MEMORIA

Tupamaros hace temblar Uruguay: Volvió Amodio y 'pudrió' el relato

Para muchos argentinos, y aún para muchos uruguayos,, la mayor parte de los miles de caracteres que escribió Héctor Amodio Pérez pueden resultar ininteligibles sin contexto. Las 7 cartas que redactó el líder tupamaro acusado de “traidor” por sus camaradas guerrilleros, abundan en cuestiones vinculadas a la caída del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros, y lo que Amodio Pérez pretende es que los libros también incluyan su relato, que tiene algunas diferencias importantes con el resto de los líderes guerrilleros.

 

CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24). Enorme repercusión de las 7 cartas enviadas desde algún lugar por el ex tupamaro Héctor Amodio Pérez, a quien se creía muerto, pero no lo está, aparentemente.
 
Según Amodio, durante años hubo una “estrategia” del MLN Tupamaros (algunos de cuyos líderes no solo comandan el Frente Amplio a través del Movimiento de Participación Popular o MPP, sino que inclusive participan del gobierno de Uruguay desde hace años) para acusarlo y así ocultar los errores cometidos por otros tupamaros, que también implicaron el derrumbe de la guerrilla.
 
El diario El Observador, de Montevideo, denunciando que otros medios como el caso del diario El País, tenía cartas de Amodio que no difundían, y luego publicando todo el material que consiguió, incluyendo un cuestionario de 15 preguntas que respondió Amodio, ha provocado una forzada revisión histórica, incómoda para muchos.
 
¿Por qué es tan importante Amodio Pérez? 
 
De quienes delataron a sus compañeros era quien tenía más peso en la dirección del MLN. Por ejemplo, todos reconocen a Mario Píriz Budes como un militante que entregó mucha información a las Fuerzas Armadas uruguayas. Píriz Budes nunca se fue del país, todos saben que vive en la localidad Rivera y nunca generó ninguna conmoción su actitud de militar dentro del Partido Colorado.
 
Pero Amodio Pérez fue 1 de los 5 fundadores del MLN-Tupamaros. 
 
Amodio lideró la columna 15 –que fue la más potente en términos militares– y compitió por el liderazgo con Raúl Sendic. 
 
Él fue uno de los impulsores de la reorganización del MLN, en 1968, cuando pasó de trabajar en células muy compartimentadas al funcionamiento en “columnas” con autonomía táctica. 
 
La columna 15 fue 1 de las 3 que operaban en Montevideo, pero protagonista de acciones famosas como el robo al Hotel Casino Carrasco, y la intrusión al Banco Francés, sin mucha suerte en la recolección de dinero, pero con las manos llenas de documentos que al MLN le permitió desenmascarar episodios de corrupción en filas políticas y empresariales.
 
Según el relato predominante, Amodio era el más militarista de todos. Cuando en el movimiento se discutió acerca de si el MLN debía mantener su actividad guerrillera o comenzar un camino más “político”, Amodio no dudó: la acción armada era el rumbo.
 
Después fue preso, y cambió su propia historia.
 
Héctor Amodio Pérez se convirtió, en boca de los tupamaros, en el más traidor de los traidores del movimiento guerrillero que conmovió a Uruguay hace más de 40 años.
 
Amodio ahora quiere cambiar una “realidad” que se construyó desde entonces, y que hasta el momento nadie desmintió. 
 
“Está bravo hacerte un enema después de 40 años... y sí, imposible que se pueda limpiar”, escribió en su cuenta de Twitter el diputado Aníbal Pereyra (MPP).
 
La historia que quiere contar Amodio Pérez es que, si bien él ayudó a las Fuerzas Armadas a “ordenar los papeles”, no fue por su culpa que cayó el MLN-Tupamaros. 
 
Amodio dice que el MLN empezó a caer por planes “divisionistas” de Eleuterio Fernández Huidobro y Raúl Sendic. 
 
Él afirma que pidió la baja del MLN pero no se la dieron, y lo mandaron a un local “quemado” (identificado por los militares), donde cayó preso.
 
También él dice que las Fuerzas Armadas “corrieron a ponchazos” al MLN porque “se había convertido en una pandilla”.
 
También pretende desmentir que él dio a los militares los datos para la ubicación de la Cárcel del Pueblo. Amodio Pérez atribuye esa traición a Adolfo Wassen, quién –según él– lo dijo a varios de sus compañeros en prisión. Sin embargo, ningún tupamaro avala públicamente esa versión.
 
Pero hay otra “traición” más dura aun, que él niega y dice que forma parte de los “mitos” que se construyeron sobre su figura: la “marcación” de compañeros en la calle, vestido de militar.
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“Nunca lo hice. Como a todos los detenidos, se nos vestía de soldados para los traslados”, escribió en las respuestas a El Observador. “¿Por qué nunca se ha señalado a los que marqué?”, agregó.
 
La falta de nombres –que es su principal argumento– fue desmentida por el periodista Leonardo Haberkorn, quien dice contar con testimonios de tupamaros que fueron señalados por él, vestido de militar.
 
Una versión indica que cuando cayó Julio Marenales, Amodio Pérez acompañaba a los militares que lo apresaron. En esa oportunidad, Marenales tiró una granada que nunca explotó.
 
Según el relato tradicional de los hechos, Amodio conmovió la base de la guerrilla hasta derrumbarla sin posibilidad de levante.
 
Luego, con sus huellas dactilares cambiadas para que no pudiera ser reconocido por sus compañeros, marchó hacia el extranjero convirtiéndose en un fantasma, en uno de los depositario de las infamias que marcaron la década de los '70. Los tupamaros lo condenaron a muerte y, de vez en cuando, alguno decía haberlo visto vagar por algún lugar del mundo.
 
“Lamento haber callado durante tanto tiempo”, escribió en una de sus cartas. Ahora el debate se encuentra abierto: la historia oficial de Tupamaros vs. la historia de Amodio, un ex Tupamaro... y gobierna Uruguay una pareja de ex tupamaros: José Mujica y Lucía Topolansky.
 
El escritor y periodista Hugo Fontana publicóen 2001 un libro titulado La Piel del Otro, una novela particular escrita con base en una serie de entrevistas (“más de 20”, confiesa) sobre personas que conocieron a Héctor Amodio Pérez.  
 
Fontana explica que su libro se trató de un proyecto de ficción colectiva porque usó un montón de voces que conocieron a Amodio, algunas de manera íntima. En su carta N°1, Amodio Pérez afirma que la obra de Fontana es “un pastiche”.  
 
Para el escritor, a partir de la enemistad con otros líderes jefes tupamaros, por celos y por desplazamientos de otros liderazgos, Amodio decidió traicionar a sus compañeros. 
 
Fontana dice que Amodio negoció su salida de la cárcel, “mientras que sus compañeros se comían 12 años de cana”.
 
Para Fontana, el ex guerrillero sigue siendo “un personaje inasible, equívoco, arenoso, porque él decidió convertirse en eso”. 
 
Carta N°6
 
Si bien las 7 cartas son interesantes, la N°6 va dirigida en particular a una persona a causa de afirmaciones que había realizado en medio del debate.
 
Jorge Pedro Zabalza Waksman), apodado "el Tambero", es un político uruguayo, ex dirigente del MLN-T, y ex edil de la Junta Departamental de Montevideo. El libro Cero a la Izquierda, de Federico Leicht, narra la biografía de Zabalza. 
 
 
"(...) El motivo de esta carta es hacer una serie de puntualizaciones acerca de la entrevista que Gerardo Tagiaferro hizo a Jorge Zabalza en febrero de este año y que he conocido a través de internet. En dicha entrevista el Flaco Zabalza (desde hace un tiempo se hace llamar Tambero) vierte una serie de conceptos que evidencian una gran evolución en su desarrollo humano, y sin embargo no consigue dejar atrás su antiguo dogmatismo. Esa evolución he podido comprobarla a través del tiempo, leyendo sus declaraciones a Fontana, su carta a Carlos Caillabet de abril de 1995, sus encendidos requiebros amorosos a Monika Engler, pasando por Cero a la izquierda y culminando en la entrevista de Tagliaferro, por no hacer mención a las múltiples apariciones en radio y televisión.
 
 En el libro de Fontana el Flaco Zabalza dice dos verdades y paradojas de la vida, se lo agradezco, porque es el único que reconoce que participé en la elaboración del Abuso, fuga cuya paternidad pertenece al nunca reconocido en su justo valor, Juanito Almiratti. Da risa y un poco de vergüenza las intervenciones del Ñato, Mujica y Marenales en la entrevista de la televisión alemana... aparecen como los adalides e ideólogos de la fuga, cuando la realidad es que cuando la propusimos se opusieron a ella y al final, de los tres, el único que trabajó fue Marenales, más por necesidades técnicas que por convencimiento.En fin. 
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La segunda verdad es que él, Sendic y Fernández Huidobro estaban conspirando para llevarse por delante a la dirección del MLN en marzo de 1972, pero no dice que esa conspiración viene desde antes de que iniciáramos los preparativos de la fuga, alrededor de noviembre de 1971. Desde aquí le recomiendo, ahora que se ha convertido en un firme defensor de la verdad, aproveche el libro que está escribiendo para decir que Fontana le entendió mal, que él en realidad quería decir otra cosa. (...)".
 
 
Luego, un artículo de Zabalza en el semanario de izquierda Brecha, refutando la carta de Amodio, provocó la respuesta de éste, en su carta N°6, quedando en evidencia las profundas diferencias entre los sobrevivientes del MLN Tupamaros acerca del motivo de la derrota:
 
El pasado 20 de abril pude leeer en Brecha un escrito de Jorge Zabalza, titulado En memoria de los que murieron luchando, en el que pretende desvalorizar lo que dije en mi carta del 19 de marzo.
 
Pese a que por lo menos desde 1995 dice ser un defensor de la verdad y que en su pretendida respuesta dice que “el secretismo es un instrumento maldito, que educa en la aceptación de que unos pocos decidan por las mayorías”, primero pone en duda que sea yo el autor, luego desvaría acerca de mis intenciones para terminar diciendo que no me perdona, como si yo hubiese pedido en algún momento su perdón o el mismo me importara un carajo.
 
Ni pretendo volver a residir en Uruguay, ni pretendo reciclarme ni pedirle nada a nadie. He vivido desde 1966 en la clandestinidad y he aprendido a ser médico, ingeniero, maestro, cura, pastor metodista y otros etcéteras. Y fui el responsable del servicio de falsificación. Es decir, tengo bagaje y experiencia para vivir en la clandestinidad los años que me queden de vida.
 
Cuando yo estudiaba, mi recordado profesor de literatura, Ángel Rama, ponía especial atención en que supiéramos entender los textos que leíamos y recuerdo que en el apartado comprensión lectora me ponía buena nota. Yo, tan mal estudiante, seguramente por lo buen profesor que fue Ángel Rama, aprendí a leer y comprender. Evidentemente, Zabalza y los que le han ayudado a escribir su respuesta, de comprensión lectora, nada de nada.
 
Tengo una única intención: que se sepa cómo se urdió la trama de mi traición, por qué, el cómo y el cuándo. Yo doy elementos: Zabalza acusa en genérico, sin aportar un solo dato, y una vez más se llena la boca hablando de las muertes de los compañeros, como si no fuera responsable del caos organizativo que las motivó. Y no contesta a mi afirmación de que esa circunstancia es uno de los secretos que se piensa llevar a la tumba. Cuantos menos secretos se lleve, mejor.
 
Así, por lo menos una vez podremos reconocer que ha hecho algo positivo y que las banderas que agita, de boquilla, en contra de los mangoneos, dejen de ser banderas y se conviertan en realidades.
 
En el libro de Fontana, página 179, línea 15 dice “cuando nosotros –él y Mujica– estábamos planteando adentro de la cárcel la necesidad de que el Ñato, Marenales, el Bebe, retomaran la Dirección, porque  hacíamos un balance totalmente contrario de cómo era lo que estaba en marcha” y en la 184, línea 18, abunda en lo mismo.
 
Yo digo que esa maniobra empezó antes del Abuso, que mientras unos, Zabalza incluido, trabajábamos para la fuga, Sendic y el Ñato ya conspiraban. ¿Es cierto o no?
 
Aclarando lo del acuerdo: la OCOA (N. de la R.: Organismo Coordinador de Operaciones Antisubversivas), como tantas otras “oficinas” que se crearon, no existió nunca ni valió para nada, ni coordinó nunca nada ni podía hacerlo.
 
Las FFAA nos corrieron a ponchazos porque el MLN se había convertido en una pandilla. Esto, que parece una exageración, es la pura verdad. Yo nunca creí que “solito” fuera a salvar al MLN. La prueba está en los múltiples planteos que ya desde finales de 1971 venía realizando, y que me llevaron a renunciar al Comando General de Montevideo porque se decidió llevar adelante el plan Collar para el que no estábamos capacitados. El plan se puso en marcha y acabó como yo había vaticinado. El problema de Sendic (que según Mujica pensaba con veinte años de adelanto), del Ñato, (que según Mujica sintetizaba de manera genial las ideas de Sendic) y de Marenales, encargado de ponerlas en práctica, es que nunca entendieron que sin una organización capaz de llevarlas adelante, las ideas no son más que eso, simples ideas.
 
El Bebe era un manantial de ideas. No tenía a su cargo ni grupos de acción ni de servicios, ni nada de nada. Se dedicaba a “idear”, y algunas veces sus ideas fue posible ponerlas en práctica y otras no. Pero fuimos otros los que las pusimos en práctica: Manera, en los inicios y yo, con la ayuda de Mansilla, entre 1968 y 1970. Cuando Sendic no tuvo a su lado nadie que lo controlara, fue como Atila (incumplimiento de las condiciones del plan Satán, la caída de Almería, el plan Tatú, ecetegá, ecetegá, que dicen los franceses.
 
En 1972, la OCOA era un número de teléfono atendido por un soldado que a gatas sabía escribir y que anotaba en unos cuadernos los datos que le llegaban de las reparticiones militares de todo el país. Cuando el gobierno de Pacheco, con el apoyo de Wilson Ferreira, decreta el Estado de Guerra y las FFAA se hacen cargo de la represión, lo hacen sin tener la más mínima idea de quiénes éramos ni qué queríamos y creían que el MLN tenía una fuerza considerable. Hoy sabemos que el desconocimiento era mutuo. Actuaban por iniciativa de cada unidad, de manera anárquica, lo que provocó que los mismos locales fueran allanados varias veces por unidades distintas, provocándose enfrentamientos entre ellos, incluso con resultado de muerte, y que se le diera a algunos detenidos unas soberanas palizas para descubrir el paradero de un tipo que llevaba semanas detenido. Todos querían ganar su propia batallita.
 
El que se dio cuenta de que ese funcionamiento había que cambiarlo fue Méndez, quien creyó que nosotros seríamos capaces de descifrar el galimatías que significaba el aluvión de datos que llegaban a diario. Al tercer o cuarto día nos dimos cuenta de que sería imposible, pero “aguantamos” nuestras conclusiones para justificar el acuerdo, pero a los quince días se paró todo, se olvidó la OCOA  y el SID trató de coordinar, y tampoco lo consiguió, porque para hacerlo habría que haber paralizado las operaciones militares un cierto tiempo, decisión que nadie se atrevió a tomar.
 
El mismo Cristi se montó su operativo a la búsqueda de un túnel para evitar una supuesta fuga que se estaba gestando desde Punta Carretas, que resultó ser el nunca iniciado Gallo 1, dando lugar a una de las situaciones más absurdas y que espero algún día dar a conocer.