Arabia Saudita, estado islámico de mayoría sunita que firmó un monumental acuerdo de Defensa con Donald Trump, y que ha sido considerado por Israel como ciertamente amigable —o al menos no conflictivo ni amenazante como Irán y sus proxyes chiitas— está a punto de tener relaciones carnales con el régimen del ayatolá. Este último, en su momento, acusó a Riad de “traidor” por su acercamiento al Estado judío.
NO MÁS ENEMIGOS
Arabia saudita, relaciones carnales con Irán, jamás de rodillas ante Israel
Arabia Saudita e Irán, de rivales a aliados contra Israel y la injerencia estadounidense extrema.
Es que, previo a la escalada de violencia en Medio Oriente desatada con el ataque de Hamás del 7 de octubre, la dinastía saudita había estado coqueteando con Tel Aviv y se especulaba con su eventual adhesión a los Acuerdos de Abraham, firmados en 2020, que restablecieron relaciones diplomáticas entre Israel y varios países árabes, como Emiratos Árabes Unidos, Baréin, Sudán y Marruecos, un punto de grieta entre la comunidad árabe sunita y la chiita, la cual concibe a el gobierno judío como un ente sionista y un adversario.
Esta aproximación generó una grieta dentro del mundo islámico, entre la comunidad sunita —más abierta al diálogo con Occidente— y el bloque chiita, que concibe al gobierno israelí como un ente sionista y un adversario irreconciliable.
Esa fractura en el mundo árabe, provocada por el acercamiento de sectores sunitas a Israel y a Occidente, habría llegado a su punto de quiebre con el ataque perpetrado por la milicia palestina Hamás —de orientación sunita, pero financiada por el régimen chiita de Teherán— contra territorio israelí.
Aquella ofensiva terrorista de Hamás habría puesto fin a los diálogos no oficiales entre Riad y Tel Aviv. Algunos analistas especulan que el atentado fue una maniobra estratégica del eje chiita, no solo para expulsar al Estado judío de las tierras árabes, sino también para sabotear el incipiente acercamiento entre la monarquía saudí e Israel, y al mismo tiempo buscar una nueva cohesión dentro del mundo árabe.
Arabia Saudita prefiere a Irán antes que arodillarse a Israel
Desde aquel 7 de octubre de 2023, que encendió un nuevo fuego cruzado en Medio Oriente, el gobierno de Arabia Saudita se ha replegado hacia su comunidad árabe y ha reafirmado la necesidad de la existencia de un Estado palestino con sede en Gaza, tomando distancia nuevamente de Israel, con cuya dinastía alguna vez había coqueteado.
En ese sentido, el realineamiento de Riad con sus antiguos archirrivales chiitas como Irán, ha comenzado a incrementarse aún más tras la ofensiva conjunta de Estados Unidos e Israel contra el programa nuclear persa.
La Operación Martillo de Medianoche, liderada por Washington, y la Operación León Ascendente, ejecutada por Tel Aviv, bombardearon unas 73 instalaciones nucleares y cuarteles militares en territorio iraní, además de atacar directamente a científicos atómicos y altos mandos del régimen del ayatolá
Este asediolha llevado a la dinastía saudí a reflexionar sobre las posibles consecuencias si, en algún momento, la Casa Blanca o el Knéset israelí llegaran a acusarlos —como han hecho con Irán— de estar enriqueciendo uranio con fines militares.
Además, los ataques estadounidenses e israelíes en el sur del Líbano, así como los lanzados contra distintos focos en Siria —antes del advenimiento del nuevo poder en Damasco— han llevado a Riad a considerar que su propio territorio podría convertirse en un blanco fácil.
Temen, por cierto, que la comunidad internacional decida mirar hacia otro lado ante una eventual violación del Derecho Internacional Penal y de los tratados internacionales, como lo han venido haciendo con los excesos de Washington y Tel Aviv.
A pesar de que Arabia Saudita esté reculando, los gobiernos de Donald Trump y Benjamin Netanyahu siguen con oídos sordos y continúan considerando a Riad como un aliado estratégico en medio de la creciente hostilidad en el Golfo Pérsico, donde los hutíes, Hezbolá y Hamás —todos proxies de Irán y quienes realizan atentados terroristas— permanecen al acecho.
En ese sentido, el gobierno estadounidense y el israelí no estarían teniendo en cuenta que los planes del reino saudí cambiaron fuertemente el 7/10/23, cuando el príncipe heredero Mohammed bin Salman condenó la ofensiva israelí en Gaza —pero no así al atentado de Hamás sobre el suelo israelí— y reactivó extraoficialmente la reconciliación con Irán, su rival histórico.
“Los países del Golfo mantendrán su acercamiento a Irán. Es una política inteligente con su mayor vecino del otro lado del Golfo”, declaró al Financial Times una persona familiarizada con la postura del gobierno saudí. “Pero esto reduce la probabilidad de normalización con Israel y fortalece a Arabia Saudí para lograr sus objetivos en el caso palestino”, agregó.
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