Sergio Massa prometió que será “el Presidente que derrote a la inflación y defienda el salario”, 2 objetivos que la sociedad le reclama no para mañana, sino para ahora mismo, cuando es ministro de Economía y esas preocupaciones están en su órbita. Los exégetas del precandidato presidencial de Unión por la Patria explican que el mensaje era de contraposición con otros presidentes que fracasaron en esa empresa. Aunque se trata de una interpretación muy fina para una población que sufre el ajuste de sus ingresos que les provoca la suba de precios que el ministro de “síntesis” del peronismo no puede dominar y que este año terminará cercana al 120%. Aunque sólo la nombre para slogans de campaña, Massa sabe que la pérdida del poder adquisitivo es su principal némesis electoral. No por nada la difusión del Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM), el promedio de las estimaciones inflacionarias de las consultoras privadas que hace el Banco Central, se ‘pateó’ para después de las PASO. Ricardo Delgado, director de la consultora Analytica, una de las que colabora con el REM, anticipó que su medición de julio mostrará una aceleración de los precios, por encima del 7%, lo que de cumplirse romperá con los 2 meses consecutivos de baja que mostró el indicador. La remontada en el mes que termina se explicaría por la escalada de los dólares alternativos y el impacto en los costos de la cotización oficial diferencial para productores agropecuarios que entró en vigencia esta semana. Por ejemplo, los $340 que reciben los productores de maíz por cada dólar que exporten repercutirá en los precios del alimento destinado al ganado y los pollos, lo que redundará en un aumento de su precio al consumidor. En agosto la incidencia de esos factores sería mayor, anticipan los analistas. Es un costo que Massa prefiere pagar con tal de que aumente la afluencia de divisas al Banco Central, algo que ya se vio esta semana cuando la entidad monetaria compró unos US$300 millones.
PANORAMA
Los némesis electorales de Sergio Massa
El ministro candidato se enfrenta a un posible rebote de la inflación, a lo que se suma el riesgo de ausentismo en las urnas.
Sergio Massa.
Esta nueva versión del ‘dólar agro’ es parte de un paquete de devaluaciones sectoriales que Massa aplicó como concesión al Fondo Monetario Internacional (FMI) que pide, por el contrario, una corrección más fuerte del tipo de cambio, lo que generaría un fogonazo en los precios. Además de otorgar un dólar especial para el agro, se encarecieron otras cotizaciones a través de mecanismos fiscales, como la incorporación del Impuesto País (30%) a importaciones de bienes y servicios (con excepciones), que disparó la queja empresaria; y se incrementaron en 10 puntos las percepciones a cuentas de impuestos del dólar destinado al atesoramiento, que ya pagaba el País más un 35%. Por esta ventanilla se fueron en junio unos US$160 millones, de acuerdo a datos del BCRA. Estas medidas estimulan el ingreso de dólares y desincentivan su salida.
Esas medidas se conocieron luego del anticipo el domingo pasado de un principio de acuerdo técnico entre el Gobierno y el Staff del FMI, lo que fue confirmado el viernes. Se trata de una recalibración de las incumplidas metas pautadas para este año en el programa de Facilidades Extendidas firmado en 2022 tomando como punto de partida la sequía que afectó la cosecha y redujo los ingresos en dólares. A los fines prácticos el anuncio del staff level agreement, que todavía debe ser convalidado por el directorio del FMI, cumple más un rol de mensaje a los mercados de que no habrá un default, ya que no implicará un desembolso inmediato de recursos por parte del organismo (unos US$7.500 millones), lo que ocurrirá recién después de las elecciones primarias. Massa definió el acuerdo como una herramienta para atravesar con “tranquilidad” el proceso electoral que, dijo, suele generar “incertidumbre”. Pareció reconocer que se trata apenas de un acuerdo de corto plazo. El FMI espera al próximo gobierno para sentar las bases de un nuevo acuerdo para el repago de la deuda que contrajo Mauricio Macri.
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El Gobierno ahora busca financiamiento para enfrentar el próximo vencimiento. Según dejaron trascender desde el Palacio de Hacienda, se completará el pago con yuanes, un crédito de la Corporación Andina de Fomento (CAF) por US$1.000 millones y recursos aún a definir. Vencen US$3.500 millones entre el 31/07 y el 01/07.
Massa no consiguió que el Fondo le permitiera utilizar parte de los recursos comprometidos para intervenir en el mercado cambiario, aunque sí podrá hacerlo a través de ventas de bonos en el circuito financiero. Para el analista político Gustavo Marangoni el dólar será un protagonista clave de las elecciones primarias por su impacto en los ingresos de los electores, pero también lo serán, paradójicamente, los ausentes, quienes no vayan a votar. Y aquí aparece otro factor de preocupación para el peronismo. En los últimos días se multiplicaron las expresiones de inquietud en el oficialismo por la posibilidad de un abstencionismo en agosto que tuvo como antesala el que se registró en las elecciones provinciales que se celebraron hasta acá, a excepción de Tucumán. En el oficialismo ven en ese ausentismo un signo de “desánimo” que quiere salir a revertir. Como otro némesis electoral a enfrentar. En esa línea se imaginó una caravana, muy icónica de la liturgia peronista, para recorrer La Matanza el sábado. La iban a encabezar Massa y Axel Kicillof, junto con intendentes. Se suspendió. Se lo adjudicó a una extensión de la agenda de Massa en Tucumán, donde culmina una gira por San Juan y La Rioja, que antes había pasado por Santiago del Estero. Otros arriesgaron que se buscó evitar que el ministro candidato quede enredado en algún episodio indeseado motivado por la interna oficialista en ese distrito, donde el Movimiento Evita le disputa la intendencia al jefe local, Fernando Espinoza. Una tercera visión sostenía que la ausencia de un clima electoral desalentaba la realización de tamaño despliegue proselitista. De todos modos, se habla de que la caravana podría realizarse el próximo sábado.
Por ahora, la campaña oficialista no despega, por lo que los flashes se los lleva el enfrentamiento interno de Juntos por el Cambio. Horacio Rodríguez Larreta versus Patricia Bullrich. Se volvieron a cruzar esta semana por el proyecto de Bullrich de abrir el cepo cambiario de inmediato en caso de asumir el Gobierno en diciembre. Propuso para ello recurrir a un programa con el FMI que preste los dólares suficientes para que el fin del control de capitales impacte lo menos posible en los precios. A eso lo llamó “blindaje”. Larreta aprovechó la reminiscencia a aquel plan fallido de Fernando de la Rúa en 2001 para criticar a su adversaria interna, además de advertir que “no son serios” quienes proponen salir del cepo “el primer día”. En el entorno de Bullrich habrían reconocido que su jefa cometió un error al hablar de “blindaje”. En el larretismo, en cambio, quieren que la exministra de Seguridad siga hablando de economía y se exponga a otros traspiés.
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