Otro miércoles de jubilados protestando por la miseria que perciben, y otro miércoles de Patricia Bullrich ordenando reprimirlos (salvo cuando fue la CGT, que, sugestivamente, no hubo "protocolo antipiquetes"). Muy 'papistas' en el Gobierno libertario -Javier Milei y 6 funcionarios irán al funeral de Francisco en Roma- pero el Papa había condenado la represión a los jubilados reclamantes.
Conservadores divididos en el Cónclave: Sin candidato fuerte
Concluimos nuestro VIVO del miércoles 23/04 reseñando una muy interesante nota de Massimo Franco en Corriere della Sera (Italia), bastante crítica hacia Jorge Mario Bergoglio pero que intenta elaborar una agenda para el debate en las Congregaciones y en el Cónclave, donde los conservadores ejecutarán una ofensiva:
"(...) La única certeza cercana es que no habrá otro Papa que viva en la Casa Santa Marta (...). El sucesor de Francisco y sus colaboradores tendrían la ardua tarea de hacer comprender al mundo que se trataría de un retorno a la normalidad y no de una restauración. (...)
Reconstrucción, no restauración. Quienes conocen bien a los Papas y el poder vaticano tienden a indicar una brújula con 3 puntos cardinales:
- la certeza doctrinal, tras la creatividad visionaria de Francisco;
- la unidad del catolicismo, dispersa en mil corrientes de diversidad que ni Bergoglio ni antes de él Benedicto XVI han conseguido reunir en un único cauce.
- Y el gobierno del Vaticano. Es el último punto, pero en términos de prioridades no es menos que los anteriores.
La idea de que se perpetúa una dicotomía entre el papado y su burocracia gobernante es algo que ha distorsionado las relaciones internas; creó duplicaciones, superposiciones y, a menudo, contrastes. Y dio rienda suelta a aquellos que utilizaron estas contradicciones para frenar o sabotear los intentos de reforma de Bergoglio, o para tratar de utilizarlo para sus propias carreras personales y ajustes de cuentas internos.
El resultado es una minoría de bergoglianos acérrimos y nostálgicos igualmente acérrimos del pasado, que han reducido el debate a un enfrentamiento estéril.
Mientras alrededor ha crecido un gran silencio embarazoso en el que se mezclan las más diversas posiciones. Y los opositores del papado recientemente terminado encuentran apoyo incluso entre sus partidarios más astutos.
El punto más crítico, en el que detractores y admiradores de Francisco esperan encontrar puntos en común en el Cónclave, es el papel de la Secretaría de Estado. En los últimos 12 años, el corazón de la cadena de mando ha sido despojado de gran parte de su poder. Competencias económicas, con transferencia de la mayor parte de los fondos disponibles al Ministerio de Economía. Poder de decisión, con un Pontífice inclinado a actuar solo.
E incluso los poderes diplomáticos, transfiriendo los intentos de mediación a estructuras paralelas que, con resultados mixtos, han sustituido a los nuncios y al propio Secretario de Estado, el cardenal Pietro Parolin.
(...) Pero, así como el “papado curial” de Benedicto XVI, obligado a dimitir, no funcionó, el balance del “papado anticurial” de Francisco también deja muchas preguntas sin respuesta."
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