THE NEW YORKER

Otro enfoque en la investigación sobre el cáncer: El "suelo" y la "semilla"

Hace décadas que el paradigma que predomina en el campo investigativo del cáncer es el de la detección temprana. Gracias a eso, hoy podemos detectar los tumores más rápido que nunca. Sin embargo, mucho menos se ha avanzado en la capacidad de predecir el peligro que supone un tumor para una persona. Eso es debido a que, según explica Siddharta Mukherjee, se estudia exhaustivamente a las células cancerosas en sí mismas pero poco su relación con el tejido que las aloja. Eso está comenzando a cambiar.

Siddharta Mukherjee es el autor del libro "El emperador de todos los males: una biografía del cáncer", y en la edición del 11/9 de The New Yorker, plantea una observación novedosa respecto de hacia dónde avanza el campo de la investigación sobre el cáncer. "Podemos detectar los tumores más rápido que nunca", explica. Sin embargo, "¿podemos predecir si serán peligrosos?". Según Mukherjee, durante demasiados años, hemos puesto demasiado foco en el cáncer en sí mismo, mientras que es el tejido que lo aloja el que podría tener más para decirnos sobre el peligro que supone para un paciente. Eso está comenzando a cambiar.

Hablemos del " suelo" y la " semilla". Las términos provienen de Stephen Paget, un doctor británico que vivió entre 1855 y 1926. En la época de Paget, se creía que el cáncer se difundía desde su sitio primario como una mancha de tinta maligna. A esto se llamaba la "teoría centrífuga". Basados en ella, los cirujanos practicaban intervenciones quirúrgicas -cada vez más grandes- para extirpar y eliminar el cancer. Pero Paget tomó los casos de 735 mujeres que habían muerto por cáncer de pecho y encontró un patrón bizarro de esparcimiento metastásico. Estos no parecían haberse difuminado de manera centrífuga, sino que aparecían en sitios discretos y antómicamente distantes. El patrón de esparcimiento no era arbitrario: los cánceres tenían una fuerte preferencia por ciertos órganos en particular. De los alrededor de 300 casos de metástasis, Paget encontró que 241 se habían esparcido hacia el hígado, 17 hacia el bazo y 70 hacia los pulmones. Dadas las distancias entre el sitio de orígen y las metástasis, Paget llamó al fenómeno "semilla y suelo". La semilla es la célula cancerígena, mientras que el suelo es el "ecosistema" en que florece (o en que fracasa en hacerlo).

"La manera de Paget de enmarcar el asunto -metástasis como resultado de la relación patológica entre las células cancerígenas y el ambiente- estuvo dormida durante más de un siglo", aunque hubo excepciones, explica The New Yorker. La oncología permaneció dominada por un modelo más simple: el cáncer como un actor autónomo que se mueve a través del organismo invadiéndolo. Bajo ese paradigma, las investigaciones se focalizaron en las células cancerígenas en sí mismas. Durante décadas, lo que se estudió fueron las mutaciones genéticas que habilitaban algunos aspectos del crecimiento de células cancerígenas, su metabolismo, regeneración y comportamiento. Las investigaciones en estas áreas han ayudado a combatir las células de los tumores. Pero hay un aspecto en el que no se ha avanzado mucho: en la predicción de cuáles cánceres podrían hacer metástasis.

Durante décadas se consideró la propensión a "invadir" el cuerpo de una persona como una cualidad intrínseca del cancer, mientras que los investigadores ignoraban la relación patológica entre las células cancerígenas y el organismo en que se encuentran. ¿Qué es lo que hace que un melanoma retroceda en algunos casos y se vuelva agresivo en otros? La respuesta, plantea Mukherjee, no está solamente en las "semillas", sino en la relación entre estas y el "suelo". "Hay consecuencias importantes de tomar en cuenta tanto el suelo como la semilla. Entre las más exitosas innovaciones recientes en terapia del cáncer está la inmunoterapia, en la que el sistema inmunológico de un paciente es activado para combatir a las células cancerígenas", expresa el artículo.

"El cáncer es una enfermedad sobre las relaciones entre las células del mismo modo en que un embotellamiento es una enfermedad sobre la relación entre los autos", escribió el físico e investigador D.W. Smithers en 1962. En su momento, al argumentar que las relaciones celulares eran responsables del comprtamiento del cáncer, había cometido el "pecado capital" de multiplicar los factores que los oncólogos debían considerar y fue severamente criticado, explica Mukherjee. Sólo después de la muerte de Smithers fue que su campo empezó a oír su mensaje.

Mukherjee plantea que de seguirse con el paradigma actual, el que apunta a la detección temprana del cáncer, llegaremos a detectar los cánceres más temprano que nunca, pero también podríamos terminar "sobre-tratando" la enfermedad como nunca antes. Eso es porque las células cancerosas que circulan en el organismo de una persona pueden ser un augurio de metástasis en algunos pacientes, mientras que en otros no. Para saber más sobre las causas de esto, hay que estudiar tanto a los que padecieron la enfermedad como a los que no. ¿Debería el campo investigativo prestar más atención a este factor? De hecho, eso es lo que ya está sucediendo, explica Mukherjee. En la última reunión de la Sociedad Americana de Oncología Clínica (ASCO, según sus siglas en inglés), el autor de la nota se sorprendió al descubrir que las investigaciones -que otrora se enfocaban exclusivamente en la "semilla"- estaban haciendo lugar a aquellas que contemplan también el "suelo".

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