por el aumento de los precios de los medicamentos, según un nuevo estudio difundido por la agencia Reuters.

Una persona con diabetes tipo 1 tuvo un gasto anual promedio en insulina de US$ 5.705 en 2016. En 2012 el coste medio era de la mitad, US$ 2.864 por paciente, según un informe difundido por la organización sin ánimo de lucro Health Care Cost Institute (HCCI).

Las cifras representan la cantidad total, incluyendo el porcentaje pagado por los pacientes y el que abonan sus planes de salud, y no reflejan los reembolsos pagados en una fecha posterior.

El precio creciente de la insulina ha llevado a algunos pacientes a poner en riesgo su propia salud.

En meses recientes, en USA han aparecido noticias de familiares y pacientes que describen cómo están racionando la insulina porque no pueden afrontar el presupuesto familiar que les impone.

La situación también ha provocado algunas protestas frente a las oficinas centrales de los fabricantes de insulina.

El HCCI afirmó que el aumento en el gasto familiar de los enfermos bajo tratamiento fue provocado por los mayores precios de la insulina en general y, en menor medida, una mayor proporción de productos de insulina más caros. El estudio concluyó que el promedio del uso diario de insulina aumentó solo 3% durante el mismo período de 5 años: no hay escasez que justifique la tendencia.

“No es que las personas utilicen más insulina o que los nuevos productos sean particularmente innovadores o proporcionen inmensos beneficios”, dijo en una entrevista telefónica Jeannie Fuglesten Biniek, investigadora principal del HCCI y coautora del informe.

“El uso se mantiene en niveles similares, y los cambios en los precios se están produciendo tanto en los productos más antiguos como en los más nuevos. Eso me sorprendió. Los mismos productos cuestan el doble”, dijo.

Los fabricantes de medicamentos dicen que necesitan aumentar periódicamente los precios de sus medicamentos para contribuir "a compensar los descuentos abruptos que deben ofrecer a quienes se encuentran cubiertos por los planes de seguro de salud" (¿?).

Comenzado el escándalo, en los recientes 2 años, los principales fabricantes de fármacos han limitado el aumento anual de los precios de sus especialidades medicinales.

En octubre 2018, el estado de Minnesota demandó a las compañías farmacéuticas francesas Sanofi y Eli Lilly, así como la danesa Novo Nordisk, acusándolas de incrementar más del doble el precio de la insulina en poco tiempo.

La fiscal estatal Lori Swanson sostuvo en ese momento que los precios de algunos productos de insulina se habian más que duplicado desde 2011 y se habían triplicado desde 2002.

Swanson citó el caso de Levemir (Novo Nordisk), que aumentó de US$120,64 por botella en 2012 a US$293,75 en 2018, un aumento de +143,5%.

El Lantus, de Sanofi, aumentó su precio de US$99,35 en 2010 a US$269,54 en 2018, un 171,3%, mientras que HumaLog (Eli Lilly) saltó de US$274,70 la botella en 2017 desde US$ 122,60 en 2011, un incremento del +124%.

“La insulina es un asunto de vida o muerte para los diabéticos, y muchas personas no pueden pagar los aumentos de precios, pero no pueden dejar de recibir los medicamentos”, dijo la fiscal.

Los aumentos no resultan de la investigación para presentar nuevos fármacos. “Los precios aumentan con mucha rapidez, y se debe casi exclusivamente a la inflación en los productos existentes”, señaló la investigadora principal, Inmaculada Hernández, profesora asistente en la Facultad de Medicina de la Universidad de Pittsburgh.

Las compañías farmacéuticas han estado subiendo los precios de los medicamentos de marca más antiguos, según un reporte de HealthDay.

Los crecientes precios de las pastillas de marca, en los Estados Unidos, superaron la tasa general de inflación del país casi 5 veces entre 2005 y 2016, y los consumidores pagaron alrededor de 9% más cada año por los mismos medicamentos antiguos entre 2005 y 2016.

El precio de los medicamentos inyectables de marca aumentó 15% al año en el mismo periodo.

Antes, en septiembre, un estudio publicado en la revista médica BMJ sugirió que los fabricantes podrían fabricar insulinas tanto humanas como análogas a bajo costo y también obtener ganancias.

Después de analizar los gastos de ingredientes, producción y entrega, entre otras cosas, los investigadores sostuvieron que el precio del suministro de insulina humana para 1 año podría ser de US$ 48 a US$ 71 por persona y entre US$ 78 y US$ 133 por insulinas análogas (Humalog, Lantus y Novolog), que son formas genéticamente alteradas para tratamientos rápidos o de acción prolongada.

"Tal como los análogos de insulina reemplazan la insulina humana regular (RHI) a nivel mundial, sus precios relativos serán cada vez más importantes. El problema es que 3 compañías controlan el 96% del mercado global de insulina y pocas insulinas biosimilares están disponibles. Estimamos las reducciones de precio que podrían lograrse si numerosos fabricantes de biosimilares ingresaran al mercado de insulina", escribieron los investigadores.

El estudio estimó que el costo de producción de una dosis de insulina humana varía entre US$ 2,28 y US$ 3,42, mientras que el costo de producción de una dosis de insulina análoga está entre US$ 3,69 y US$ 6,16, según una pesquisa de Dzintars Gotham, Melissa Barber y Andrew Hill, de la Facultad de Medicina del Imperial College London, la Escuela de Medicina de Harvard y el Departamento de Medicina Transicional de la Universidad de Liverpool (Reino Unido).

"Cualquier persona con diabetes tipo 1 debería poder comprar insulina por menos de US$ 100 por año", dijo a Business Insider, Andrew Hill, coautor del estudio e investigador visitante de la Universidad de Liverpool.

Los aumentos en los precios pueden hacer que los pacientes se enfrenten a difíciles decisiones sobre su salud. Más de una cuarta parte de las personas con diabetes han prescindido de sus inyecciones de insulina debido a los crecientes precios, según un estudio publicado en la revista JAMA Internal Medicine.

Esperando un cambio

Ya que la diabetes afecta la producción de insulina, que regula los niveles de glucosa en la sangre, una nueva investigación indagó sobre la posibilidad de “enseñarle” a las células pancreáticas cómo abordar este problema por sí mismas.

El páncreas contiene 3 tipos diferentes de células, cada una produce diferentes hormonas que contribuyen a la regulación de los niveles de azúcar en la sangre:

* Células alfa: producen glucagón para aumentar el azúcar en la sangre.
* Células beta: producen insulina para disminuir los niveles de glucagón.
* Células delta: producen somatostatina, una hormona que regula la actividad de las células anteriores.

Tanto en los casos de diabetes tipo 1 como en la diabetes tipo 2, se ha relacionado la falta de insulina con problemas en las células beta pancreáticas.

Pero investigadores de la Universidad de Bergen, en Noruega, sugieren que es posible capacitar al cuerpo para que comience a producir niveles adecuados de insulina.

“Posiblemente estamos ante el inicio de una forma totalmente nueva de tratamiento para la diabetes, donde el cuerpo puede producir su propia insulina, con una ayuda inicial”, dijo la coautora del estudio, Luiza Ghila, del Laboratorio de Investigación Raeder en el Departamento de Ciencia Clínica en la Universidad de Bergen, a la revista Nature Cell Biology.

Cada célula de nuestro cuerpo se desarrolla para cumplir una función particular, pero la “identidad” que adoptan algunas de ellas no siempre resulta definitiva. Algunas células adultas son capaces de adaptarse, cambiar y reemplazar las funciones de otras que han muerto o se han dañado.

En el estudio, los investigadores lograron, por primera vez, descubrir algunos de los mecanismos clave que permiten a las células “modificar” su identidad, concentrándose específicamente en las células alfa y beta pancreáticas. Todo se trabajó en ratones.

Encontraron que las células alfa responden a las señales que reciben de las células vecinas, durante situaciones de pérdida de células beta. Aproximadamente el 2% de las células alfa pueden “reprogramarse” y comenzar a producir insulina.

Al usar un compuesto capaz de influir en la señalización celular en el páncreas, los investigadores podrían aumentar la cantidad de células productoras de insulina en un 5%.

Si bien este número puede parecer pequeño, es un primer paso significativo para aprender a manejar el propio potencial de nuestro cuerpo, con el fin de combatir la diabetes.

“Si adquirimos más conocimientos acerca de los mecanismos detrás de la flexibilidad de esta célula, posiblemente podríamos controlar el proceso y alterar las identidades celulares para que se produzca más insulina”, afirmó Ghila.

Estos hallazgos no solo se muestran beneficiosos para enfrentar los problemas de disponibilidad y acceso de insulina, debido al creciente número de personas que desarrollan la enfermedad y requieren de la hormona para sobrevivir.

También podría ayudar a impulsar tratamientos para otras enfermedades metabólicas, como el Alzheimer, donde la función de las células específicas del cerebro se ve afectada.

“La capacidad de las células para cambiar de identidad y función, puede ser un descubrimiento decisivo en el tratamiento de otras enfermedades causadas por la muerte celular, como la enfermedad de Alzheimer, y el daño celular debido a ataques cardíacos” ,destacó Ghila.