No hay plan motosierra para los senadores nacionales, quienes se hicieron los distraídos para no debatir el incremento en sus dietas y ahora, a partir de mayo, recibirán un aumento en sus salarios. Por supuesto, hay indignación en redes sociales.
A partir del próximo mes, los senadores nacionales verán incrementadas sus dietas y pasarán a percibir más de $9 millones brutos, lo que en mano representa entre $6,5 y $7 millones.
El aumento no se discutió en el recinto ni se votó recientemente: ocurrió de manera automática tras el vencimiento del congelamiento de sueldos que había sido impulsado por la vicepresidenta Victoria Villarruel y que expiró el 31 de marzo.
Senadores en silencio
El silencio fue la estrategia elegida por la Cámara alta: en lugar de debatir el tema, los legisladores evitaron toda discusión formal. En la última sesión, por ejemplo, prefirieron dedicar el tiempo a un homenaje al papa Francisco.
Por supuesto, hay indignación en redes sociales, y buena parte de la militancia libertaria, que defiende a Javier Milei, no deja de responsabilizar a la vice presidenta de la nación y presidenta del Senado, Victoria Villarruel, por no haber movido un dedo para evitar este nuevo incremento.
Cómo se calculan los salarios
El sistema de remuneraciones en el Senado se basa en un esquema de módulos. Hasta marzo, cada módulo equivalía a $2225,25. Sin embargo, tras la última paritaria firmada por la Asociación del Personal Legislativo (APL), el valor se ajustó a $2285.
Cada senador cobra 4000 módulos (2500 por dieta básica, 1000 por desarraigo y 500 por representación institucional), por lo que el sueldo bruto trepó a más de $9,1 millones.
En comparación, este ingreso es 23 veces superior al salario mínimo vital y móvil vigente en abril ($296.832) y 18 veces más alto que la jubilación mínima con bono. También representa un 60% más que lo que percibirán los diputados nacionales, cuyo sueldo bruto rondará los $5,7 millones.
Justificación del Senado
La noticia del aumento genera incomodidad dentro del Senado, pero no ha motivado acciones concretas para frenarlo. Villarruel, que había impulsado el congelamiento, intenta ahora deslindar responsabilidades, aunque en los hechos el control sobre la actualización salarial quedó en manos de los propios senadores.
Desde el oficialismo y la oposición reconocen que no hay votos suficientes para revertir el incremento, y que, en un contexto de crisis económica, el tema resulta políticamente explosivo.
En privado, algunos legisladores argumentan que sus ingresos deberían equipararse a los de ejecutivos de grandes empresas o magistrados judiciales, y señalan los elevados costos de residir en Buenos Aires lejos de sus provincias.
Un conflicto que se repite
La polémica por los sueldos legislativos no es nueva. En abril del año pasado, los senadores ya habían aprobado —a mano alzada— una resolución que duplicó sus dietas, sumándoles además un aguinaldo extra. Aquella decisión llevó sus haberes de unos $2 millones a más de $4,5 millones brutos, y provocó un duro enfrentamiento con el Poder Ejecutivo.
Ahora, con la paritaria de los empleados legislativos como disparador indirecto, la historia se repite: los sueldos de los senadores vuelven a escalar en silencio, mientras el malestar social por los privilegios de la política se profundiza.
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