La erupción del Vesubio en el 79 d.C. sepultó Pompeya, pero también dejó un hallazgo único en Herculano: el cerebro de una víctima convertido en vidrio. Un reciente estudio científico reveló cómo este fenómeno nunca antes registrado ocurrió tras la rápida acción de una nube volcánica extremadamente caliente que vitrificó su materia cerebral.
UN CASO ÚNICO
Impactante hallazgo en Pompeya: El volcán convirtió el cerebro de un joven en vidrio
La historia nos sorprende con algo nunca visto: el Monte Vesubio, el volcán que arrasó Pompeya en el siglo I, cristalizó el cerebro de una de las víctimas.
El cerebro de vidrio: un caso único en la historia
A primera vista, los fragmentos brillantes dentro del cráneo de la víctima, un joven, parecían meras huellas de material fundido, pero cuando los investigadores observaron los restos a través de sus microscopios, se sorprendieron al ver lo que parecían ser células nerviosas, similares a las que componen el cerebro humano. ¿Cómo pasó esto? Dado que este tipo de vitrificación de tejidos blandos nunca se había registrado en la historia, los científicos empezaron a trabajar para entender el proceso detrás de este fenómeno, y plantearon nuevas hipótesis sobre la rapidez y las condiciones extremas que causaron este cambio en la estructura biológica del joven.
Para determinar con precisión cómo se produjo la vitrificación, el equipo de científicos utilizó una técnica llamada calorimetría diferencial de barrido (DSC), que les permitió medir las temperaturas exactas a las que los fragmentos de cerebro se habían cristalizado. Los resultados fueron sorprendentes: los fragmentos de cerebro mostraron alteraciones estructurales a temperaturas superiores a los 510°C, mucho más altas que las alcanzadas por los flujos piroclásticos típicos del Vesubio, que rondan los 465°C, es decir, que algo más extraordinario debió haber ocurrido al momento de la erupción volcánica.
Lo que los científicos sugieren ahora es que una nube extremadamente caliente de cenizas volcánicas, mucho más intensa que los flujos de material fundido, pudo haber golpeado al joven con tal rapidez que, al entrar en contacto con su cerebro, lo transformó en vidrio antes de que el calor tuviera oportunidad de destruirlo. Aquella nube pudo haber sido seguida por una rápida disipación del calor, haciendo que la transformación del tejido cerebral se completara en segundos.
El calor extremo y el rol protector del cráneo
Una de las grandes preguntas que quedó pendiente fue por qué el cerebro no se desintegró completamente en lugar de vitrificarse. Acá es cuando entra en juego una teoría interesante: la protección que ofreció el cráneo. Los científicos creen que el hueso de la cabeza bloqueó el contacto directo de las cenizas ultracalientes con el cerebro, lo que permitió que se enfriara rápidamente y se vitrificara.
Ahora, este descubrimiento abre nuevas puertas para entender cómo los volcanes pueden interactuar con los tejidos biológicos de formas que antes se consideraban imposibles. Y además, ofrece un vistazo único de lo que pudo haber sido la última imagen de vida de un joven romano, testigo silencioso de la rapidez con la que uno de los eventos volcánicos más famosos de la historia puede cambiar todo.
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