En el centro de Milán, bajo tierra, miles de huesos cuentan una historia oculta: la de los pobres que pasaron por el primer hospital laico de Europa. Investigadores italianos están sacando a la luz secretos del pasado, analizando restos de hace siglos para entender qué comían, qué enfermedades tenían y hasta qué drogas usaban en su vida diaria.
HALLAZGO MACABRO
Bajo un hospital de Milán: Así vivían, comían y morían los pobres del Renacimiento
Huesos de pobres del Renacimiento debajo de un hospital de Milán revelan su vida: hambre, drogas, enfermedades... y hasta sus peinados. La historia desde abajo.
Ca' Granda: el hospital que se adelantó siglos
En 1456, el Duque de Milán fundó algo inédito para la época: un hospital público, enorme y laico llamado el Ospedale Maggiore, o Ca' Granda, un intento ambicioso de curar a los trabajadores pobres que hacían funcionar la ciudad. Nada de requisitos religiosos: si eras pobre, pasabas, sin importar tu credo o etnia. "Es el primer hospital secular que conocemos en Europa", afirma Folco Vaglienti, historiador de la Universidad de Milán.
El hospital tenía cuatro alas enormes con salas especializadas para tratar de todo, ya sea piedras en los riñones o tuberculosis. También contaba con su propio sistema de cloacas, cocina, lavadero, farmacias y capilla. Pero lo más increíble vino después: entre 1637 y 1697, cuando los tratamientos fallaban (algo bastante frecuente), los muertos se tiraban por una trampilla a criptas subterráneas. Ahí quedaron, acumulándose en un microclima húmedo que frenó la descomposición y generó un infierno de olores. "Las monjas se desmayaban del tufo", recuerda Giulia Tagliabue, doctora en descomposición (sí, existe eso).
Huesos que hablan: cocaína, hambre y pelos con historia
Más de 300.000 huesos ya fueron analizados de los 2.9 millones que yacen en las criptas, y los resultados son una bomba. Los investigadores encontraron restos de opioides, marihuana y hasta cocaína en cerebros momificados. Sí, ¡cocaína en Milán dos siglos antes de lo que se creía!. "La usaban para combatir el hambre y el agotamiento", dice Gaia Giordano, toxicóloga forense.
La alimentación también salió a la luz gracias a la placa dental fosilizada: trigo, cebada, arroz… y hasta almidón de papa, aunque en la época se la consideraba tóxica. ¿Y el tomate? Ni noticias. "Tal vez algún día encontremos una pielcita en el suelo", sueña el botánico Marco Caccianiga.
Los huesos revelan vidas cortas, llenas de enfermedades, con huellas de sífilis, tuberculosis, desnutrición infantil y hasta consumo de plantas silvestres como la cola de caballo, que se comía en épocas de hambruna. "Las fuentes hablaban de mujeres que morían con la boca verde de tanto comer pasto. Bueno, ahora encontramos el pasto", dice el bioarqueólogo Mirko Mattia.
Esta megainvestigación no sólo saca a la luz el lado B del Renacimiento, sino que hasta permite reconstruir caras y peinados de los fallecidos. Gracias al trabajo de los laboratorios forenses de la Universidad de Milán, algunos de estos anónimos ya tienen rostro. "Los cuerpos cuentan verdades que los libros no", concluye Cristina Cattaneo, cabeza del proyecto. ¿Te imaginás lo que dirían si supieran que hoy, siglos después, están haciendo historia?
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