CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24) - Cinco son los estados mexicanos que concentran más de la mitad de las denuncias de secuestro en los primeros ocho meses del año en curso. En total se tiene un reporte de mil 32 delitos de privación ilegal de la libertad.
SIN LÍMITES
Horror en México: Secuestran personas para forzarlas a ser sicarios
El estado de Tamaulipas, en México, parece estar fuera de cualquier tipo de control mientras entre el Cártel del Golfo y los Zetas se reparten el manejo de los caminos. Una nueva modalidad de secuestros se expande por el estado sembrando el terror: sicarios de los cárteles interceptan omnibus y secuestran personas para forzarlos a convertirse en sicarios. “No son robos. Estamos ante grupos delincuenciales que quieren hacerse con gente”, ha resumido ante los medios el coordinador estatal de la Policía Federal, Luis Norberto Montoya.
25 de septiembre de 2014 - 11:03
Según cifras publicadas por el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP) los estados de México que presentan el mayor número de secuestros en lo que va de 2014 son Tamaulipas con 178 casos; Veracruz 113; Estado de México 108; Michoacán 94 y Morelos 81.
Tamaulipas es la entidad que registró más secuestros sumando 178; los meses de mayor incidencia fueron abril y junio con 26 denuncias por privación ilegal de la libertad respectivamente.
Por su parte, en Veracruz se levantaron denuncias por 113 secuestros; los meses de mayor incidencia fueron abril con 24 denuncias y marzo con 17. El Estado de México es el tercero en la lista; ahí ocurrieron 108 secuestros; agosto y enero fueron los meses más afectados por los secuestradores.
En Michoacán se reportaron 94 secuestros; el mayor número de delitos se cometió en marzo con 20 plagios y febrero 19. Morelos es el quinto en la lista de entidades donde más secuestros hay; ahí se reportaron 81 casos. En febrero y abril se levantaron 15 denuncias respectivamente.
En contraste Aguascalientes, Baja California Sur y Yucatán han reportado saldo blanco en esa materia.
Las denuncias por secuestro disminuyeron 9% de enero a agosto de este año respecto a 2013, según las cifras difundidas por el SNSP.
Secuestros para tener sicarios
Una nueva modalidad de secuestros parece estar extendiendose precisamente por Tamaulipas: los narcos detienen colectivos y secuestran gente para convertirlos compulsivamente en sicarios. Tres veces, según la Policía Federal, ha ocurrido esto en caminos de Tamaulipas en las últimas dos semanas.
Esta práctica ha empezado a extenderse por todo el estado, fronterizo con Texas. “No son robos. Estamos ante grupos delincuenciales que quieren hacerse con gente”, ha resumido ante los medios el coordinador estatal de la Policía Federal, Luis Norberto Montoya.
Las víctimas suelen ser inmigrantes centroamericanos sin papeles que buscan alcanzar la frontera con USA y la autoría de los asaltos se la reparten los Zetas y el antaño todopoderoso Cártel del Golfo.
Así lo relata e diario El País:
Sobre las cinco de la tarde, según la reconstrucción que dieron los pasajeros posteriormente, el vehículo sufrió una avería en una llanta. Cuando el conductor estaba reparándola, una pick-up paró con suavidad y su sonriente conductor se ofreció a echar una mano. El chófer se negó a dejarse ayudar. A los diez minutos, el amable joven regresó, acompañado de otros dos pick-ups y una decena de hombres armados y menos sonrientes que su guía. Para algunos viajeros la vida tomó un desvío inesperado. Dos sicarios subieron al vehículo. De la veintena de ocupantes seleccionaron a seis jóvenes y los hicieron bajar. Al resto, les conminaron a quedarse quietos. Los secuestrados fueron obligados a arrodillarse sobre el asfalto y les taparon las caras con sus propias camisetas. Luego, les subieron a las pick-ups y se los llevaron a su nuevo destino. Cuando se perdieron de vista, como recuerda un testigo presencial, nadie dijo nada. En silencio, el chófer arregló la avería. El viaje siguió hacia su destino. “Estábamos aterrorizados y enmudecidos”, relató un viajero.
Paradójicamente, esta escalofriante modalidad de reclutamiento ha sido interpretada por la policía de forma positiva: como el reflejo de la progresiva debilidad de las organizaciones criminales. “Indica que les estamos ganando el terreno”, ha señalado el comandante Montoya. Bajo este planteamiento, los cárteles, exhaustos por años de combate frontal con el Ejercito, y desangrados por sus propias luchas fratricidas, estarían recurriendo a todo tipo tácticas para reabastecerse de personal.
“Eso es un absurdo. Si la estrategia policial funcionase, los criminales estarían detenidos y no asaltando autobuses a plena luz. Que lo hagan habla de una organización en plena expansión, que busca nuevos reclutas”, señala el especialista en seguridad y ex asesor de la Oficina Presidencial, Eduardo Guerrero.
El secuestro de autobuses con fines de reclutamiento se daba por acabado en México desde 2011, cuando la guerra contra el crimen declarada por Felipe Calderón alcanzó su cénit. Las cifras de abducidos en las últimas semanas no se han hecho públicas, aunque fuentes cercanas a la policía las sitúan en una veintena. Su destino, ir a campos de entrenamiento y acabar como sicarios o guardaespaldas. Pocos se niegan. Saben el peligro que supone. “Es un mundo brutal. Hubo un caso en 2010, donde tras sacar a los jóvenes, les dieron bates para que se peleasen y escoger a los más fuertes”, relata Guerrero.
El rebrote de esta modalidad de reclutamiento forzoso está estrechamente relacionado con la descomposición que carcome Tamaulipas, un estado que apenas suma el 3% de la población mexicana, pero donde se concentran cerca del 30% de los secuestros. Ubicado en la frontera con Texas, el territorio es un paso natural para el intercambio de mercancías con Estados Unidos, pero también, por esa misma razón, uno de los campos de batalla más cruentos del narcotráfico, especialmente entre el cártel del Golfo y Los Zetas. El resultado de esta guerra sin cuartel ha sido la casi completa destrucción de la autoridad local.
Ante este deterioro, el presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, ordenó en mayo la militarización de la seguridad en el estado, y el desmantelamiento de sus más de 40 cuerpos policiales por sospechas de connivencia con el narco. Desde entonces, se ha mantenido una soterrado combate, del que apenas informa el Gobierno, pero que aún no ha logrado erradicar el terror. O como dice un chófer de autobús que cubre una línea desde el Distrito Federal hasta Tamaulipas: “Aquí cada quien cuida su propio pellejo; la verdad es que yo no voy a hacer de héroe. A fin de cuentas ellos tienen las de ganar”.