“La Revoltosa es un sainete lírico de un acto, con libreto de José López Silva y Carlos Fernández Shaw, y música compuesta por el maestro Ruperto Chapí. Fue representada por primera vez el 25 de noviembre de 1897 en el teatro Apolo de Madrid. Fue dirigida por Ruperto Chapí”.
DRAMATURGIA RIOPLATENSE
La Revoltosa, sainete superado por Fernández, el del conventillo
El 'Bigote' Acosta listo para irse de gira con La Revoltosa o algún otro sainete que refleje a Alberto Fernández, nuestro Presidente del vodevil.
“El conventillo de la Paloma es un sainete festivo en un acto con tres cuadros, escrito por el dramaturgo argentino Alberto Vacarezza que fue estrenada el 5 de abril de 1929 en el Teatro Nacional por la compañía Lamarque-Charmiello”. Y… si, la hija del anarquista santafesino, la jovencísima Libertad Lamarque fue 'La Paloma'. La vida da vueltas en su empecinada imitación. Es la misma que tiene el entredicho con Evita.
Vacareza se inspira en aquel sainete lírico español, madrileño, para escribir el mas importante de los sainetes argentinos.
En las obras mencionadas una mujer domina la escena y a su alrededor juegan los personajes.
Argentina vive este sainete (lírico / festivo… según) durante el siglo XXI (“una mujer domina la escena y a su alrededor juegan los personajes”) y es lícito suponer que la biografía del siglo la incluirá. Tal vez no como desee, pero es inevitable que se juzguen estas dos décadas (tres… ¿serán tres…?) con la presencia estelar de “La Revoltosa” o “La Paloma”. Que sea un patio español o un conventillo el sitio donde la vida y el arte se confunden con nuestras biografías, porque es necesario aclararlo: estamos en el libreto y mas aplicado a los sucesos, cuidado, estamos en la actuación. Somos partícipes necesarios y eso, que se aplique a nuestras vidas, es simplemente por lo redondo: la vida imita al arte.
Fernández, que de él se trata, produce una fusión en la dramaturgia rioplatense. Se le deberá imputar, si de juicios se trata y de reconocer, si de historias del país es de lo que hablamos y escribimos, un fenómeno importante. Fernández incorpora a los Discépolo al sector Vacarezza.
Lo veía por televisión, en este papel de rebelde vocero del pensamiento ajeno, ya que él es una derivación sensacional, es el vocero del pensamiento ajeno, de CFK, claro está, y designa una portavoz que dice por él lo que ni él se atreve y termina - todo el sainete - en un clarísimo sistema de “teléfono descompuesto” donde todos recibimos mensajes y todos estamos con la línea abierta.
Lo veía por televisión cansado, componiendo mal su personaje. Observando a Fernández pensaba en el tango póstumo de Discépolo: Fangal. En esa letra tan descreída de la inocencia, en esa aceptación: si, me pasa, me pasa porque uno lo sabe e igual sigue. Aviso: siempre pasa.
Eso es Discépolo; uno que sabía pero no le importaba pero eso si: lo contaba. Sus personajes describen la obligatoriedad del destino. El sainete es descriptivo y el grotesco es introspectivo. Lo roto y quebrado está dentro dicen los Discépolo. La vida es así de sainetera, describe Vacarezza.
La primera estrofa de Fangal dice: “Yo la vi que se venía en falsa escuadra, se ladeaba, se ladeaba, por el borde del fangal. Pobre mina que nació en un conventillo con los pisos de ladrillo, el aljibe y el parral. Alguien tiró la banana que ella pisó sin querer y justito, cuando vi que se venía, ya decúbito dorsal... me la agarré.”
Discépolo habla de una relación que podría no haber sido pero que fue, no le demos muchas vueltas, una relación que es, que aún es. El texto sigue: “Fui un gil porque creí que allí inventé el honor. Un gil que alzó un tomate y lo creyó una flor. Y sigo gil cuando presumo que salvé el amor ya que ella fue quien, a trompadas, me rompió las penas. Ya ven, volví a la mugre de vivir tirao ¡Caray!...Si al menos me engrupiera de que la he salvao."
El remate, totalmente Discepoliano, no ofrece resquicios: “Esto dijo el “cusifai” mientras la “cosa” retozaba, retozaba, ya perdida en el fangal y él tomaba una ginebra desastrosa, entre curdas y malandras, en la mesa de aquel bar. Si alguien tiró la banana, él, que era un gil, la empujó, Y justito cuando vio que se venía, ya decúbito dorsal... se le prendió...”.
Según los mas avezados sobrevientes este y otro tango, que habla sobre Caín, los dejó inconclusos Enrique Santos Discépolo. Los Hermanos Expósito, Virgilio, junto con Homero, los terminaron.
El cantor que abrió las sesiones enojándose con los jueces de la corte (efigies, frisos egipcios) es un personaje correcto. Cumple con el texto.
Cuando Fernández, en su discurso, habló de su “porteñidad”, con el orgullo del recién llegado, la imagen de Discépolo surgió nítida. Sus fantasmas rondaban ese recinto en el que - justo es decirlo – nunca homenajearon a Discépolo del modo absoluto que el artista tuvo con su amor, por el peronismo y las clases populares. Discepolín fue incondicional con algo tan explícito como “Mordisquito”, que seguramente se reiría para cerrar, sobre Fernández, con lo suyo: …”a mi me la vas a contar…”
Sobre 1926 (falta tan poco para los 100 años) Enrique Santos Discépolo estrena en Montevideo, en el Uruguay, ”Que vachaché”, en una liviana comedieta. Ese es el tango que indica el camino de Enrique, como la obra Stéfano es la biografía del inmigrante en un país de inmigrantes y la escribe su hermano Armando.
El tango dice: “El verdadero amor se ahogó en la sopa, la panza es reina y el dinero es Dios…” eso dice la letra de aquel, su primer tango, que en otro punto advierte: …“ vos parecés, haciendo el moralista, un disfrazao, sin carnaval”. Tendría que revisar la foto de los participantes. Pero tal vez no la precise, oigo las letras de Discépolo cantándose solas en el recinto. El recinto suplió al patio español y el patio central de los conventillos.
El eje de su “porteñidad” en Fernández es raro, una contradicción muy notoria, como raro resultaba verlo exultante diciendo lo que dijo sobre la capital del país, advirtiendo que le va a quitar dinero para sus obligaciones como Estado, simplemente porque es de otro signo político.
Es tan miserable su actitud (recordar, el es vocero de La Paloma y La Revoltosa) que no hay modo de entender diferente la índole del enojo pese a que la pregunta es necesaria: ¿Si Buenos Aires tuviese un gobierno “peronista”, sucedería…? No me pregunte sobre contrafactismo, apenas si soy periodista.
- Donde la situación tuvo un vuelco, que considero peor que su contradicción sobre la Capital que el Mundo admira y quiere visitar, es en el protocolo.
- Fernández es el Presidente de los Argentinos, decidido por la dueña del sainete y consagrado por el voto popular.
- La Democracia le otorgó el deber y el derecho de gobernar y por su intermedio todos somos gobierno (el pueblo no delibera ni gobierna sino por medio… etc).
Detrás de Discépolo y su fantasma rondando la mesa frente a la que estaba sentado, junto a otras autoridades, que claramente convocaban a los versos ya transcriptos, faltaba redefinir para quien hablaba entonces. En rigor no faltaba. El hablaba para Ella. Este sainete es su obra… se insiste: Argentina vive este sainete (lírico / festivo… según) durante el siglo XXI (“una mujer domina la escena y a su alrededor juegan los personajes”) y es lícito suponer que la biografía del siglo la incluirá.
Discépolo (Armando) advierte: “la vita… e troppo bella para que la vita sea una ilusione”… eso en Stéfano. Hoy resultaría mas correcto que cantase su reproche con el texto de Enrique: ”Caray, si al menos me engrupiera de que la ‘e salvao”…
El conventillo se ríe, ni la Revoltosa ni La Paloma pueden agradecer a los tontos enamorados, está en la caracterización que impone el libreto y el género: sainete.
Éxito en Buenos Aires. Pronto de gira por el interior, elenco completo.
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