José de San Martín no fue un hombre de fortuna personal y son conocidas sus historias de austeridad. Cuando se retiró como Protector de la Libertad del Perú, regresó a la Argentina y terminó exiliado en Europa llevando como único bien personal el estandarte del conquistador español Francisco Pizarro, asesino del jefe inca Atahualpa. San Martín lo portaba como ícono del final de 3 siglos de opresión.
17/08/1850
José de San Martín huye de la indigencia por amigo banquero
José de San Martín se impuso un exilio en el que murió. Quien lo auxilió no fue argentino sino un sevillano de ascendencia judía radicado en Francia.
Sigamos la línea de tiempo:
En julio de 1822, San Martín visita a Simón Bolívar en la ciudad de Guayaquil, Ecuador. No fue ni elegante ni aceptable la conducta de Bolívar. San Martín regresó a Lima.
En septiembre de 1822, San Martín convocó al Congreso Nacional y renunció a sus poderes: "Desde este momento queda instalado el Congreso soberano y el pueblo reasume el poder supremo en todas sus partes".
En febrero de 1823 regresó a la ciudad de Mendoza, después de permanecer en las cercanías de Santiago de Chile para reponerse de una grave enfermedad.
En agosto de 1823, en Mendoza, él recibió la noticia del fallecimiento de su mujer, Remedios Escalada.
En diciembre de 1823, San Martín llegó a Buenos Aires y se hospedó en una quinta de la familia Escalada en el antiguo partido de San José de Flores (hoy Parque de los Patricios). Se le atribuyeron proyectos y ambiciones que no eran ciertas.
En febrero de 1824, harto, San Martín decidió viajar a Europa con el argumento de lograr para su hija Mercedes una educación escolar esmerada. San Martín esperaba regresar, según le escribió ya instalado en el buque Le Bayonnais a su compadre, el coronel Federico Brandsen: "Dentro de una hora parto para Europa con el objeto de acompañar a mi hija para ponerla en un colegio en aquel país y regresaré a nuestro país en todo el presente año, o antes si los soberanos de Europa intentan disponer de nuestra suerte".
Él pasó por Londres pero fijó su domicilio en Bruselas.
A fines de 1828, con Mercedes en un colegio de Bruselas, San Martín decidió regresar a Ciudad de Buenos Aires porque tenía temas económicos que resolver. Al pasar por Río de Janeiro tuvo noticias del levantamiento del general Juan Lavalle, su antiguo subordinado, y del fusilamiento del gobernador legítimo, coronel Manuel Dorrego.
San Martín no desembarcó del buque Countess of Chichester, y permaneció en Montevideo, donde llegaron delegados del general Lavalle para ofrecerle el mando de la provincia de Buenos Aires.
San Martín rechazó y le escribió una carta a Lavalle en favor de la paz:
En abril de 1829, San Martín embarcó de regreso a Bruselas, pasando por Inglaterra y Francia.
Tal como le escribió alguna vez a su amigo Tomás Guido:
A fines de 1830, San Martín y su hija dejaron Bruselas y se instalaron a 13 kilómetros de París. En Europa había una epidemia de cólera, padre e hija estuvieron infectados pero lograron reponerse.
En diciembre de 1832, Mercedes contrajo matrimonio con Mariano Balcarce, joven porteño que residía en Europa.
San Martín le escribió a la madre de su futuro yerno, exhibiendo sus objetivos y valores:
La gran pregunta: ¿de qué vivía San Martín? ¿Cómo pagaba sus gastos?
Ahí aparece en la historia Alejandro María de Aguado y Remírez de Estenoz, marqués de las Marismas del Guadalquivir.
El amigo
Pedro Luis Barcia presentó así al "amigo y protector":
"En Buenos Aires, una bonita calle de un elegante barrio ostenta el nombre de Sevilla. En la misma zona, otra calle lleva el rótulo de Alejandro María Aguado. Y también cerca, hay un monumento en homenaje de gratitud a ese personaje sevillano, primer marqués de las Marismas del Guadalquivir. También el Museo Histórico de Cuyo, en Mendoza, conserva un retrato de Aguado con la Giralda al fondo. Y en los libros: también en los libros de historia el prócer más venerado de Argentina, el general José de San Martín, aparece inexcusablemente vinculado a Alejandro María Aguado y Ramírez de Estenoz. Lo que significa que este sevillano, emparentado con los Bucarelli, figura en la historia argentina de forma relevante e inolvidable. Así España y Argentina poseen una razón más para su unidad; así Sevilla es, una vez más, el lazo que abraza a la Hispanidad. La fama de la amistad entre Aguado y San Martín se proclamaba de nuevo cuando la Organización de Estados Americanos editaba una obra en 1978 con motivo del bicentenario del nacimiento de San Martín, y en la portada reproducía un óleo en que se muestra en primer plano al caudillo de los Andes, y a su lado a su protector, en un gesto expresivo de la relación entre ambos y de la filantropía del marqués. Todo esto refleja la importancia que Aguado tuvo en el exilio del caudillo de la independencia suramericana. San Martín mismo lo explica en una carta diciendo de Aguado: "mi bienhechor [...] a quien le soy deudor de no haber muerto en un hospital de resultas de mi larga enfermedad". Tanto Aguado como San Martín pertenecen a la generación postilustrada, de la que también forman parte Simón Bolívar y Andrés Bello."
Aguado tenía entre sus antepasados judíos portugueses, pero fue suya la notable capacidad para los negocios. Si bien fue compañero de armas de San Martín en España contra las tropas de Napoleón Bonaparte, cuando los franceses tomaron Sevilla, él terminó de edecán del Estado Mayor del mariscal Jean de Dieu Soult, quien lo habilitó para el negocio de proveedor del Ejército.
Cuando Aguado se afincó en Francia, Aguado multiplicó su dinero como importador/exportador, más tarde ingresó al negocio de la Bolsa de París y él se asoció con 3 notables banqueros de origen judío, Achille Fould y Émile e Isaac Pereire.
Aguado fue muy hábil para refinanciar las deudas de España, en especial las obligaciones financieras con el Reino Unido, Francia y Holanda. Aguado impidió el default español y por eso se le otorgó el título de marqués de las Marismas del Guadalquivir aunque él era considerado “el hombre más rico de Francia”.
Aguado murió de un fulminante ataque de apoplejía en 1842. Pero en 1830, cuando San Martín regresó a Bruselas, lo designó su albacea testamentario y tutor de sus hijos, y heredero de todas sus alhajas y condecoraciones personales.
Aguado introdujo a su mundo en el que financiaba la Ópera de París y el Teatro de los Italianos, creó revistas -como la Revue de Paris- y diarios -como Le Constitutionnel-, presidió el Ateneo de París, y creó la más importante colección privada de arte de Francia.
El Estado argentino no se ocupó de San Martín tal como lo hizo el banquero Aguado.
En septiembre de 1842, José de San Martín le escribía al general Guillermo Miller: