Acerca del Cristinismo de 'Pepe' Mujica
Problema para Uruguay: su presidente José Mujica ha asumido posiciones más bien reduccionistas. Y Luis Almagro, su canciller, parece harto limitado en su comprensión de las relaciones exteriores de Uruguay. Además, ambos se empeñan en marcar diferencias con su antecesor, Tabaré Vázquez, en especial respecto de la Argentina. Un editorial del semanario Búsqueda, de Montevideo, que dirige Claudio Paolillo:
05 de enero de 2012 - 15:47
MONTEVIDEO (Búsqueda). El presidente José Mujica acusó a la oposición de fomentar un "falso nacionalismo anti-argentino", cada vez que critica la actitud del gobierno kirchnerista respecto aUruguay. Mujica advirtió, además, que eso podría perjudicar la llegada de turistas justo cuando está comenzando la temporada.
Sin embargo, ninguna de las críticas a las que aludió el Presidente -vengan de los partidos opositores o de otros lugares- parecen mostrar el exacerbado sentimiento xenófobo que él cree percibir. Al contrario:hay admiración hacia los ciudadanos argentinos que, sorteando los constantes escollos, siguen viniendo a Uruguay y hay fastidio hacia un gobierno argentino que, pese a sus gestos públicos, en los hechos hace poca cosa para mejorar las relaciones con Montevideo.
Al sostener que existe "anti-argentinismo", el Presidente demuestra que no está dispuesto a aceptar, al menos públicamente, cuál es el meollo del asunto: esto es, que hay problemas reales con Argentina, y que ellos son el resultado de políticas específicas que aplica su gobierno, que acaba de iniciar un 3er. período consecutivo.
Las críticas que Mujica cuestiona no están ni remotamente dirigidas a los argentinos, ni mucho menos pretenden crear un sentimiento hostil hacia ese pueblo. Se dirigen, sí, al gobierno que ocupa hoy la Casa Rosada. Y, por elevación, también se dirigen al Presidente y a su canciller Luis Almagro.
Los hechos muestran que los uruguayos más bien deberían estar agradecidos a esos miles de argentinos que, desde hace años, superan los diferentes escollos que les ponen sus gobernantes y siguen viniendo a Uruguay porque les gusta estar acá, disfrutan de nuestras playas y se entienden con el modo de ser uruguayo.
Ya desde los años en que Néstor Kirchner era Presidente había trabas contra la venida de argentinos a Uruguay, que se fueron agudizando a medida que se complicó el conflicto por la instalación de la planta de pasta de celulosa en Fray Bentos.
Kirchner solía advertir a la plana mayor de su gobierno que no sería bien visto que tomaran sus vacaciones en Uruguay. Efectivamente, algunos de los que colaboraban en su gobierno tenían la costumbre de veranear acá pero, por un úcase presidencial, debieron dejar de hacerlo. Es que las advertencias del entonces Presidente argentino a sus allegados tenían fuerza de ley.
El apoyo oficial a los que, desde Gualeguaychú, cortaron el puente internacional con Fray Bentos, complicó las cosas pues alentó a que la interrupción del paso fuera permanente durante varios años, y especialmente estricta durante los veranos.
Tal actitud enardeció a los uruguayos quienes, para su sorpresa, comprobaron cómo, temporada tras temporada, los argentinos seguían llegando. Ellos sorteaban como podían las dificultades y lasbravatas presidenciales de esta versión del peronismo, pero no dejaban de venir. Hubo durante esos años temporadas de un éxito extraordinario pese a los cortes y a la postura decidida del gobierno deTabaré Vázquez, contra el régimen de los Kirchner.
La situación se repite este verano, solo que ya no será por los cortes de los puentes sobre el río Uruguay sino por el dinero. A los argentinos se les limitar cambiar su propio dinero en otras monedas con lo cual se les hace difícil venir con lo que necesitan para pasar un tiempo en nuestras playas. El control cambiario fue impuesto apenas reasumió Cristina Fernández de Kirchner el 10 de diciembre. Que la fecha en que entró a regir el control coincidiera con el comienzo del verano será o no casualidad, pero el daño se hizo.
No es entonces un nacionalismo exacerbado desde esta orilla del Plata lo que está dañando al turismo, sino que el perjuicio proviene de las medidas que toma la Presidenta argentina. Y es con ella que están enojados la mayoría de los uruguayos, no con los turistas.
Una vez que comenzó a regir el control cambiario, se dispuso que, en los puestos fronterizos con Uruguay, hubiera patrullas con perros entrenados para impedir la salida de dólares. Al parecer, estos perros pueden olfatear dinero escondido y de ese modo se evita la fuga de dinero. Dinero, dicho sea de paso, que es de los viajantes, no del gobierno argentino.
Por lo tanto, existen controles reales que han detectado dólares y que funcionan en todas las salidas a Uruguay. Es el gobierno de la presidenta Kirchner que, con esa medida, perjudica al turismo. No son los críticos uruguayos, presuntamente "anti-argentinos". Estos perros no solo detectan a gente que, ante la falta de confianza, quieren sacar su capital del país, sino que detectan a los argentinos que, para pagar su alquiler, su estadía y su abastecimiento en Uruguay durante las vacaciones, solo pueden traer una partida suficiente de dólares. A estos también los paran en la frontera.
Al igual que con los cortes de los puentes, este conflicto perjudica a Uruguay, sin duda, pero antes aún enfrenta al gobierno de Argentina con sus propios ciudadanos. Es primero a ellos a quienes se les cercena su libertad de movimiento y su derecho a ahorrar dinero en la moneda que quieran.
Por eso, la admiración y agradecimiento que conrresponde extender a los miles y miles de empecinados argentinos que contra viento y marea siguen llegando a nuestras costas, en cambio no es merecida por el gobierno de la República vecina.
Año tras año los uruguayos han visto los continuos intentos del kirchnerismo por sabotear todo lo que pueda ser saboteado. Ahí sí hay un fuerte "antiuruguayismo" que quizás refleje, en algún recóndito pliegue de la conciencia, el oscuro deseo de someter a Uruguay como una provincia más.
Sea eso o no lo sea, los críticos que Mujica cuestiona no están más que advirtiéndole que la Presidenta argentina no tiene intención de mejorar las cosas con Uruguay. La actitud de quienes esto sostienen no es expresión de naconalismo sino sentido común puro. Haría bien el gobierno en prestarle atención.