Un intendente de la poderosa 3ra sección electoral de la provincia de Buenos Aires bajó en estos días las expectativas en torno a la posibilidad de que Cristina Kirchner sea candidata a Presidente en 2023. Mario Secco, de Ensenada, es uno de los jefes comunales más cercanos a la Vicepresidente. "No creo que quiera ser Presidenta", arriesgó. Secco es el mismo que le pidió a Alberto Fernández que deje de lamentarse por la pandemia y la guerra, y se dedique a cumplir con la agenda K, especialmente la judicial, allí donde la Vice tiene sus preocupaciones personales. Por ella y por sus hijos.
PANORAMA
Los planes de Cristina Kirchner
¿Cristina Kirchner quiere ser candidata a Presidente? Su propuesta con los planes sociales habla más de sus intenciones en la provincia de Buenos Aires.
La Corte Suprema dejó en claro que esas inquietudes tendrán para largo luego de que rechazara los recursos para interrumpir el juicio oral en el que la exPresidente es juzgada por presuntas discrecionalidades en el reparto de la obra pública durante su mandato. Su abogado Carlos Beraldi expuso la insatisfacción con el máximo tribunal que votó de forma unánime; pero también con Alberto Fernández, al quejarse de la falta de avance en las propuestas de reformas que una comisión apodada con su nombre le presentó hace tiempo ya. No por nada la Vice lo mandó esta semana a "gobernar" mediante un tuit. Aunque, el Presidente puede celebrar que el principal dardo fue apuntado al ministerio de Justicia que dirige Martín Soria, al que se cuenta en las filas de la Vice luego de que este se sumara al 'Renunciapalooza' que tuvo como headliner a Eduardo 'Wado' de Pedro tras la catastrófica derrota oficialista en las PASO de 2021. Debe ser frustrante para Cristina que Soria también resulte un "funcionario que no funciona"cuando vino a reemplazar a Marcela Losardo por cumplir -a los ojos de la Vice- esa misma condición.
El déficit no
Con el comentario que Beraldi hizo en el canal C5N Soria quedó en la mira de una Cristina a la que no le tiembla el pulso a la hora de ubicar en primera plana a los funcionarios que no ejecutan la música que a ella le gusta escuchar. Quedó demostrado (una vez más) el lunes cuando la Vice encabezó un plenario de la CTA en Avellaneda. Allí apuntó contra el presidente del Banco Central, Miguel Pesce, y más enfáticamente contra la titular de la Administración Federal de Ingresos Públicos (y exBCRA designada por la misma CFK), Mercedes Marcó del Pont, a la que se refirió despectivamente como la "Señora AFIP". Les endilgó una falta de coordinación para frenar lo que ella define como un "festival de importaciones" que se está devorando los dólares de las reservas, aunque Carlos Melconian le haya dicho en privado que las importaciones están "raquíticas". No obstante, allí está puesta la principal preocupación económica de Cristina. Está convencida de que es la debilidad externa lo que acerca al Gobierno a una crisis mayúscula que dejará al Frente de Todos sin chance alguna en las elecciones del año que viene. Por eso desdeña el déficit fiscal y le resta importancia a la hora de evaluar su peso en la "ultra inflación". En cambio, responsabilizó a la "evasión", algo que asocia con el endeudamiento y la fuga de capitales, lo que resulta novedoso a la hora de explicar el fenómeno de los precios. Es una conclusión que demuele el programa que Martín Guzmán acordó con el FMI, básicamente sostenido la reducción del rojo fiscal.
Pero el diagnóstico de CFK causó cierta desazón incluso entre economistas que se referencian en ella. Lo verbalizó el también periodista Roberto Navarro que por el aire de su radio El destape refutó, no sin alguna congoja, la tesis de la Vice. Recordó que, para sostener su postura, Cristina mostró en Avellaneda unos cuadros con los resultados fiscales de distintos países. "Si al lado le hubiera puesto una planilla con la inflación, hubiera visto que mientras subía el déficit en esos países, subía la inflación más que en la Argentina: USA la multiplicó por 4; Alemania, por 6", dijo Navarro. Y sumó una preocupación: el impacto de las declaraciones de CFK en los mercados, atento a la renovación de bonos que Hacienda hará por $500 millones el próximo 29/06. "En un momento tan crucial hubiera sido mejor que Cristina no hablara de déficit fiscal", lamentó el periodista cristinista, que no se sabe si le adjudica a esos comentarios el derrumbe de los bonos el viernes que disparó el Riesgo País y llevó al dólar 'blue' al récord de $226. El Banco Central además terminó la semana con ventas netas, acumulando pérdidas por unos US$600 millones en lo que va del mes para atender las importaciones de energía.
Massismo sublevado
Ese es un "festival" que aún así no puede abastecer los requerimientos de gasoil, lo que complica la producción y además genera una nueva interna en un Gobierno al que le sobran, en este caso entre facciones que estaban -al menos en apariencia- en paz. Alexis Guerrera, ministro de Transporte que responde a Sergio Massa, salió al cruce del secretario de Energía, el cristinista Darío Martínez, que lo había responsabilizado por los cortes de rutas de transportistas. Martínez había dicho que hubo una mora por parte de Transporte en trasladar el precio mayorista del gasoil a la tarifa. Guerrera respondió que su cartera no fija tarifas sino que acerca a las partes hacia un precio de referencia. "Lamento los comentarios del Secretario de Energía diciendo que Transporte tiene la culpa de los cortes de rutas", dijo Guerrera, dando cuenta del malestar desatado.
Massa, por su parte, teje sus propias intrigas. Le adjudican a él mismo las versiones sobre un clamor en el Frente Renovador para que abandone la presidencia de la Cámara de Diputados. Eso sería, de producirse, lisa y llanamente una ruptura con Alberto Fernández. El llamamiento sería explicitado en Mar del Plata cuando el massimo celebre el mes que viene un plenario nacional que venía siendo pospuesto a la espera de que el Presidente tomara algunos consejos del propio Massa, como el que le hizo en el viaje a Los Ángeles, rumbo al Consejo de las Américas. En el entorno de Massa se quejan de que Alberto no lo escucha. Insisten en conformar una mesa política en la que el todismo pueda canalizar sus conflictos. Otros, en cambio, deslizan que, en realidad, el hombre de Tigre está muy inquieto con el desembarco de Daniel Scioli en el Gabinete, y que la polvareda desatada días atrás responde a una estrategia para no perder terreno, sobre todo en la agenda productiva que Massa venía impulsando en el Congreso. Detrás está, por supuesto, el proyecto presidencialista de Massa en el que Scioli es un estorbo. Por la dudas, Fernández lo subió a otro avión, en este caso el que lo lleva a la reunión del G7 en Alemania.
Los planes
El Presidente tiene que contener a mucha gente. Defendió a los movimientos sociales, su principal base territorial, que habían sido agredidos por Cristina Kirchner en Avellaneda, donde la Vice tuvo un súbito despertar anticlientelista por el que reclamó quitarle a las organizaciones el control de determinados planes sociales para que el Estado tenga el "monopolio" de su administración y que los beneficiarios no tengan que depender del arbitrio de un "dirigente barrial". Los intendentes cantaron "pri". No se trata de una pelea por la transparencia, sino apenas de una disputa política. Cristina no lo nombró, pero apuntaba en especial al Movimiento Evita, que tiene bajo su poder unos 100 mil planes Potenciar Trabajo. Es una caja millonaria que la organización utilizaría para hacer política en la provincia de Buenos Aires. El Evita conformaría su propio partido político para competir en las PASO y desafiaría a los intendentes del Conurbano con el caso testigo de la esposa de Emilio Pérsico, líder de la organización, que le propone un duelo -nada amistoso- a Fernando Espinoza. Desfinanciar al Evita para que no se envalentone contra los alcaldes aliados sería la gran motivación detrás de la movida de CFK con los planes sociales.
El gran telón de fondo es la provincia de Buenos Aires. Cristina conserva allí su poder de fuego electoral merced a su influencia en el Conurbano. Aunque menguante, lo que la obliga a esforzarse para retener su capital político y simbólico. A sus votantes cautivos. Eso es lo que la empuja a adoptar un discurso de diferenciación de Alberto Fernández. Una opositora en la línea de sucesión. Ese es también su gran problema. CFK no sólo integra el gobierno: Fernández está allí porque antes que el voto popular estuvo el dedo que apretó "tuitear" para designarlo como candidato. Es percibida como la responsable última del malhumor social. El despegue, entonces, tiene un límite. Eso le dificulta -si es que lo desea- ofrecerse como candidata presidencial. Si en 2019 con la debacle de Mauricio Macri eso no fue una posibilidad, mucho menos lo sería ahora cuando el electorado la ve como parte del problema. ¿Por qué sería parte de la solución? Es lo que debe haber considerado Mario Secco cuando quitó a Cristina de la carrera presidencial.
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