El Fondo Monetario Internacional (FMI) suavizó la meta de reservas netas para Argentina, pero dejó en claro la exigencia que sigue en pie: el Banco Central (BCRA) deberá acumular dólares en un contexto donde el mercado cambiario se acerca al techo de la banda y todo indica que, en lugar de comprar, la entidad tendrá que salir a vender divisas para evitar más saltos del tipo de cambio.
PANORAMA COMPLICADO
FMI: Exige acumular dólares con un BCRA que ya se prepara para vender
El Fondo Monetario Internacional (FMI) suavizó la meta de reservas netas para Argentina, pero dejó en claro que la exigencia de comprar dólares sigue en pie.
Una meta recortada, pero igual de difícil
En la primera revisión del acuerdo, el FMI redujo en US$ 6.500 millones la meta de reservas netas para diciembre de 2025, ajustando el objetivo a un rojo de US$ 1.000 millones respecto de fines de 2024. Sin embargo, a pesar de este alivio en los números, el desafío operativo no se achicó: según estimaciones de Facimex, el Gobierno debería sumar US$ 4.447 millones en los próximos cinco meses para alcanzar la meta.
La particularidad es que este número no contempla los vencimientos en moneda extranjera que el Tesoro debe afrontar ni los desembolsos de organismos multilaterales, factores que podrían profundizar el desafío.
Dólar al borde del techo y reservas al límite
Mientras el FMI exige acumulación, el tipo de cambio mayorista se negocia en torno a los $1.361, muy cerca del techo de la banda de flotación que las autoridades económicas definieron informalmente.
En ese contexto, cualquier presión adicional podría obligar al BCRA a intervenir con ventas de divisas, complicando el objetivo de sumar reservas en un mercado donde el Central ya arrastra una posición vendida de US$ 5.000 millones en futuros.
El Fondo fue explícito en su informe: pidió al BCRA un esquema de compras de divisas “predecible y transparente”, citando modelos de Chile, Colombia y México.
La presión fiscal no cede
En paralelo, el FMI endureció la exigencia fiscal y el Gobierno deberá apuntar a un superávit primario de 2,5% del PBI en el mediano plazo, un ajuste que busca compensar la mayor carga de intereses que implicará volver a los mercados de deuda en 2026.
Si bien el staff report reconoció las acciones correctivas recientes (repo con el Central, colocación de Bonte 2030 y block trades del Tesoro por US$ 5.000 millones), el mensaje fue claro: el equilibrio fiscal debe sostenerse sin recurrir a privatizaciones como recurso de corto plazo.
Además, el financiamiento monetario será nulo a partir del 18 de julio, lo que restringe la capacidad de emisión para cubrir desequilibrios de caja.
Un mercado que no da tregua
El panorama se complica al observar la dinámica del mercado de futuros. Según Facimex, los contratos de dólar para diciembre de 2025 cotizan en $1.518, mientras que el spot se encuentra en $1.361. La brecha es mínima, lo que evidencia que el mercado no convalida una devaluación abrupta en el corto plazo, pero sí anticipa intervenciones que, lejos de ser “predictibles”, estarán marcadas por la necesidad urgente de frenar escaladas.
El informe también destaca que, pese a la corrección de las metas de reservas, la eliminación de las restricciones cambiarias (cepo) seguirá condicionada a la acumulación de dólares. Es decir, cualquier intento de flexibilización del mercado de cambios será inviable si el BCRA no logra recomponer su poder de fuego.
Los otros frentes que pide el FMI
El FMI fijó otros tres Structural Benchmarks para el segundo semestre de 2025 y 2026: la presentación de una reforma tributaria, una reforma previsional y la inclusión del déficit 0 en la Ley de Responsabilidad Fiscal.
La presión es doble: mientras desde el Fondo se exige claridad y compromiso en las reformas estructurales, el mercado local responde con tasas reales en pesos que rondan el 8,2% para 2025 y que, según las proyecciones, deberían caer a 5,3% en 2026.
Pero la baja en las tasas solo será sostenible si se ancla la expectativa de inflación, algo que hoy sigue siendo una incógnita.
La gran paradoja
La realidad operativa que enfrenta el BCRA es cruda. El organismo debería estar sumando divisas en un momento en que la demanda por cobertura cambiaria y la presión estacional de las importaciones amenazan con exigir intervenciones en sentido contrario.
La cuenta corriente muestra un déficit proyectado de 1,7% del PBI para este año, lo que obliga a que la acumulación de reservas se financie a través de la cuenta financiera: más deuda, más inversiones extranjeras directas.
El tiempo corre
Mientras tanto, el tiempo corre. La próxima revisión será el 23 de enero de 2026 y las metas a evaluar serán las de diciembre de 2025. El desafío no es menor: acumular reservas en medio de un mercado tenso, sin espacio para emisión monetaria y con la espada de Damocles del déficit financiero que, al sumar los intereses capitalizados, podría rozar el 1,2% del PBI.
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