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DESBORDE ABSOLUTO

Famoso YouTuber postea bandera LGBT en llamas: "Yo ya gané"

En las redes cualquier chispa puede dar lugar a avisperos fuertes e instantáneos. La polémica es gasolina. En este sentido, un YouTuber lo quemó todo.

El YouTuber y creador de contenido, aunque son términos casi sinónimos, Dross Rotzank (Ángel David Revilla) publicó una imagen caótica en Twitter: la foto de una bandera LGBT prendiéndose fuego.

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Muchos consideran que el posteo daña al colectivo del arcoíris, otros lo ven como una simple provocación o búsqueda de atención, pero algunos, proponemos un análisis de lo sucedido.

A todo esto, ¿quién es Dross? Y un poco sobre el chaos

No es ninguna novedad que Dross es anti-progre, anti-LGBT, anti-woke, o cualquier otro tipo de antónimo que se le quiera atribuir al venezolano que se tilda a sí mismo de liberal.

Para quien no lo conozca, aunque sería extraño, Dross sube videos a su canal de YouTube (con más de 23 millones de suscriptores) en el que aborda temas de terror; conspiraciones extrañas; asesinatos sin resolver; fenómenos paranormales; tops y metrajes encontrados de toda calaña, morbosidad y sabor.

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Contenido entretenido, pese a la polémica que va por otro lado.

Contenido entretenido, pese a la polémica que va por otro lado.

Es importante remarcar el dato anterior: cuenta con 23 millones de suscriptores. Hablamos de una comunidad tan grande como la mitad de Argentina. Sus discursos en material audiovisual tienen un alcance brutal, quizás no sea el mismo caso en Twitter donde pose la nada envidiable cifra de 4 millones de seguidores. Y también publicó libros que alcanzaron la categoría de best-seller. Es decir, un influencer en toda regla.

Ya desde hace tiempo que comenzó a volcarse a la polémica de la anti-cancelación —¿Ven cómo se vuelve a los antónimos? —, podría decirse que el asunto tocó techo cuando subió un video hablando de la inclusión forzada en la película Buzz Lightyear de Disney.

"¿AL INFINITO Y MÁS ALLÁ?" La eplícula Lightyear fue un fracaso.

Más allá de todo ese escándalo, y aunque uno esté de acuerdo en mayor, menor, o nula medida con el punto de vista de Dross sobre los cómo y por qué que envuelven un beso lésbico, ninguna de esas cosas, ninguna bajo ningún punto de vista, se equipara con postear a la bandera LGBT rodeada de fuego.

Polémica por quemar un movimiento, ¿o algo más?

¿Es una declaración de guerra? ¿Un mensaje de odio? ¿Quiere alguien pensar en los niños? Ninguna de estas preguntas pellizca al verdadero meollo del asunto. Dross quiere…polémica. Sí, polémica.

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La polémica alimenta dos cosas para Dross. Por un lado, las redes hablan de él y lo marcan en las tendencias a nivel nacional, como está ocurriendo al momento de la redacción de esta nota. Y en las matemáticas virtuales el resultado es fácil: mientras más hablan de uno mejor.

Por otro lado, y no tan en contraposición con lo anterior, es un mensaje político que, a su vez, alimenta el sector de derecha que sigue a Dross. De una u otra manera, la polémica lo beneficia.

La forma en que Dross reaccionó al respecto es incluso más sugerente. Nada más carcajeó y en mayúsculas, como para pellizcar todavía más la llaga: “JAJAJAJAJAJAJAJA ”.

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Es verdad: muy maduro no se lee, ni tampoco analítico, pero tiene sentido dentro del microclima de Twitter. En la red de Elon no se busca dar lecciones de vida, ni una enciclopedia de respeto, sino dar opiniones fuertes y directas que funcionan a la merced de ofender.

Conclusiones: si es que las hay (spoiler: no)

Muchos consideran que, que un hombre de cuarenta años hable y se ría de esa manera es ridículo, decepcionante, innecesario. No hace falta más que ver los comentarios citados. Pero más increíble resulta el alcance de la publicación: 15 millones de personas y contando.

Es atronador y produce todo un tema sobre el cual pensar: el alcance masivo a favor de la polémica, o viceversa.

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Incluso lo denunciaron desde Alemania.

Incluso lo denunciaron desde Alemania.

Sí, siempre fue obvio. No por nada existen los programas de chimentos, o las notas digitales sobre celebridades, tal es mi caso, y todo esto de alguna manera también aporta al chaos. La verdadera pregunta, a la cual desde ya, no tengo respuesta, debería ser la siguiente: ¿por qué atender al quilombo y no buscar un diálogo? ¿Por qué la confrontación y no la charla?

Quizás buscar la respuesta sea la historia de las redes: tan en vano como remar con piedras un lago de cemento.

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