JUSTICIA JUZGADA

Miguel Bernad, la sombra franquista de Garzón

El juez Baltasar Garzón saltó a la fama internacional por haber ordenado la detención del dictador chileno Augusto Pinochet. Ahora, el famoso juez se vuelve a sentar en el banquillo acusado por un abogado de la derecha española que le reprocha haber reabierto, de manera ilegal, heridas nacionales de la época franquista.

 

CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24). A escasos metros de la sede del PSOE (el Partido Socialista Obrero Español) que tanto aborrece, Miguel Bernad saborea su victoria. Este martes (24/01), después de casi 3 años de espera, el secretario general del ultraconservador Manos Limpias finalmente pudo poner al juez Baltasar Garzón en el banquillo de los acusados por intentar investigar las desapariciones ocurridas durante la Guerra Civil española y los años siguientes durante la dictadura de Francisco Franco.
 
Bernad, un abogado de 68 años de edad, quien representó a la extrema derecha en el partido Frente Nacional Español en las elecciones europeas de 1989, es el hombre que presentó la querella en mayo del 2009 contra Baltasar Garzón, un famoso defensor de los derechos humanos, ahora en juicio acusado de abusar de sus poderes judiciales.
 
Un creyente en la "justicia universal" y famoso por haber ordenado la captura internacional del dictador chileno Augusto Pinochet en 1998, Garzón es "un cáncer en el sistema judicial español", afirma Bernad. El abogado conservador acusa a Garzón de ignorar a sabiendas la ley de amnistía vigente durante 35 años en España en su intento por juzgar los abusos cometidos durante el régimen franquista. Los diversos partidos políticos de España firmaron el llamado "pacto de olvido" en 1977 con el fin de estabilizar la nueva democracia.
 
El caso comenzó en octubre de 2008, cuando Garzón, uno de los jueces de más alto rango en España en ese momento, aceptó una denuncia presentada por 22 ONGs en representación de las familias que perdieron miembros en la Guerra Civil (1936-39) y la dictadura posterior (1939 -1975).
 
Se declaró competente para investigar unas 114.000 "desapariciones forzadas", llevadas a cabo en el contexto de lo que él describe como "crímenes contra la humanidad." Garzón acusa al dictador Franco y a 34 de sus generales de un "alzamiento contra el gobierno legalmente constituido" y de "exterminar sistemáticamente a opositores políticos". Un mes después de asumir el caso, sin embargo, el juez Garzón lo cerró debido a la falta de sospechosos vivos, transfiriendo la responsabilidad a los tribunales regionales para que procedan a la apertura de las fosas comunes del franquismo.
 
Mientras tanto, Bernad y otros en el Poder Judicial pusieron su mira y su accionar contra Garzón. "Garzón actuó más como un político que como juez, y utiliza el sistema judicial para su propia gloria", dice Bernad, que se enorgullece de haber presentado 10 casos diferentes contra el juez. "Se llama a sí mismo ´juez universal´, pero sólo se ocupa de los crímenes de genocidio cometidos por la derecha, nunca [los cometidos por] los comunistas".
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Decorado 3/12/11 por la Fundación Francisco Franco por sus "servicios en defensa del movimiento", Miguel Bernad niega que él sea "franquista", insistiendo en que lucha contra "toda la corrupción, ya sea económica, política o moral".
 
Desde que fundó Manos Limpias en 1995, se enorgullece de haber presentado más de 1.000 reclamos contra el matrimonio gay, las clínicas donde practican abortos, miembros corruptos del Congreso -tanto de la derecha como de la izquierda-, y contra la legalización de los partidos que propugnan la independencia del País Vasco. Se declara con el derecho de denunciar "todo lo que parezca ilegal - lo que puede ser mucho por estos días”. 
 
Según Bernad, el franquismo fue "un régimen autoritario, quizás dictatorial, pero que rápidamente se convirtió en una democracia".  Él dice que el régimen "permitió la transformación de una situación caótica en una de pleno empleo, donde había menos derechos y menos libertad, pero más seguridad".
 
Bernad no es el único en sostener esta opinión. En efecto, el franquismo sigue siendo tolerado por un sector relativamente importante de la sociedad española -personas tanto de derecha como de izquierda- que se oponen a los esfuerzos por "reabrir las heridas" del pasado. 
 
Los partidarios de Garzón, por su parte, citan el caso como una muestra en si mismo de que ciertas heridas nunca cicatrizaron, por lo que no pueden reabrirse, sino sanarse. 
 
Garzón, de 56 años, ha llevado a cabo elogiadas investigaciones sobre el grupo separatista ETA y denuncias sobre abusos de los derechos humanos en Sudamérica, pero generó cierto malestar en su país al decidir revisar la dictadura, un oscuro período de la historia española. El juez enfrenta 3 juicios -presentados por actores privados y no por el Estado- ligados a sus investigaciones sobre abusos de los derechos humanos, corrupción y otros delitos.
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Uno de los casos, relacionado con acusaciones por escuchas ilegales a algunos involucrados y sus abogados, llegó a la corte la semana pasada y aún está pendiente su veredicto. De ser condenado en alguno de estos juicios, Garzón quedaría inhabilitado para ejercer su profesión por hasta 20 años.
 
Este último juicio lo sienta ahora en el banquillo acusado de prevaricación por la querella presentada por el sindicato ultraderechista Manos Limpias y la organización franquista Falange Española de las JONS, que luego sería expulsada del procedimiento. La Sala de lo Penal admitía dicha querella en mayo de 2009, manifestando entonces el instructor, Luciano Varela, que Garzón no pretendía investigar los “horrendos crímenes” del franquismo, sino “asumir el control de las localizaciones y exhumaciones de cadáveres de víctimas de la represión civil y militar”, con lo cual superaba la limitación de la Ley de Memoria Histórica.
 
El acusado se enfrenta en esta ocasión a 20 años de inhabilitación, la pena máxima prevista para un delito de prevaricación, que ha pedido Manos Limpias. En caso de ser condenado, acabaría su carrera judicial para siempre. Eso es lo que pretenden no solamente los ultraderechistas de Manos Limpias y sus adláteres, sino algunos a los que Garzón molesta por su forma de actuar (léase, el Partido Popular).
 
Por pura coincidencia –o no tan pura- acaba de ser juzgado también por otro caso, el llamado "Gürtel", y podría darse la paradoja de que fuese condenado antes que los responsables de una trama corrupta que ha hecho y deshecho en la Comunidad Valenciana y otros lugares a sus anchas durante años.
 
Más que juzgado, podría decirse que Garzón está siendo represaliado por su atrevimiento de hacer frente a mangantes corruptos, por una parte, y honrar y dar dignidad humana y jurídica a las víctimas del Régimen franquista que, 37 años después de la muerte del dictador, todavía no ha sido juzgado.
 
Es posible que el juez Garzón sea la última víctima del régimen franquista, un régimen dictatorial que duró 40 años y cuya huella permanece en estratos de un país que es cierto que se ha dado una Constitución y que hoy por hoy es democrático, pero un país que prefiere olvidar su inmediato pasado como si no hubiera pasado nada. Cabe recordar que muchos en Memoria Histórica, siguen buscando en campos y cunetas los restos de sus seres queridos para darles un lugar digno de sepultura.
 
Parece que en España hay gente a la que le parece normal que Garzón haya luchado por sentar en el banquillo a dictadores de Chile o Argentina pero, ¡ojo al piojo!, al régimen franquista ni tocarlo, que es, al fin de cuentas, es español-español.