Los argentinos nos caracterizamos porque acostumbramos, en esta transición democrática que no ha terminado, tener Presidentes con dotes especiales en el campo de la danza, en especial cuando son peronistas: Carlos Menem bailaba hasta ritmos árabes, Eduardo Duhalde llegó a moverse con una demajuana en la cabeza, y Cristina Fernández de Kirchner tiene ínfulas de teenager. En tanto, Mauricio Macri convirtió su propio menearse en parte del proselitismo institucional de su partido PRO y se lo trasladó a su frente Cambiemos.
ANSIEDAD Y PODER
Hillary baila con sabrosura y Trump divide pero no reina
En la Convención Nacional del Partido Republicano de 1860, en Chicago (Illinois), Abraham Lincoln se enfrentó a varios pre-candidatos republicanos poderosos que aspiraban a la candidatura presidencial: William H. Seward, Simon Cameron, Salmon P. Chase y Edward Bates (y otros menos poderosos). Todos menos 1 eran senadores activos del Congreso de USA, y 2 habían sido gobernadores pero el carisma de Lincoln compensaba su relativa falta de experiencia. En la 3ra. votación de la Convención, el día 16/05/1860, Lincoln se convirtió en el candidato oficial del partido. Es obvio que es la apuesta de Donald Trump, enfrentado a la burocracia partidaria. Pero antes, un poco de Hillary...
Pero no somos los únicos con semejantes pasatiempos. Ahora, la precandidata presidencial de los demócratas, que acaba de obtener una victoria clave en Nueva York, Hillary Clinton, viene a disputarle esa habilidad a Cristina y Mauricio. Durante la campaña previa a la elección primaria del estado de Nueva York (que ocurrió el martes 19/04), Hillary se animó a bailar merengue: “A mí me gusta ver, con la sabrosura, con que esa morena, mueve la cintura…” dice la canción que la mujer de Bill Clinton bailó en un acto en Washington Heights, una sección de Manhattan en la que predominan los latinos.
Deberá recordarse que cuando su marido ascendió a la Casa Blanca, su comando de campaña incorportó en los actos, ‘Macarena’, de Los del Río, aquella canción del verano 1993 que había llegado desde México pero fue 14 meses Top 1 en el ranking Billboard estadounidense.
Su musa inspiradora, Diana Patricia, “la Macarena”, fue invitada en 1997 por el entonces presidente venezolano Rafael Caldera para agasajar a Bill y Hillary Clinton durante un baile durante una visita oficial.
Hillary estuvo también con votantes de las comunidades de Bangladesh y Pakistán en Queens, y empleados de lavaderos de autos mexicanos que recientemente habían estado en huelga.
“Amo Nueva York -dice Hillary-, no hay lugar como la casa de uno.” Tan cómoda se siente la esposa de William Jefferson Clinton en la capital del mundo que se liberó a sí misma de una restricción más durante su campaña neoyorquina: se permitió comer enfrente de los medios. Es que según el The New York Times, Clinton tiene una regla sagrada que consiste en no comer frente a los periodistas para no ser fotografiada en poses poco decorosas (esta máxima es también cumplida por muchos otros políticos, en pos de preservar su imagen pública). “Aprendí desde el principio a no comer enfrente de ustedes”, le dijo Hillary a los reporteros.
Pero el lunes 18/04, un día antes de las elecciones, Clinton se concedió el gusto de devorar un helado frente a las cámaras, violando su propia norma. A lo mejor no fue algo casual sino, como casi todos los movimientos de los políticos cerca de una elección, algo premeditadamente calculado, destinado a mostrar que la calculadora abogada Hillary Rodham -fue la 1ra. mujer que llegó a socia del bufete Rose Law Firm en 1979, y 2 veces, antes de ingresar a la política, ella integró el ranking del The National Law Journal de los 100 abogados más influyentes en USA- es una ciudadana más, como tu vecina o tu abuela, “un ser humano”. Algo que en cualquier caso, no haría falta demostrar, ya que no hay nada más humano que el deseo de salir bien parado ante la opinión pública o el deseo de obtener poder.
Con dos tercios de los delegados que necesita para ser la candidata presidencial por el Partido Demócrata asegurados, Clinton lleva una ventaja sobre su contrincante -el socialista y senador por Vermont, Bernie Sanders- de más de 200 delegados. Clinton quedó, después de Nueva York, con 1.446 delegados y Bernie con 1.200 (para obtener la nominación se necesitan 2.383). Pero las chances para Hillary aumentan mucho si se tiene en cuenta el voto de los “superdelegados” (aquellos que no tienen atadura para votar por un candidato en particular): la mayoría de los 712 ha dicho que votará por Hillary en la Convención (502 de ellos) y solo 38 se pronunciaron en favor de Sanders (pero estos números podrían modificarse si Sanders pasara a dominar la interna, algo que hoy parece muy improbable).
La campaña de Hillary y el legado de Sanders
Nueva York era ‘él Estado’ para Sanders: cosmopolita, posmoderno, ‘progre’; la gran apuesta para darle un golpe a Hillary que cuestionara su liderazgo. Pero no pudo ser.
Si los números no le ‘cerraban’ a Sanders antes de esta contienda, ahora le ‘cierran’ menos. La ex secretaria de Estado quedó un paso más cerca de la nominación, gracias a su victoria en el Estado que la vio, en 1999, transformarse de esposa presidencial en fuerza política.
“Nueva York ha demostrado que no alcanza con diagnosticar los problemas: necesitas de hecho explicar cómo harás para resolver los problemas”, dijo Clinton en una clara referencia a Sanders.
“La Sra. Clinton parecía, por primera vez en una carrera demócrata pedregosa e impredecible, relajada”, escribió Amy Chozick, del diario The New York Times. Su estrategia de campaña fue opuesta a la de Sanders.
Mientras que el socialista senador por Vermont se fue a visitar al papa Francisco a Roma, Hillary estaba haciendo un tour por un complejo de viviendas de bajo costo para adultos mayores en East Harlem; mientras él optó por actos masivos en sitios emblemáticos como el Washington Square Park –donde convocó a decenas de miles de personas-, ella prefirió dirigirse a audiencias específicas en eventos íntimos.
Probablemente, el mayor desafío para Hillary en lo que va de esta campaña haya sido correrse del lugar de Goliath que le confiere pertenecer a uno de los matrimonios más poderosos de USA en las décadas recientes, una definición que, por oposición, deja a Bernie Sanders -nacido en Brooklyn hace 74 años- parado como David, de la tribu de Judá.
Su estrategia ha dado resultado. A Clinton le fue especialmente bien con las minorías y los adultos, y fue la elegida de la comunidad afro-americana.
Sanders, siguiendo la tendencia que ha prevalecido desde el comienzo de esta contienda, tuvo casi el 70% del voto joven.
Esto, según Matthew Yglesias, del portal Vox, indica que aunque Sanders no resulte nominado este año, su estela habrá marcado al Partido Demócrata por años. “Los votos de la gente mayor cuentan lo mismo, por supuesto, pero cualquier demócrata joven y ambicioso que mire la demografía del partido y la demografía de los seguidores de Sanders tiene que concluir que su marca política es extremadamente prometedora para el futuro. Hay brechas raciales y demográficas entre los seguidores de Clinton y Sanders, pero la realidad abrumadora es que en todos los grupos, la gente joven está sintiendo el Bern (N de la R: del inglés ‘Feeling the Bern’)”, escribió Yglesias.
Sanders, y sus seguidores jóvenes quieren que los demócratas sean un tipo distinto de partido: uno más ideológico, más de izquierda. “Pero, a pesar de que los demócratas son, definitivamente, quienes están más a la izquierda de los dos partidos –es el partido de los sindicatos obreros y los grupos ambientalistas, las organizaciones feministas y el movimiento de los derechos civiles- no es un partido ideológicamente de izquierda en la misma manera en que los republicanos son ideológicamente conservadores”, explica Yglesias.
También: “En cambio, se comportan más como un partido de centro, intermediador de grupos de interés, que van desde los reclamos y las preocupaciones de activistas de izquierda, a vocero de los intereses de miembros importantes de la comunidad de negocios –desde finanzas a Hollywood y la tecnología, basadas en estados liberales de la costa, cuyos ejecutivos generalmente tienen una mirada progresiva sobre el cambio cultural.”
Final de un gran “momentum”
Para Megan Murphy, de Bloomberg News, la victoria de Clinton sobre Sanders es sorpresiva y tiene un efecto de impulso muy fuerte, dado que Bernie llegó a las primarias de Nueva York en medio de un gran “momentum” al que Hillary le puso la tapa.
El “momentum” es un concepto que surgió de la mecánica de Isaac Newton, que designa el movimiento de un cuerpo, y que es el resultado de la multiplicación entre la masa de un cuerpo y la velocidad a la que va en un momento determinado. Por ejemplo, si se imagina una mosca y un camión, ambos moviéndose a 40 km/h, la experiencia cotidiana dice que la mosca es fácil de detener con la mano mientras que el camión no, a pesar de que los dos vayan a la misma velocidad, explica Wikipedia.
Esta intuición llevó a definir una magnitud que fuera proporcional tanto a la masa del objeto móvil como a su velocidad. El término es usado en el análisis político norteamericano para describir la fuerza que tiene un candidato en un momento determinado de la campaña. Así, a pesar del gran “momentum” con que llegó Sanders a Nueva York, la Gran Manzana dio “reset” a las carreras, tanto de los demócratas como de los republicanos, explica Megan Murphy.
Además de facilitarle a Donald Trump el camino a los 1.237 delegados que necesita para asegurarse la nominación, en el caso de Hillary “la victoria realmente detiene el momentum de Bernie Sanders. Le recuerda a la gente la ventaja que lleva Hillary en este contexto, que está mucho mejor parada que lo que estaba Obama cuando se enfrentaba a ella en 2008. Les recuerda que ella es la candidata y que Bernie Sanders realmente va a tener que pensar cómo quiere hacer para seguir adelante.” El senador por Vermont ya ha dicho que no piensa resignarse antes de la Convención.
Nueva York ejecuta a Ted Cruz
Por el lado de los republicanos, Nueva York dejó a Ted Cruz, quien le sigue a Trump en la interna de ese partido, sin posibilidades matemáticas de obtener la cantidad de delegados que necesita para ser el nominado antes de la Convención (que tendrá lugar entre el 18 y el 21 de julio).
Una pequeña y dulce venganza que se tomó la Gran Manzana luego de que el senador por Texas atacara los “valores neoyorquinos” durante su campaña en el estado de Iowa. “Cuando Ted Cruz atacó los ‘valores de Nueva York’ durante su exitosa campaña contra Donald Trump por los caucus de Iowa, sabía exactamente lo que estaba haciendo. A Nueva York –el lugar, su gente, su rol exacerbado en la cultura norteamericana y, sí, sus valores- hace tiempo que le va mal en el territorio que es el corazón de los republicanos”, escribió E.J. Dionne Jr. en el The Washington Post.
Era sabido que a Cruz le iba a ir mal en la ciudad cuyos valores ha despreciado públicamente, pero no se sabía cuánto. El resultado fue nefasto: Cruz salió 3ro., por detrás de Donald Trump y el gobernador John Kasich, y se quedó sin 1 solo delegado (¡nada!) por el estado de Nueva York. Trump se llevó 89 y Kasich 3.
Así, el magnate quedó con 845 delegados, de los 1.237 que necesita para asegurarse la nominación republicana. Cruz tiene 559 y Kasich 171.
Pero que Cruz haya quedado matemáticamente imposibilitado de alcanzar el número necesario de delegados para ser el nominado, no quiere decir que Trump haya quedado con el camino allanado hacia el triunfo.
Lejos de eso, el camino todavía podría ser tortuoso, afirma Megan Murphy, de Bloomberg View. Trump necesita arrasar en California (uno de los últimos estados en votar, el 07/06), y persuadir a una porción sustancial de los delegados “sueltos” de Pensilvania (los que no tienen atadura de votar por un candidato en particular), de que voten por él.
“Aún si llega a la Convención faltándole 50 u 80 delegados, es posible que durante el tiempo que haya entre la última elección primaria y el momento en que sea la Convención en Cleveland, podría hacer acuerdos para asegurarse el voto de los últimos delegados –afirmó Murphy sobre Trump-. Creo que las chances de que haya una Convención disputada (N de la R: conocida también como Convención abierta), y que se llegue a una 2da. o 3ra. ronda de votación, han declinado un poco tras la elección de Nueva York.”
Pero para Michael Brendan Dougherty, de la revista The Week, el panorama es otro: la candidatura de Trump se ha hundido en un hoyo de alquitrán del que Nueva York no lo podrá rescatar.
“Donald Trump dominó en Nueva York. Eso no cambia nada”, argumenta Dougherty, para quien la dinámica de la elección ya está cantada. “Un verdadero favorito estaría haciendo planes de cara a la Convención, y tratando de conseguir lo máximo de sus donantes para prepararse para la campaña nacional”, agregó.
Donald Trump podría, de todos modos, cruzar la línea de llegada. También podría fracasar lo suficiente como para que Cruz haga una última gran jugada y se quede con la Convención.
“Condenados”
En cualquier caso, los dos serán ganadores sumamente impopulares de la interna Republicana, condenados a perder la elección nacional de manera contundente, según Dougherty.
A Trump no parecen quedarle cartas bajo la manga para jugar. En el pasado, acorralado, recurrió al discurso anti-inmigrantes. Hoy, esa carta está gastada.
En entrevista radial previa a la elección de Nueva York, Trump dijo que si pudiese cambiar algo de su campaña “hubiese bajado el tono en algunas palabras y en algunos pensamientos, eso hubiese estado lindo.”
Por otro lado, Trump nunca hizo algo para seducir a los que dentro del Partido Republicano, le hacen oposición.
“Trump ha pasado literalmente más tiempo tratando de reconciliarse con Megyn Kelly, de Fox News, que con el partido que está dividiendo y quizás, hasta no conquistando”, escribió Dougherty.
Pero Donald Trump es un caso que podría desmentir a la máxima latina utilizada por el romano Julio César y el emperador Napoleón: “Divide y reinarás”. (Aunque uno encontró su Cayo Bruto y el otro su Duque de Wellington).
Trump dividió al Partido Republicano y podría terminar no reinando. Más allá de quien sea el nominado, “el Partido Republicano está condenado”, afirma The Week.
El comediante Bill Maher, con su humor ácido, lo resumió en su cuenta de Twitter: “Estoy harto de los debates, (…). Vayamos directo a la Convención de los Republicanos: la lucha libre se encuentra con la Noche de los Cristales”. Más allá de lo chistoso, la frase resume lo que se espera que será la Convención de los Republicanos 2016: violencia y un resultado impredecible.