Para Gustavo Marangoni era la pregunta del millón. “¿Cuánto aguantará la gente? El que tenga la respuesta tiene el Gordo de Año Nuevo”, comentaba el analista político hacia fines de 2023. La conversación giraba alrededor de cuál será la tolerancia social que tendrá el programa de shock que propone Javier Milei. La consultora Traspuntozero intentó darle respuesta a la incógnita y su encuesta que se conoció en los últimos días (relevada en diciembre) arrojó que la “paciencia ciudadana”, en su mayoría, se estiraría hasta 1 año en espera de resultados positivos del plan económico libertario. Esa tolerancia no es uniforme: mientras casi un cuarto de los consultados le daba al gobierno un plazo de entre 6 a 24 meses para evidenciar las mieles del ajuste, casi el 20% quería verlas de inmediato, dentro del primer mes de gestión mileista, que se cumplirá en los próximos días. Los menos pacientes, que ya en diciembre reclamaban resultados entre 1 y 6 meses desde la asunción del nuevo Ejecutivo, acumulan en la encuesta que dirige Shila Vilker un 42%. Los que, en cambio, podrían esperar hasta 2 años sumaban el 16%, mientras que los que mostraban una tolerancia superior a ese lapso, incluidos los que podrían aguardar el mandato completo, sumaban apenas el 6,7%, cifra que reflejaría al votante más duro del oficialismo.
PANORAMA
Milei se debate entre la tolerancia social, el Congreso y los tribunales
El Presidente promete resultados para dentro de 15 años, cuando las urgencias de hoy son las que moldean el humor ciudadano.
Varios frentes abiertos para Javier Milei.
La paciencia ciudadana que exhibe la encuesta Trespuntozero contrasta de sobremanera con las estimaciones que hace el propio Milei respecto de cuándo se verán las presuntas consecuencias virtuosas de su programa de ajuste y reformas. “Las ves en 15 años; tus hijos y tus nietos van a vivir maravillosamente bien”, dijo días atrás el Presidente en una entrevista con FM Delta. Claro que se refería al largo plazo, algo en lo que la gran mayoría de la ciudadanía no está pensando, dado que tiene que enfrentar urgencias económicas hoy. El aumento de los alimentos, de los combustibles, de los alquileres, de las prepagas, del transporte público y inminentemente de las tarifas de luz y gas erosionan un poder adquisitivo que durante este año volvería a perder contra la inflación. Milei promete la panacea para dentro de 3 lustros, pero la paciencia ciudadana anticipa un recorrido mucho más corto. Milei parece olvidar que el próximo año deberá someterse a las elecciones de medio término, que operan como revalidación o rechazo del gobierno de turno. Para entonces deberá tener sobre la mesa algún estímulo para que el humor social lo acompañe. Un sendero consistente de desinflación será un factor determinante, pero también los niveles de empleo y consumo, un combo difícil de administrar cuando el plan contra los precios sería el de una recesión profunda. Ya habría signos de ese parate: empresarios del transporte que llevaron cargas a Brasil se encontraron con que no había allí despachos con destino a la Argentina, lo que revelaría un derrumbe de las importaciones, síntoma inicial de la contracción de la actividad económica.
El ritmo de la suba de precios sería el principal termómetro del humor social. Hay quienes estiman que el proceso de desinflación debería comenzar a consolidarse por lo menos desde mediados de año. Será determinante la estabilidad del dólar. En diciembre el Banco Central apreció un 120% el tipo de cambio, lo que condujo a una inflación que ese mes se habría ubicado en torno al 30%. El rezago con el que actúa la devaluación implicaría que en enero también la variación de precios se ubique alrededor del 20%. Desde allí, esperan en el Gobierno, se produciría una desaceleración que llevaría el índice a un dígito en los próximos meses. Pero hay dudas respecto al dólar. El plan de Luis Caputo incluye una depreciación administrada del peso del 2% mensual, lo que genera sospechas de que en breve la devaluación podría ser nuevamente reabsorbida por los precios creando las condiciones para una nueva corrección cambiaria o al menos una aceleración del crawling peg. Sumado al ajuste de los precios relativos, esto podría derivar en una nueva disparada inflacionaria.
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Son estos elementos muy concretos los que sigue la ciudadanía para evaluar su proximidad o distancia a un gobierno. En el dispositivo libertario, sin embargo, están más concentrados en relatos épicos, casi de refundación, como el que repite a diario el vocero Manuel Adorni, quien ahora además pretende generar animosidad contra los periodistas que le hacen preguntas que no le gustan. Así fue interpretado el recorte de una conferencia de prensa que el portavoz difundió a través de la cuenta oficial de la Vocería en el que le responde con tono aleccionador al periodista acreditado por FM La Patriada Fabián Waldman. Esto mereció un llamado de atención por parte del Foro de Periodismo Argentino (FOPEA), que instó a Adorni a “mantener distancia y respeto por el trabajo profesional de los periodistas y evitar la utilización de canales oficiales para ridiculizar su labor".
Milei respalda sus objetivos de gobierno en el decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) que aplicó un sinnúmero de desregulaciones a la vez que derogó leyes, y en el proyecto de la denominada ‘Ley ómnibus’, con otras tantas reformas. El primero sufrió un revés esta semana cuando, por un lado, la Cámara del Trabajo suspendió con una cautelar los efectos en materia laboral del DNU, en el marco de un pedido de inconstitucionalidad pedido, cada uno por su lado, la CGT y la CTA; y por el otro la justicia en lo Contencioso Administrativo admitió estudiar la legalidad del decreto en su totalidad durante la feria y desarmó el amparo colectivo con el que el Ejecutivo creía que podía concentrar todos los reclamos y desactivarlos de una sola vez. El juez Enrique Lavié Pico, en cambio, desvinculó los expedientes uno de otro con lo que permitió que cada pedido se estudie en el fuero en el que fue presentado. Así, lo que se tramite en la justicia laboral, por ejemplo, continuará allí, a menos que la Corte Suprema resuelva lo contrario, dado que se trata de un fallo de cámara, apelable sólo ante el máximo tribunal.
El DNU fue enviado por el Ejecutivo al Congreso. Allí debe ser tratado por una comisión bicameral que aún no fue conformada. Los senadores ya fueron designados, pero una disputa en Diputados entre el oficialismo y Unión por la Patria por los lugares que les corresponde a cada uno traba la constitución del cuerpo de 16 legisladores. Esta pulseada termina siendo funcional a los intereses de la Casa Rosada, que tiene como estrategia principal que el DNU nunca sea tratado y así, por default, quede ratificado. De todos modos, necesita la negativa de ambas cámaras para que cese su vigencia.
En cuanto a la ‘Ley ómnibus’, el principal punto de rechazo opositor es la delegación al Presidente de facultades del Congreso. Milei no quiere ceder en ese punto. Lo cree vital para que su gestión tenga norte. Está dispuesto, en cambio, a conceder otras modificaciones, como la que consiguieron Ignacio Torres, gobernador de Chubut -a instancias de los mandatarios patagónicos- y el intendente de Mar del Plata, Guillermo Montenegro, en relación a la ley pesquera. También desde el bloque de La Libertad Avanza anticipan modificaciones en el artículo que de forma totalitaria demanda autorización para que 3 personas o más se reúnan en la vía pública. "Tengo dos hijas y mi señora, ya cuatro no vamos a poder caminar por la vereda. Seguramente se modificará si lo tenemos que hacer", declaró Oscar Zago, jefe de los diputados libertarios, admitiendo lo absurdo de esa pretendida modificación.
Milei quiere la ley sancionada para cuando concluya el período de sesiones extraordinarias, el 31/01. En Diputados podría llegar al recinto el 25/01, lo que deja apenas 6 días para que, en caso de tener media sanción, llegue al Senado, sea debatido en comisiones y luego se vote en el hemiciclo. Los tiempos son ajustados, pero en el Gobierno dicen que no extenderán las extraordinarias. Si el proyecto no sale del Congreso como quiere, Milei ya amenazó con llevar adelante una consulta popular, creyendo que la ciudadanía apoyará sus iniciativas como antes lo apoyó en el balotaje. Podría ser un arma de doble filo: si el humor social adquiere rasgos negativos porque las mejoras económicas no llegan, le será difícil al Ejecutivo escindir el paquete de reformas de su propio prestigio, transformando ese eventual plebiscito en uno sobre la marcha del Gobierno, adelantando esa instancia prevista para 2025.
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