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Carry trade: ¿Es seguro en estos niveles de dólar y tasas?

En un contexto de creciente incertidumbre cambiaria y monetaria, la estrategia de carry trade vuelve a estar en el centro de la escena.

En un contexto de creciente incertidumbre cambiaria y monetaria, la estrategia de carry trade vuelve a estar en el centro de la escena. Los últimos datos oficiales, tal como destacan desde GMA Capital, no son alentadores: en marzo, la cuenta corriente arrojó un déficit de US$ 1.674 millones, mientras que la cuenta financiera cerró con un rojo de US$ 1.892 millones. La reciente eliminación del dólar blend promete elevar la oferta de divisas en el mercado oficial, pero también se espera una mayor presión por el lado de la demanda transaccional.

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En el mercado financiero, el reciente nivel del dólar —en torno a los $1.170— luce más atractivo para apostar por posiciones en pesos en comparación con los $1.070 que se observaban apenas días atrás. Con el billete más próximo al centro de la banda, el margen para una devaluación del peso se acota, mientras que las chances de una apreciación se amplían.

Las Lecaps muestran rendimientos de entre 2,5% y 2,7% mensual hacia 2025, lo que permitiría capturar retornos en dólares siempre que la cotización se mantenga cerca del centro —o incluso en el 75%— de la banda cambiaria. Sin embargo, surge la gran incógnita: ¿estos retornos resultan lo suficientemente tentadores como para lanzarse de lleno a la moneda local?

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Señales de agotamiento en el frente cambiario

El balance cambiario de marzo dejó al desnudo la fragilidad de la Fase 3 impulsada por el Gobierno. En medio de la incertidumbre por el acuerdo con el FMI y con el crawling peg prácticamente agotado, se registró el mayor déficit de cuenta corriente de la era Milei.

El detalle muestra un desequilibrio de bienes de US$ 456 millones, impulsado por un adelantamiento de pagos de importaciones, ante el temor de un salto cambiario. En servicios, el rojo fue de US$ 799 millones, donde el turismo internacional explicó US$ 698 millones, la cifra más elevada desde 2018 para un marzo. A esto se sumaron pagos de intereses por casi US$ 422 millones.

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La cuenta financiera también se deterioró: tras un superávit de US$ 440 millones en el primer bimestre, marzo cerró con una fuga de US$ 1.892 millones, empujada principalmente por el parate del endeudamiento privado en dólares ante la falta de previsibilidad.

Con este telón de fondo, y sumando un escenario global adverso por la guerra de aranceles, el Gobierno optó por flexibilizar el mercado cambiario para intentar aliviar las tensiones.

El regreso de los dólares comerciales

El fin del esquema blend implica que el 100% de las exportaciones vuelven a canalizarse por el mercado oficial, lo que representa un incremento de aproximadamente el 25% en la oferta de divisas. Sin embargo, no todo será viento a favor: parte de la demanda que antes operaba en el contado con liquidación ahora migrará al mercado oficial, poniendo a prueba la capacidad de absorción de la nueva oferta.

Si bien la agroindustria mostró señales positivas, con liquidaciones diarias superiores al promedio histórico para abril (US$ 146,6 millones), todavía no alcanza para cubrir toda la demanda de divisas y lograr la ansiada convergencia del dólar hacia los $1.000.

Desde el Gobierno insisten en que la presión vendedora empujará al billete hacia el piso de la banda. Incluso se analiza una nueva medida para fomentar la remonetización en dólares, en un intento por anclar las expectativas. En paralelo, los depósitos privados en moneda extranjera volvieron a superar los US$ 30.000 millones, una señal de mayor confianza, pero también de persistente dolarización.

Carry trade

Frente a este escenario, el carry trade parece ofrecer una oportunidad tentadora. Con el dólar en niveles más elevados, el riesgo de una devaluación abrupta se reduce, mientras que las tasas en pesos todavía ofrecen diferenciales interesantes.

Desde el inicio de la Fase 3, las Lecaps acumularon un retorno en dólares del 5,1%, sólo superadas por los bonos TAMAR Duales (5,3%). Más atrás quedaron los bonos CER (1,4%) y los plazos fijos atados a Badlar y TAMAR (entre 1,7% y 1,8%).

Con tasas de interés en pesos fijas entre 2,5% y 2,7% mensual, la apuesta sigue siendo viable siempre que el dólar no se escape del centro de la banda. Sin embargo, dada la reciente compresión de rendimientos y la caída de la inflación esperada —reflejada en breakevens del 1,7% mensual—, surge la duda de si estas tasas alcanzan para seguir captando interés.

Hoy, la pérdida máxima estimada hasta fines de octubre rondaría el 9% en dólares, equivalente a un tipo de cambio de equilibrio de $1.370. Esto implica que la apuesta al peso sigue siendo, esencialmente, una apuesta a una estabilidad (o incluso apreciación) cambiaria.

Para que esta estrategia se consolide, sería necesario un endurecimiento de la tasa de política monetaria, algo que el Gobierno ya dejó entrever junto con las recientes medidas de flexibilización.

Opciones más conservadoras

Para los inversores menos proclives al riesgo, existen alternativas más conservadoras. Los bonos atados a inflación (CER) recobraron atractivo en las últimas semanas, ofreciendo tasas reales de dos dígitos hacia 2026.

Asimismo, la posibilidad de realizar carry trade cubierto —aprovechando contratos de futuros de dólar que descuentan devaluaciones menores al 2% mensual— permite construir posiciones dolarizadas sintéticas, con rendimientos de entre 6% y 10% anual, aunque por debajo de los retornos que ofrecen los soberanos dollar linked (13,5%) o los Bopreal 1B.

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