SUPERANDO LA INCERTIDUMBRE

La felicidad está de moda

La felicidad está de moda, diferentes artículos en revistas, diarios u otros medios se ocupan de informar acerca de la importancia de ser felices, nunca tanto, como ahora, se multiplicó la preocupación de alcanzar tan preciado bien. Quizás sea la escasez la que genera añoranza. Pero, ¿qué es la felicidad?

 

 
 
CIUDAD DE BUENOS AIRES (Especial para Urgente24). La consideramos como... ¿la acumulación de logros personales? ¿O la pensamos como una vida con sentido?  ¿Ambas cosas significan lo mismo? ¿Es un concepto inalterable a través del tiempo? Cuando pretendemos dar respuesta a alguna de estas preguntas nos encontramos con que surgen muchas más, la primera: ¿es para todos lo mismo? ¿Hay una felicidad que perseguimos todas las personas como una luz que señala el fin en sí mismo?
 
Ser feliz parecería constituirse en lo contrario de ser infeliz, las personas felices, por ende, no sufren o lo hacen en menor medida que las que no lo son. Pero…  ¿de qué depende?, ¿es algo que se trae como el color de la piel o la forma de la nariz? ¿O se construye fuera de nosotros? ¿Es algo que podemos aprender? De cada respuesta se desprende un concepto diferente, porque si  las personas traemos incorporada la capacidad de ser felices de manera innata no hay nada que podamos hacer para obtenerla, sería como una determinante “nació y murió feliz", o viceversa, pero si podemos hacer algo al respecto la siguiente pregunta en la lista es: “¿CÓMO?”
 
Los científicos afirman que para definir a la felicidad es prioritario pensar en que la produce o cuál es su principal elemento, y es aquí donde nos ponemos en contacto con el sentir a través de nuestra vida emocional, que, en realidad, es como la brújula que guía el timón de la gran mayoría de nuestras decisiones.  
 
Cada persona asocia la felicidad a innumerables cosas: “ser feliz es estar sanos”, “es tener el amor de una familia”, “es cumplir las metas personales”, “es lograr bienes y disfrutarlos”,  etc., etc. De este modo pensaríamos que al alcanzar cada uno su propuesta personal se convierte en una persona feliz, nada más equivocado, porque cuando finalmente llegamos a ese lugar nos damos cuenta de que la meta está un poco más allá o decididamente está en otra parte. Entonces, como sabemos que pasos tenemos que dar, hacia donde debemos ir para alcanzarla.
 
Los seres humanos construimos argumentos, guiones de vida y pensamos que podemos ponerlos en escena tal como los pensamos, no soportamos las sorpresas, “la incertidumbre”, siempre queremos saber que nos va a pasar y necesitamos pensar que eso que nos va a pasar va a ser bueno. De no ser así,  perdemos la confianza porque no soportamos la idea de “no controlar”, “no saber” y damos comienzo a una lucha desesperada por manejar lo inmanejable, porque es imposible controlar las  infinitas variables que convergen en nosotros. Entonces, ¿cómo podemos alcanzar la felicidad?
 
Sería interesante pensar que tal vez haya buenas maneras de estar mal y malas formas de estar bien y las cosas sean más simples de lo que parece. Pero en este punto nos encontramos con otra enorme dificultad, las personas no somos simples, no decimos lo que pensamos, no pensamos lo que sentimos y no sentimos lo que hacemos la mayoría de las veces. Nos perdemos en los intrincados laberintos de nuestra mente, que es la resultante de todas las experiencias que fuimos almacenando y a las que les vamos dando un sentido, como podemos.
 
Lo que nos lleva a la conclusión de que los seres humanos sufrimos más por los significados que le damos a las cosas que nos pasan que por las cosas que nos pasan en realidad. Si lo podemos pensar de ese modo, tal vez encontremos una llave que nos abra el acceso a la posibilidad de ser más felices.