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COPAJU, plan del Papa para influir en la Justicia regional

El papa Francisco ha reorganizado su estrategia judicial regional a partir de la exCOPAJU. Aquí un análisis.

La organización de magistrados Comité Panamericano de Juezas y Jueces por los Derechos Sociales y la Doctrina Franciscana tuvo su origen en la Ciudad de Buenos Aires, cuando Bergoglio era el cardenal del Arzobispado de Buenos Aires, se afianzó en 2018 con un encuentro regional en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires.

Pero el COPAJU fue creado formalmente en el Vaticano, en junio de 2019 con la participación de 120 magistrados convocados por Bergoglio, ya pontífice de los católicos apostólicos romanos, en la sede de la Pontificia Academia de las Ciencias Sociales. Hoy tiene capítulos nacionales en Argentina, Chile, Colombia, Perú, Brasil, México, USA y Paraguay.

Para el período 2023-2028 fue designado presidente del COPAJU el juez Roberto Andrés Gallardo, de la Ciudad de Buenos Aires; detrás la jueza Ana Algorta Latorre -del Brasil-, y el magistrado Gustavo Daniel Moreno -también de la Argentina-; vocales los jueces

  • María Julia Figueredo Vivas, de la República de Colombia,
  • Tamila Ipema, de USA;
  • Daniel Urrutia Laubreaux, de Chile; y
  • Janet Tello Gilardi, del Perú.

Para el período 2023-2028 fue designada una Junta Académica Fundadora del citado Instituto: Raúl Eugenio Zaffaroni, Alberto Filippi y Marcelo Suárez Orozco.

Ni Gallardo ni Zaffaroni son conocidos como devotos católicos. Gallardo tiene raíces en el marxismo leninismo; Zaffaroni no es ni monaguillo ni iconoclasta. Ambos se encuentran en el lado opuesto, por ejemplo, a la Corporación de Abogados Católicos. En el caso de Zaffaroni, es muy controvertido no por su condición de gay desde tiempos en que era complicado asumirse como tal, sino por una cantidad de acciones tanto de su vida privada como pública.

La periodista Karina Mariani escribió en La Gaceta de la Iberosfera, con el título 'El papel de Zaffaroni y la red jurídica del Vaticano para influir en América'. Más allá de lo que se refiere en ese texto a lo individual de ambos juristas argentinos, Urgente24 rescata la idea del proyecto general de la COPAJU que refleja un proyecto ambicioso del líder de los católicos apostólicos romanos. Si bien hoy día ese culto ya no es mayoría absoluta en la región, gracias al crecimiento persistente de otras manifestaciones cristianas tales como las Asambleas de Dios, sigue siendo de referencia, en especial en la Argentina, donde tiene protección económico-financiera en la Constitución Nacional, el Concordato vigente y varias leyes.

Aquí un fragmento del texto de Mariani:

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Papa Francisco y algunas ideas de su proyecto Instituto de Investigaciones Jurídicas Fray Bartolomé de las Casas.

Papa Francisco y algunas ideas de su proyecto Instituto de Investigaciones Jurídicas Fray Bartolomé de las Casas.

"Desde el año 2019, el Vaticano está tejiendo una multinacional jurídica, cuyo objetivo sería influir sobre las decisiones políticas y judiciales de todo el continente americano.

Si bien es cierto que Bergoglio viene tendiendo líneas de acción netamente ideológicas, sin relación con la cuestión religiosa en países, organismos multilaterales, organismos del tercer sector, medios, etc, este proyecto es mucho más ambicioso e influyente.

La izquierda adora las organizaciones supranacionales, sus cumbres, encuentros y agendas, pero parece que al Papa no le alcanza con influir en las existentes, que son muchísimas, y ha decidido darse el gusto de tener la propia, a su imagen y semejanza. Así nace el Comité Panamericano de Juezas y Jueces por los Derechos Sociales y la Doctrina Franciscana (COPAJU), que, según su director, el Juez Roberto Gallardo “se trata de una herramienta genuina y necesaria para las y los jueces de las 3 Américas, en su carácter de organización ecuménica de magistrados, comprometida con los Derechos Sociales y la Doctrina Franciscana que nuclea, organiza y defiende a los jueces que velan por la dignidad humana y la integridad planetaria”.

Y si bien el COPAJU se venía conformando desde hace un tiempo, a fines de esta semana se conoció la noticia de que el Papa Francisco creó bajo la órbita del comité al Instituto de Investigaciones Jurídicas Fray Bartolomé de las Casas.

A la cabeza del instituto que designó a Eugenio Raúl Zaffaroni, el más firme defensor de Cristina Kirchner, y más importante divulgador del chavismo jurídico. Si la intención era prestigiar el nuevo organismo, se podría pensar que alguna nube pasajera nubló la santa razón de Francisco. En cambio, si entendemos que Bergoglio es un hábil político y operador ideológico, la maniobra de estos nombramientos debería encender varias alarmas.

La florida trayectoria de Zaffaroni es, en sí misma, una confesión de parte. Fue nombrado juez durante la última dictadura y juró “observar y hacer observar los objetivos básicos fijados por el Estatuto para el Proceso de Reorganización Nacional”. (...)

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Gracias a las conexiones obtenidas durante esa expansión, en enero de 2016 pasó a integrar la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) hasta el 2022. Se hizo famoso, cuando los vientos socialistas soplaban fuerte, por defender fervientemente el 'abolicionismo', teoría clave que presagiaba a la ideología woke, que considera que el delincuente es una víctima de la sociedad, que el delito es una creación política, que el proceso penal es una herramienta de los dominadores y que el Estado no está legitimado para imponer penas.

Sus sentencias son famosas en este sentido, una de las cuales argumentaba que, en el caso de un individuo que obligó a una niña a hacerle sexo oral, no había habido violación porque el hecho había ocurrido con la luz apagada.

(...)

El objetivo del Papa Francisco para convocar a estos caballeros a la cabeza de un ejército de decenas de magistrados, catedráticos, políticos y exjueces es digno de análisis.

Según se lee en las plataformas oficiales, Bergoglio busca “generar una herramienta de carácter permanente que tenga por objeto central propender a la exigibilidad y justiciabilidad de los derechos económicos, sociales, culturales y ambientales, en pos de la eficacia de tales derechos en favor de las personas más vulnerables” mediante “acciones positivas destinadas a promover y proteger el ejercicio, disfrute pleno y permanente de los derechos económicos, sociales, culturales y ambientales”.

Parece politiques, pero no. Desde que se empezó a conformar la institución COPAJU ya “ha desarrollado una prolífica tarea en Argentina, Chile, Colombia, Perú, Brasil, México, Estados Unidos y Paraguay, y se encuentra en permanente expansión por el resto del continente americano”, destacándose acciones como las del grupo de abogados liderado por Zaffaroni que intentó liberar a Pedro Castillo tras el golpe de Estado que cometió el pasado diciembre.

La estrategia del Papa

En 2019, en medio del descomunal asalto organizado por la izquierda al gobierno chileno de Sebastián Piñera, COPAJU sostuvo que la violencia era originada por procesos económicos de ajuste y expoliación, y añadió que esa violencia generada por el propio poder público estaba armada para reprimir a las víctimas de la presión económica.

COPAJU también sostuvo que el “Estado chileno y su Gobierno son los únicos responsables por las violaciones a los derechos humanos en las principales ciudades de ese país”.

Durante el gobierno de Jair Bolsonaro, el COPAJU elevó su “preocupación” al Santo Padre, para que actúe en el marco de sus objetivos y de sus funciones, solicitando a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos que con carácter de urgente adopte medidas cautelares para salvaguardar debidamente el medio ambiente: “llegamos a la conclusión de que hay una suerte de dejar hacer por parte del Ejecutivo brasileño, como una forma de permitir que grupos vinculados con la agricultura, ganadería y la explotación forestal”

El ordenamiento democrático y republicano pareciera quedar en entredicho a la vista de la forma en la que los directores del organismo diseñado por Jorge Bergoglio, entienden la división de poderes, la soberanía de los países, la voluntad popular y las particularidades jurídicas de las naciones.

Cuesta saber si el Papa entiende los alcances y objetivos del cargo que ostenta o si en realidad aspira a algo más.

Para abundar en las aspiraciones de poder de el Santo Padre, es conveniente leer la carta fundacional del COPAJU, la Declaración de Roma, que contiene párrafos esclarecedores: “Nos asiste una profunda preocupación por el deterioro de los sistemas normativos nacionales e internacionales y en particular por la degradación en el ejercicio universal de los derechos económico, social y culturales”, “advertimos que el actual sistema económico mundial poco y nada hace para preservar el equilibrio ambiental, coadyuvando en esta forma a una degradación integral de la existencia humana”, “que los Estados (…) modifiquen su política presupuestaria logrando ecuaciones más equitativas y justas”.

Por supuesto que no podía faltar la omnipresente Agenda:

  • "Hacemos un llamado a todos los países para que alcancen los objetivos de desarrollo sostenible de la ONU".
  • "Hacemos un llamado a todos los países para que tomen medidas decisivas para cumplir los objetivos del acuerdo climático de París, que son vitales para la supervivencia y el bienestar humano, especialmente para los pobres y las generaciones venideras". "Entendemos que no hay posibilidad de vivir en paz y democracia en procesos políticos y sociales en los que se profundicen el descarte de las personas y la destrucción del medio ambiente".
  • "Resaltamos que los sistemas de comunicación concentrados actúan para presionar a los poderes públicos y hacen peligrar la institucionalidad al sustituir los poderes públicos mediante operaciones mediáticas de dudosa legitimidad".

Jorge Bergoglio no eligió a cualquiera para moldear su poderosa estructura de lobby, no sólo eligió representantes de la izquierda más radicalizada, sino que no tuvo empacho en ingresar a la plana vaticana a los personajes más cuestionados por su trayectoria política, profesional y ética. Como brazo jurídico del Socialismo del Siglo XXI, él eligió voceros que le aseguren (a toda velocidad) la capacidad de influir en los procesos judiciales que los mandatarios puedan enfrentar si la voluntad democrática de los pueblos les es adversa. Asimismo, con el COPAJU se asegura la imposición de la agenda izquierdista más allá de la independencia judicial de cada país. Jorge Bergoglio no eligió a cualquiera para moldear su poderosa estructura de lobby, no sólo eligió representantes de la izquierda más radicalizada, sino que no tuvo empacho en ingresar a la plana vaticana a los personajes más cuestionados por su trayectoria política, profesional y ética. Como brazo jurídico del Socialismo del Siglo XXI, él eligió voceros que le aseguren (a toda velocidad) la capacidad de influir en los procesos judiciales que los mandatarios puedan enfrentar si la voluntad democrática de los pueblos les es adversa. Asimismo, con el COPAJU se asegura la imposición de la agenda izquierdista más allá de la independencia judicial de cada país.

No es casual la incorporación de Zaffaroni en su proyecto, no por nada el polémico juez describe así su filosofía:

"Cada sentencia es un acto político. Mentira que podemos ser neutrales, mentira que podemos ser imparciales. No podemos ser ni apartidarios ni aideológicos, porque no hay ningún ser humano que sea así, y si lo hay, es un ser patológico, no es un juez. Asumamos nuestra responsabilidad, tengamos conciencia de lo que debemos hacer y sigamos luchando."

Zaffaroni, el juez preferido del kirchnerismo, tiene ahora por decreto de Bergoglio, cargo propio dentro de la Iglesia Católica como cuidador de los valores del Socialismo de Siglo XXI."

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