CÓRDOBA. Desde su génesis el 23 de julio pasado, el llaryorismo se mostró independiente tanto a nivel nacional como local. La nueva facción del PJ cordobés que llegó para ser responsable del recambio generacional del espacio tiene líder propio (Martín Llaryora) y una identidad diferenciada del resto de un crisol dirigencial acumulado durante 24 años de oficialismo.
2024
El llaryorismo no se mancha: Diálogo el 10/12 con quien gane
El llaryorismo en Córdoba no arbitrará de manera formal en un eventual balotaje. Hasta octubre con Juan Schiaretti y en diciembre con el ganador.
En ese orden, el llaryorismo tomó las riendas del PJ provincial y, de cara al futuro, espera ser un espacio decisivo para el PJ nacional. Para ello espera que se abran nuevos espacios de poder hoy ocupados en su totalidad por el kirchnerismo en retirada.
El deseo y objetivo de la nueva generación liderada por Martín Llaryora es poder trascender los límites provinciales. Algo que los dos gobernadores anteriores intentaron y están intentando, como en el caso de Juan Schiaretti.
A pesar de esos dos antecedentes inmediatos, tanto Llaryora como su dirigencia en Córdoba quieren ir más allá. Romper con las ataduras provinciales y poder incursionar a nivel nacional con años de anticipación a un periodo electoral.
Al respecto, el 2024 será un año crucial, según señalan en el llaryorismo. Con una reconfiguración inminente en el Gobierno nacional, Martín Llaryora deberá conducir el barco a través de una tormenta indefectible.
Por eso, el espacio está determinado a preservar cualquier tipo de apoyo explícito antes de diciembre. Es decir, ni siquiera jugando en un balotaje con una orden clara.
Según el propio Llaryora, todo el PJ cordobés está alineado por detrás de la candidatura de Juan Schiaretti. De hecho, el propio gobernador electo suplantó en la campaña al candidato presidencial que cursó un cuadro de Covid en los últimos días.
Más allá de octubre, cuando el ‘Gringo’ cumpla su objetivo legislativo, el llaryorismo volverá a desmarcarse tal y como lo hizo el 23 de julio pasado. Sin generar diferencias con sus mentores schiarettistas, la nueva generación mantendrá intacto su discurso y no arbitrará en un posible balotaje.
Sin importar quien gane, el plan del llaryorismo no tendría variantes. La intención es devolverle a Córdoba una relación fluida con el nuevo oficialismo, tenga el color que tenga.
Para ello, Llaryora tendría a mano lazos con los tres potenciales ganadores. Inclusive con el libertario Javier Milei, quien estaría en las antípodas del gen delasotista que el llaryorismo carga.
Si bien los puentes con el economista no son tan claros, Llaryora tendría amistades en común que podrían facilitarle el acceso al ganador de las PASO. Algo que el cordobés está dispuesto a usar en caso de una victoria libertaria.
Lo mismo sucedería ante una potencial victoria de Unión por la Patria. Con el espacio dirigido por Sergio Massa, las conexiones son más que evidentes.
De hecho, el candidato a presidente y el gobernador electo comparten una vieja amistad personal que los acercaría sin problemas ante una renovación del poder. En ese escenario, Llaryora sería, tal vez, el gobernador más influyente del país.
Por último, la relación con Juntos por el Cambio tendría el mismo destino en caso de una victoria cambiemista. El llaryorismo guardó grandes contactos durante la campaña con el sector de Horacio Rodríguez Larreta, quien representaría al menos la mitad de los funcionarios que podrían ingresar a un nuevo gobierno del espacio.
Con los tres teléfonos sobre la mesa, el llaryorismo muestra un principio de maleabilidad que ningún otro espacio de Argentina supo brindar en un periodo electoral pasado por internas. La predisposición a trabajar con quien sea el ganador es una política que el nuevo espacio del peronismo cordobés tomaría a partir del 10 de diciembre y no antes, bajo ninguna circunstancia.
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