Es muy probable que Axel Kicillof resulte reelecto como gobernador de la provincia de Buenos Aires el próximo 22/10. Las encuestas lo favorecen y, lo que sería decisivo, la oposición competitiva está fragmentada, facilitandole un escenario en el que sólo le bastará tener un voto más que su adversario inmediato para asegurarse un nuevo período de 4 años en la Calle 6 de La Plata. Menos probable parece ser que el exministro de Economía de Cristina Kirchner conduzca una renovación dentro del peronismo que fulmine ciertas prácticas asociadas a la corrupción estructural. Es cierto que Kicillof no tiene acusaciones en la justicia por malversar caudales públicos y que se le adjudica una forma de vida austera. Pero su actitud frente al escándalo desatado que le costó el cargo de jefe de Gabinete provincial y varias denuncias en la justicia federal a Martín Insaurralde abre un interrogante sobre la tolerancia del gobernador con la corrupción, un mal sistémico de la Argentina.
PANORAMA
Con Axel Kicillof, la canción es siempre la misma
El gobernador pidió componer "nuevas canciones" para el ideario K, pero con el caso Insarrauralde pareció quedar entrampado en la eterna tolerancia de su espacio con la corrupción.
El gobernador postuló la necesidad de componer “nuevas canciones” , una renovación para el ideario kirchnerista. Pero con el comportamiento que mostró en el caso Insarrauralde parece quedar entrampado en los viejos hits de su espacio político: los menos felices, que tienen que ver con su eterna asociación e indulgencia con la corrupción. En ese aspecto, como decía Led Zeppelin, la canción sigue siendo la misma. Kicillof echó a Insaurralde, pero en sus siguientes apariciones intentó minimizar el caso y evitó hablar de la comisión de delitos. De hecho, Carlos Bianco, su mano derecha en la gobernación, redujo el escándalo de Marbella a un mero entredicho “ético”. Insaurralde, mientras tanto, está imputado por enriquecimiento ilícito y lavado de dinero, tipificados en el Código Penal. No en uno moral.
Kicillof, y se lo dijo al diario El País de Madrid, lo que en realidad lamenta es que el affaire del yate y Sofía Clerici haya ocupado la centralidad de la campaña electoral. “Ahora es el único tema”, se quejó. El gobernador también evita decir en público que le pidió la renuncia a Insaurralde, y en cambio remarca que le aceptó la que él presentó producto de “conversaciones”. ¿Tuvo que pedirle autorización el gobernador a Cristina Kirchner, quien avaló el desembarco del hombre de Lomas de Zamora en el gabinete, para desplazarlo? Todo indica que sí. Los ejemplos de falta de autoridad del gobernador abundaron en los días posteriores al estallido del escándalo. Kicillof dijo en varias oportunidades que se enteró del caso “por las redes sociales”. Hay que imaginárselo scrolleando en la exTwitter para que haya ocurrido una cosa así, cuando lo más lógico hubiese sido que algún colaborador lo ponga al tanto. También dijo que desconocía que Insaurralde se había ausentado 6 días, entre el 15 y el 21 de septiembre, en los que el entonces funcionario estuvo en España, entre champagne y relojes Rolex. ¿Tampoco sabía Kicillof que Insaurralde tuvo el mismo destino entre el 28/06 y el 07/07 último? Insaurralde viajaba mucho al exterior, según consta en el expediente judicial. Kicillof dice que no se dedica a “espiar” a sus funcionarios, como si fuera esa la única manera de ejercer el control de sus colaboradores.
¿Puede costarle votos el affaire Insaurralde al gobernador? Analistas como Gustavo Marangoni y Carlos Fara estimaron que acrecentará la dificultad del oficialismo para obtener votos que hoy están indecisos. Una medición de CB Consultora en la provincia de Buenos Aires arrojó que de los que estaban indecisos, el 9% contestó que el ‘Marbellagate’ le hizo definir su voto en contra de los candidatos de Unión por la Patria en el principal distrito electoral. Casi un 4%, en tanto, afirmó que iba a votar al oficialismo, pero que ahora cambiará su voto. Pero esto se compensa parcialmente con un 1,2% que aseguró que no iba a optar por UP pero ahora sí lo hará. De todas formas, la encuesta de CB expone que la tendencia en la provincia no se modificó: Kicillof lidera con el guarismo que obtuvo en las PASO, mientras que sus rivales inmediatos empatan en torno al 22%. Allí está la principal fortaleza electoral del gobernador.
Sin embargo, el efecto real del escándalo en términos electorales se confirmará recién el 22/10. Para el consultor Raúl Timerman habrá un impacto negativo en el caudal del oficialismo y apuntó directamente a la falta de contundencia de Kicillof. Sostuvo en una entrevista que, ante una crisis como esa, la reacción adecuada hubiese sido la de dejar en claro que a Insaurralde se lo “exoneró” y que eso debía ser acompañado de una denuncia penal. Caso contrario -afirmó Timerman- la sensación que queda en la opinión pública es que sólo se actuó para cuidar las formas. Para sacarse el tema de encima. Para Felipe Solá, que gobernó la provincia de Buenos Aires entre 2002 y 2007, Kicillof debió haberse mostrado “más enojado que el más enojado” y asumir una actitud en consecuencia. Kicillof, sin embargo, parece haber adoptado otra regla del manual felipista, la más famosa: aquella que sostiene que para hacer política “hay que hacerse bien” el distraído. Aunque Solá usó otra palabra. Solá había creado durante su mandato la jefatura de Gabinete. Como resultado del affaire de Marbella, Kicillof también anunció la disolución de esa dependencia, que data desde 2002, aunque esa modificación poco tendría que ver con una mayor transparencia. En realidad, se trataría de una medida preventiva para que el kirchnerismo no coloque allí a ningún otro interventor. Ese rol había tenido Insaurralde a instancias de la Vicepresidente luego de la derrota del peronismo en las PASO de las elecciones legislativas de 2021. Si Kicillof quisiera dar, en cambio, un golpe contundente en pos de la transparencia, debería intervenir el Instituto de Loterías y Casinos, dadas las sospechas de que el sector estaría involucrado en el presunto enriquecimiento ilícito de Insaurralde (también se especula con que tuvo que ver con su caída). El Instituto estaba bajo la órbita de Insaurralde. Al cierre de esta nota, y de acuerdo a la página web de la jefatura de Gabinete, esa dependencia sigue estando a cargo de Omar Galdurralde, un hombre del riñón del viajero de Marbella.
El escándalo provocó la eyección de Insaurralde la jefatura de Gabinete (su nombre ya no está en aquella web) y la renuncia a su candidatura a concejal de Lomas de Zamora, cuyo impactante símbolo fue un video del momento en el que se descuelga un enorme cartel con su rostro en el centro lomense. Galdurralde, en tanto, es candidato al mismo cargo, pero en Lanús, en la boleta que lidera el camporista Julián Álvarez. El ‘Marbellagate’ podría haberlo aprovechado Néstor Grindetti, intendente de Lanús y candidato a gobernador de Juntos por el Cambio, para potenciar su propia postulación y la de su delfín en el distrito de la 3ra sección electoral, Diego Kravetz, pero el jefe comunal lanusense consideró que el episodio del yate correspondía a la “vida privada” de Insaurralde. Grindetti también fue cauteloso con el caso ‘Chocolate’ Rigau, de los empleados fantasmas de la legislatura cuyos salarios eran cobrados por el puntero y “electricista” de la Cámara de Diputados. Adrián Urreli, vicepresidente del cuerpo legislativo, responde al intendente de Lanús. El felipismo es transversal.
El caso ‘Chocolate’ no estuvo en el debate entre los candidatos presidenciales, y el affaire Insaurralde apenas se mencionó. Incluso, Sergio Massa tuvo que decirle a un cronista lo que tenía preparado en caso del escándalo fuera ineludible en Santiago del Estero: que el entonces jefe de Gabinete también debía renunciar a su candidatura a concejal. Luego trascendió que Insaurralde ya le había anticipado esa resolución a Massa antes del debate. Parafraseando al primer episodio de la aclamada serie ‘Mad Men’, el humo massista te llega a los ojos. Massa calificó la falta de Insaurralde como un “error”. Otra minimización. Y cuando le preguntaron si la justicia debía esclarecer los hechos, rápidamente fue sobre Sofia Clerici y mencionó una presentación por extorsión que el desplazado funcionario supuestamente iba a hacer, pero que hasta ahora no se habría efectivizado. Sí se supo que designó en la causa que tramita el juez Ernesto Kreplak que designó a 2 costosísimos abogados.
Massa se presentó cómo uno de los gestores del desplazamiento de Insaurralde. Admitió que buscó celeridad no por la gravedad del asunto, sino porque lo apremiaba el debate que se iba a realizar horas después. Y aunque fue acosado al principio del evento por sus rivales por su fracaso en contener la inflación, ese ritmo no se sostuvo y el ministro de Economía quedó bastante bien parado, aunque sin brillar. Javier Milei, por su parte, prácticamente no arriesgó, a excepción de su postura en relación a la última dictadura y los desaparecidos, váyase a saber con qué objetivo. Patricia Bullrich, en cambio, se llevó la peor parte por desechar algunas oportunidades claras de herir a Massa y por trastabillar a la hora de explicar un programa de gobierno. Hubo cierto consenso, sin embargo, en que nadie perdió nada de lo que tenía, pero tampoco ganó. Una encuesta de Circuitos a nivel nacional mostró que Massa fue el candidato mejor valorado, pero apenas con el 26%, casi lo mismo que sacó UP en las PASO y que resultó un piso histórico para el peronismo.
El último debate antes de las elecciones generales se desarrollará este domingo en la Universidad de Buenos Aires. Algunos publicistas recomiendan a los candidatos saltarse las estrictas reglas, de otro modo no podrían generar ningún efecto que conmueva a sus rivales. El tema Insaurralde podría utilizarse en contra del candidato oficialista, aunque con un impacto licuado. El desbande del dólar blue, en cambio, es más reciente. La cotización paralela se acercó a los $900. Los dólares financieros también se dispararon. Es producto de la incertidumbre electoral. Al mismo tiempo, Javier Milei alimenta expectativas de devaluación cuando afirma que mientras “más alto” esté el dólar, más fácil será aplicar su plan dolarizador. La contracara de la corrida cambiaria es el traslado a los precios. La devaluación post PASO fue reabsorbida en su totalidad por la inflación, un caso sin precedentes. El ministerio de Economía intenta calmar las expectativas difundiendo su propio índice inflacionario, que lo muestra a la baja y en contraste con el que publicó la Ciudad de Buenos Aires, que expone una aceleración con un resultado, otra vez, en 2 dígitos. La de Economía es una medición paralela a la del INdEC. La medición oficial se conocerá pocos días antes de las elecciones.
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