El economista que acompañó a Roberto Lavagna en la negociación con el FMI a comienzos del siglo y que luego fue su representante técnico en el BCRA suena por estas horas como el viceministro de Economía de Sergio Massa. Gabriel Rubinstein viene advirtiendo desde hace tiempo por los encajes, pronosticó la crítica escasez de reservas que iba a ocurrir a partir de junio y proyectó un 90% de inflación anual en 2022.
FERVIENTE ANTI-CFK
¿Gabriel Rubinstein viceministro? Y hay interna por Energía
El representante técnico en el BCRA del entonces ministro de Economía Roberto Lavagna suena ahora como el viceministro de Sergio Massa en Economía.
El técnico experto en programación monetaria dijo hace 4 días en el canal de noticias por cable del Grupo Clarín, TN, que si esto sigue así, "hay riesgo de hiperinflación".
Durante 8 años estuvo en Duff & Phelps, la calificadora de riesgo con sede en Chicago, fue director ejecutivo en Argentina y miembro del comité de riesgo sobrerano con sede en New York, hasta que la empresa se vendió a su competidora Fitch.
Tras la megadevaluación de Brasil de 1999 advirtió riesgos importantes para la economía argentina y en ese momento se sumó a los economistas locales que propuso dolarizar. Él escribió un libro sobre el tema, titulado "Dolarización, Argentina en la aldea global".
En 2004 fue designado director ejecutivo de la Bolsa de Comercio de Buenos Aires y en 2006 creó su propia consultora, Gabriel Rubinstein & Asociados.
Luego de considerar que lo que se llamó como Efecto Massa estuvo acompañado por el comportamiento de los mercados emergentes a partir de las últimas medidas de la FED, Rubinstein subrayó que la llegada de Massa al Palacio de Hacienda fue interpretado como una señal al mercado de que hay un acuerdo político suficientemente sólido en el oficialismo "para que él despliegue". "Vino alguien con el poder político que no tenía Silvina Batakis", había elogiado en TN.
"No siempre se da así pero acá lo urgente y lo importante es lo mismo: terminar con el desequilibrio fiscal. Hay países que no tienen ese problema porque tienen capacidad de financiamiento. Argentina no tiene posibilidades de acceder al mercado internacional, no tenemos reservas, no tenemos capacidad de endeudamiento en pesos. Entonces, Argentina se quedó sin financiamiento. Cuando eso ocurre, no te queda más remedio que gasta solo lo que te entra, que era un poco la idea de Batakis", insistió.
"La inflación funciona como un impuesto y, más allá de la recaudación nominal porque depende de cómo tengas los gastos y si están indexados, el beneficio es que el ajuste ya existe, pero acá nosotros estamos en el ajuste no civilizado, que es cobrar grandes impuestos inflacionarios porque es más fácil políticamente. Entonces, cuando hablamos de que queremos menos impuesto inflacionario, también estamos diciendo que va a haber más impuesto en las tarifas, por ejemplo, o bajamos los gastos.
Por lo tanto, lo que tenés que decidir es una cuestión política no económica. Es decir, o le saco a todo el mundo con el impuesto inflacionario que, de hecho, los pobres lo pagan más porque es muy regresivo, o le saco directamente a alguien y eso tiene nombre y apellido: o le saco el plan social a tal o le bajo la jubilación al otro o le cancelo la obra pública a tal tipo o tengo que bajar las tranferencias a las provincias. Para eso está la política; para dirimir estas cuestiones y administrar", graficó.
"Yo calculé $6.000 por mes que cada argentino votante pone para pagar el impuesto inflacionario", simplificó en una charla muy interesante con los periodistas Paula García y Adrián Ventura.
Consultado sobre un tipo de cambio diferencial para exportadores, Rubinstein no dudó: "El núcleo de un programa tiene que ser el equilibrio fiscal y, una vez que lo logres, empezás a tener más capacidad de acción. Después, en la parte cambiaria puede pasar que vos tengas el plan A, B, C o D. Al final del camino, deberías unificar el tipo de cambio".
"Ahora, lo notable del kirchnerismo es que esa economía la tenía Néstor Kirchner: un dólar único, superávit fiscal, superávit externo, dólar alto, salarios relativamente bajos, la economía crecía al 6% o 7%, la inflación era del 5% anual. Era una economía virtuosa. Ahora, se supone que Cristina no está contra Néstor", disparó.
De acuerdo a la periodista Silvia Mercado, también se ofreció el cargo a la economista cercana a la Unión Cívica Radical (UCR), Marina dal Poggetto, pero ella no aceptó.
"Un ajuste fiscal robusto no sería recesivo"
El consultor también sugirió que el plan del nuevo ministro "debería apuntar a una inflación mucho más baja". "No conformarse con el 4 o 5% mensual, ahí vas a teclear. Pero eso depende del ajuste fiscal", dijo.
Para Rubinstein, un ajuste fiscal "robusto" eliminaría la inflación porque "te garantiza que no va a haber nueva emisión y ahí empezás a ordenar la economía".
"Hoy es virtuoso hacer el ajuste fiscal que te permita eliminar la inflación, pero hay que ver si el gobierno lo ve de esa manera", dijo.
Según Rubinstein, en este momento se dan "las mejores condiciones" para un ajuste fiscal fuerte. "Hoy todos los beneficios económicos y políticos de darle a la maquinita no existen. Tenés una angustia muy grande y una situación muy complicada, y llegaste al colmo de tener que paralizar la producción por falta de insumos. El esquema que venía hasta ahora es de lo peor: es mucha inflación y recesión", explicó.
"El cambio de expectativas que te generaría estabilizar la economía rápidamente se transformaría en una situación de mucha confianza y de un cierto ingreso de capitales, no una lluvia de inversiones, pero sería un poco de confianza en el esquema. Rápidamente verías estabilidad y reactivación", sostuvo.
En cuanto al tema cambiario, Rubinstein se pregúnto "cuánto se puede reacomodar si hay ajuste". "Si vas a un ajuste fuerte, podés bajarlo más, y después se verá si vas a un crawling peg más acelerado o si tenés que hacer una devaluación o qué".
El economista consideró que en un escenario en el que "ya tenés algunos dólares que consigas y un ajuste fiscal creíble" se podría realizar una corrección del tipo de cambio que lleve la brecha "al 30 o el 40%".
"Tenés que devaluar con un ajuste creíble, porque si es sólo enunciativo, el mercado va a desconfiar mucho, porque va a ser un combustible permanente para el blue o el contado con liquidación", dijo.
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