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"APAGÓN ESTADÍSTICO"

¿China oculta el colapso? Desaparecen datos clave de su economía

China ha dejado de publicar cientos de estadísticas oficiales. No hay cifras sobre el sector inmobiliario, finanzas, desempleo ni producción de salsa de soja.

A diferencia del caos ruidoso de Donald Trump, Xi Jinping eligió proyectar orden y estabilidad en China mientras se prepara para una guerra comercial prolongada con Estados Unidos. Para ello no solo recurre al nacionalismo y a una política arancelaria agresiva, sino que, según reveló el Wall Street Journal, también oculta deliberadamente datos clave de la economía.

En un momento crucial, mientras la segunda economía del planeta tambalea por una deuda descomunal, el derrumbe inmobiliario y la presión de la guerra comercial con Estados Unidos, el régimen opta por borrar la evidencia.

Según WSJ, Pekín ha dejado de publicar cientos de estadísticas oficiales. No hay cifras sobre el sector inmobiliario, finanzas, desempleo ni de la producción de salsa de soja.

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Antes de la vuelta de Donald Trump a la Casa Blanca, Xi Jinping había comenzado a perder respaldo en algunos sectores, por las exigentes cuarentenas de “cero COVID”, la desaceleración económica y la crisis inmobiliaria.

Antes de la vuelta de Donald Trump a la Casa Blanca, Xi Jinping había comenzado a perder respaldo en algunos sectores, por las exigentes cuarentenas de “cero COVID”, la desaceleración económica y la crisis inmobiliaria.

China ha retirado silenciosamente información clave que solía ser esencial para investigadores, economistas e inversores globales. Y lo hizo justo cuando más se necesita saber qué pasa: en plena tormenta económica interna y externa y en un escenario de incertidumbre y desconfianza en los mercados. Fiel a su secretismo característico, en la mayoría de los casos, las autoridades chinas no han dado ninguna razón para cancelar o retener los datos.

Cifras borradas

La práctica de China no es nueva. Obtener una lectura precisa del crecimiento de China siempre ha sido complicado.

Los pocos datos que aún circulan despiertan sospechas. Oficialmente, el PIB chino habría crecido un 5,2% en 2023. Pero muchos economistas creen que la cifra fue inflada por al menos 2 o 3 puntos porcentuales. Para intentar descifrar la verdad, o siquiera números más realistas, los analistas recurren a imágenes satelitales nocturnas, consumo de electricidad, taquilla de cine, tráfico en mapas de Baidu y producción de cemento.

Las dudas sobre las cifras del PIB de China se remontan a años atrás. “El ex primer ministro chino Li Keqiang declaró en 2007 al embajador estadounidense que los datos del PIB de una provincia china que gobernaba en aquel momento eran "artificiales" y, por lo tanto, poco fiables, según un cable diplomático estadounidense filtrado. En cambio, afirmó que llevaba un registro del consumo de electricidad, el volumen del transporte ferroviario de mercancías y los nuevos préstamos bancarios”, informó WSJ.

El economista Gao Shanwen, de SDIC Securities (una firma estatal), se atrevió a decir en una conferencia en Washington diciembre que el verdadero crecimiento económico de China “podría rondar el 2%”. Xi Jinping lo silenció de inmediato. Ordenó disciplinarlo y prohibirle hablar en público por tiempo indefinido. En paralelo, la Asociación de Valores de China exigió a los bancos de inversión que sus analistas "fomenten la confianza" de los inversores.

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China también dejo de compartir cifras sobre cremaciones tras el fin de la controvertida política de cero COVID.

China también dejo de compartir cifras sobre cremaciones tras el fin de la controvertida política de cero COVID.

Por su parte, la oficina de estadísticas de China ha defendido sus prácticas de datos, diciendo que la calidad de los datos ha mejorado con el paso de los años y que ha tomado medidas para garantizar la precisión e investigar cualquier mala conducta durante la recopilación.

Antes de la vuelta de Donald Trump a la Casa Blanca, Xi Jinping había comenzado a perder respaldo en algunos sectores, por las exigentes cuarentenas de “cero COVID”, la desaceleración económica, la crisis inmobiliaria y una ofensiva estatal contra emprendedores.

En un régimen donde la narrativa es poder, la verdad económica se torna peligrosa.

“La recesión comenzó en 2021, después de que Pekín restringiera el crédito al sector. Ante la caída de las ventas de viviendas y la quiebra de las promotoras inmobiliarias, el instituto de investigación chino Beike Research Institute publicó un informe en 2022 que reveló que la tasa promedio de desocupación de viviendas en 28 ciudades chinas era superior a la media de Estados Unidos y otros lugares, lo que indica un exceso de oferta”, anotó WSJ.

“El informe llamó la atención porque China no publica una tasa oficial de desocupación, y los analistas inmobiliarios intentaban determinar el grado de sobreconstrucción de las promotoras. Unos días después, Beike se retractó del informe y se disculpó, alegando errores en algunos datos. Los analistas afirmaron creer que el grupo retiró los datos bajo presión del gobierno. Los datos oficiales también desaparecieron”.

Curiosamente en agosto de 2023, las autoridades chinas anunciaron que dejarían de publicar la tasa de desempleo juvenil y afirmaron que necesitaban revisar cómo calculaban las cifras. Cinco meses después, Pekín la estimó en un 14,9%, un número cuestionado por economistas ya que la nueva serie de datos excluía a casi 62 millones de personas que estudiaban a tiempo completo en universidades y buscaban activamente trabajo.

Según WSJ, en los últimos años también han desaparecido datos sobre compras minoristas en línea y registros de subastas de tierras, saldos de deuda a fin de año de los operadores de autopistas de peaje chinos y el número de nuevos inversores en el mercado de valores. También cifras sobre cremaciones tras el fin de la controvertida política de cero COVID y tasa de fertilidad del país.

Lejos de proyectar una imagen confiable y estable, China con su secretismo solo logra engrosar el recelo occidental en torno a sus estadísticas oficiales. Cabe recordar que China sabía de la COVID dos semanas antes de contarle al mundo sobre el virus mortal. En reiteradas ocasiones la OMS expresó su sospechas sobre el mecanismo de conteo de decesos en el país asiático pidiéndole datos "más rápidos, regulares y fiables".

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