La tecnología militar de China tuvo un importante éxito reciente en medio del conflicto regional entre Pakistán e India. Más allá de la cercanía geográfica y el interés económico, el gigante asiático pudo “probar” parte de su escudo defensivo con sus aviones J-10 asignados a Islamabad.
Según el Gobierno pakistaní, la Fuerza Aérea Pakistaní (PAF) logró repeler ataques de aviones indios poniendo en uso el mencionado sistema de armas y derribando algunos de fabricación occidental. Entre ellos, el Dassault Rafale construido por Francia.
Si bien el saldo del combate que se dio en la región fronteriza que tiene como foco a Cachemira no quedó completamente claro, el enfrentamiento habría sido favorable para los pakistaníes, quienes mostraron capacidad de frenar la avanzada india. Por su parte, el Gobierno indio evitó informar saldos de equipos dañados, aunque se estima que fueron varias unidades las que terminaron destruidas.
El contacto fue uno de los primeros que el equipamiento militar chino tuvo en un combate formal. Se trata de desarrollos que llevan décadas equipando a naciones aliadas al gigante asiático, pero que nunca habían sido puestas a prueba en situaciones extremas, y menos aún dando resultados favorables en un choque directo con tecnología del bloque occidental que comanda Estados Unidos.
Además del ingreso en combate del J-10, en China se monitoreó el uso de misiles de diseño propio, como el PL-15, lanzados por Pakistán durante el enfrentamiento.
Qué es el J-10
El Chengdu J-10 es un caza polivalente de cuarta generación diseñado por el Instituto de Diseño de Aeronaves Chengdu y fabricado por la Chengdu Aircraft Industry Corporation (CAIC). Su diseño está pensado para mantener enfrentamientos aire-aire aunque también es capaz de interpretar misiones de ataque directo.
Su primer vuelo data de 1998, mientras que su entrada en servicio en China se concretó en 2003. Se trata de un avión de largo desarrollo y perfeccionamiento que es operado por el propio país fabricante, además de Pakistán e Irán.
En el plano técnico, el J-10 es capaz de alcanzar una velocidad máxima de 2300 km/h. Además, su alcance de combate es de 1300 kilómetros y su techo de vuelo es de 18.000 metros
China y una prueba de combate
El saldo del enfrentamiento entre India y Pakistán implicó que la empresa fabricante del J-10, CAIC, viera un salto exponencial en la cotización de sus acciones en la bolsa. Así, se reveló una dinámica moderna respecto a las apuestas en defensa que ahora miran la efectividad en la acción como un factor relevante.
El evento llegó en coincidencia con un crecimiento de la demanda de material bélico en diversas regiones del mundo. Algo que podría implicar un impulso para los productos de guerra de China, que tiene como contrapunto a la industria bélica de Estados Unidos, posiblemente una de las pocas con pruebas de combate en contextos modernos.
Más allá de las ventas globales, para China también implicó un crecimiento en la confianza interna de sus sistemas de defensa. Una cuestión destacable teniendo en cuenta la creciente tensión que el país asiático mantiene con Taiwán, un objetivo de alta sensibilidad para los planes geopolíticos de China.
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